martes, 28 de enero de 2025

Pensar con la cabeza o con el estómago




El Chorrillo, 28 de enero de 2025

Primera tarea está mañana después de desayunar, hacer la cama, es decir tres segundos, el tiempo de estirar el edredón sobre la cama, dar de comer a los carboneros y gorriones, de los peces se encarga Victoria, y ahora, que todavía no puedo hacer ejercicios de mantenimiento, encender el ordenador y tomar algunas notas para que no se me olviden algunos asuntos, hoy un tema sugerido por el guasap de un amigo. A continuación un vistazo a la prensa de no más de diez minutos y a desgranar sobre la pantalla del ordenador como otros días algunas reflexiones, mi deporte favorito con mucha frecuencia. Eso sí, entrando el sol por la ventana del sur a calentarme el cuerpo. El viento sigue presente con cierta violencia, pero no con tanta con que amenace tirar abajo el eucalipto que tengo enfrente, un temor que no cesa cuando el viento arrecia. Lo até con un cable de acero de un centímetro a un olmo y a un álamo próximo, pero aún así, no deja de producirme cierto temor, el de que un día se me caiga encima de la cabaña y este rinconcito que es mi habitat se vaya a hacer puñetas. Toco madera.

Buenas noticias entre hoy y ayer. Me emocionaba la pasada mañana ver ese caudaloso río de gazaitíes de regreso a sus “hogares”. Sí, tuve que poner inevitablemente comillas a esa palabra, hogar. Cientos, miles de personas con sus atillos a la espalda que tanto recordaban a los otros miles de judíos huyendo del criminal exterminio de los nazis. Las trájicas paradojas de la historia, los nazis exterminando a los judíos y ahora los judíos exterminando a los palestinos. Hoy en los titulares era esa cifra alcanzada del paro por debajo del 11%, unas cotas que no se alcanzaban desde hace dieciséis años. También estaba la esperanza de que el escudo social propuesto por el gobierno salga adelante. Y como colofón, amén de otros titulares, una noticia que da idea de la repercusión que está teniendo la IA en el mundo bursátil debido a la irrupción de DeepSeek, la IA china.  Las acciones de Nvidia en consecuencia caen un 17%, lo que supone una caída de 600.000 millones de dólares en su capilización de mercado. Si lo comparamos con el PIB de nuestro país, ello supone nada más ni nada menos que la tercera parte de nuestro producto interior bruto. Los miles de millones bailan en el mundo de una manera tan loca que da vértigo. Una consecuencia de esto es clara, tanto ahora como en los años ochenta, cuando tras los hechos de Tianammén algunos estados liderados por EEUU impusieron sanciones tecnológicas a China, lo que hizo posible fue fortalecer la capacidad de investigación y desarrollo en este país. El titular de hoy en El País sobre el asunto, dice: Las sanciones de los EEUU han acelerado la innovación china en IA. ¿Sucederá algo parecido con los aranceles que el psicópata de Trump quiere imponer por aquí y por allí?

Ahora sí, ahora ya puedo entrar en el tema de hoy: Pensar con la cabeza o con el estómago. Sucedió que anoche, que me picó la curiosidad sobre qué se cocía por ahí sobre el asunto Errejón, que es tema que me parece interesante no por el juicio en sí, sino por cómo unos y otros se adhieren o no a la polvareda levantada por el juicio, me encontré tal cantidad de material sobre el asunto en YouTube que a las dos de la mañana no resistí la tentación de ver cuáles eran las respuesta relacionadas con el juez y los implicados. Primero fue un vídeo de una criminóloga que dejaba bien claro que aquello no tenía ni pies ni cabeza y que la mujer que había iniciado la denuncia, cuanto menos podía decirse de ella era que se trataba de una cabeza hueca; cuanto menos… Después me encontré con otro vídeo que hizo que se me saltaran las lágrimas de risa. De verdad, no me había reído tanto desde hace tiempo.

A raíz de este último es de donde nacen mis reflexiones de hoy. Me reí con ganas escuchando a un hombre del que no sabía nada, y que ni falta hacía si me atenía al trabajo de análisis que hacía de la tal Mouliaá y que retrataba a ésta como una tonta el culo, una persona que en una entrevista en televisión manifiesta que se había tomado una cerveza y cuatro copas y cinco minutos más tarde confiesa que ella no bebe cerveza, y así una parida detrás de otra. Sucede que mi amigo X (X en mi blog puede ser cualquiera) esta mañana me guasapea diciendo que el autor del vídeo es un impresentable, que si defiende a la extrema derecha, que si patatín y patatán. Y esto enseguida me plantea una cuestión algo espinosa. Cuando consideramos una idea expuesta por alguien, ¿en dónde deberíamos poner nuestro interés, en lo que dice o por el contrario debemos atenernos al peinado que lleva, a si es guapo o feo, o si es religioso o ateo, o si es de derechas o de izquierdas, o si lo ha expresado con excesiva vehemencia o no? Bueno, pues esta mañana, dado que él aludía insistentemente una y otra vez en que el autor era un tal y un cual, un impresentable, etcétera, por más que insistí en preguntarle, con mayúsculas, EN QUÉ NO TENÍA RAZÓN el autor del vídeo, no logré que me respondiera. Él sólo tenía en mente el historial de este individuo, y por tanto, y esto es clave, dijera lo que dijera el youtuber, no había cáscaras, tenía en la cabeza el que era un tal o un cual de tal manera que le impedía reconocer que cualquier persona de cualquier ideología puede decir en ocasiones algo aceptablemente lógico.

Si alguien de la rancia derecha te dice que no es el sol el que se mueve sino que somos nosotros, nuestro planeta, los que damos vueltas alrededor del sol, mi amigo sería capaz de  seguir aceptando que la tierra es plana con tal de no darle la razón a ese alguien, y sólo y exclusivamente porque es de derechas, algo que poco tiene que ver con las ideas en curso. Que lo que decimos y pensamos está condicionado por nuestros gustos, nuestra tendencia política o nuestra relación con la religión me resulte tan obvio esta mañana, tiene que ver con  mi propia actitud ante la realidad porque, seguro estoy, de que si anoche hubiera sabido de antemano que el youtuber que tanto me hizo de reír era de una ideología opuesta a la mía, primero no me habría molestado en abrir el vídeo, y si lo hubiera hecho casi seguro que no me hubiera divertido tanto. Así que dicho esto que no se mosquee X, que aunque yo crea pensar con la cabeza también es cierto que en mi pensamiento también interviene el estómago.

Algo de lo que soy consciente y que suelo tener en cuenta, primero porque la riqueza de nuestro pensamiento se nutre mucho de los opuestos y segundo porque hay que hacer el esfuerzo de no convertir la realidad en un muestrario de blancos y negros. Recuerdo que hace tiempo un día, haciendo ejercicio de conciliación entre mi estómago y mi cabeza, me decidí a leer el programa electoral completo de Marie Le Pen. Bueno, pues tengo que confesar que pese al cariz bastante de izquierdas que rige mis circuitos cerebrales, allí encontré bastantes cosas que yo aceptaba de buen gusto. Me cuesta pero trato de comprender otras realidades y otras personas. Amigos tengo profundamente religiosos con los que discrepo sin que ello afecte en absoluto a nuestras relaciones. Eso sí, algo más me costaría congeniar con personas de la extrema derecha, por no decir que sería imposible.

En el ámbito político y en extremo opuesto me sucede algo parecido. Siempre me pareció que Irene Montero era una simple y una persona sin preparación pero ¿quiere decir ello que tantas cosas que pueda decir no valen un pimiento? En absoluto. Ni siquiera que ella pueda haber sido elevada a la política de alto standing por el macho alfa de su pareja debería afectar mi consideración, si ella realmente fuera una persona competente, y que en mi consideración en absoluto lo es. Existe también otro modo de querer poner puntos a las íes que algo tiene que ver con esto. Victoria y yo no compartimos en ocasiones puntos de vista sobre asuntos de índole parecida a la que motivan estas líneas, lo cual da lugar a ciertas puntualizaciones que acaso lastran la verdad de unos hechos. Un ejemplo, esta mañana estamos echando el baile habitual con el que comenzamos el día y estando en ello me comenta que bueno, que podía estar de acuerdo con lo que decía la criminóloga del vídeo que le envié, pero que… cuestiones de tono, modos de enfocar el asunto, etcétera. Yo también podría estar en desacuerdo, en desacuerdo incluso con el peinado de la criminóloga, su forma de vestir, su modo de expresarse, sin embargo en este caso es notable que hablando de este vídeo, que desarma un discurso feminista trasnochado y que pone las cosas en su sitio llamando a la ley de Irene Montero “La cagada de la ley del sí es sí”, es curioso que ella se refiera a cuestiones de forma en primer término.

Resumiendo: ¿Cuánto pensamos con la cabeza y cuánto con el estómago?

 

 

 


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