El
Chorrillo, 26 de enero de 2025
Después
de escribir las líneas que siguen tuve el temor de que acaso no era muy
objetivo, así que cogí y volví a escuchar el vídeo, un extracto, del juicio
Errejón y esa actriz que ha generado tanto revuelo. Invito a los curiosos a
echarle un vistazo antes de seguir con la lectura.
Escribo
bajo el efecto del calor de una discusión con mi chica, así que lo mismo algo
me paso, pero la tarea de este diario, que es un hablar conmigo mismo, es dar
salida a lo que me corre por dentro satisfaga o no a quien lo pueda leer.
Sé que
lo que diga aquí no va a gustar, especialmente a algunas mujeres, pero qué le
vamos a hacer. Da cierto gusto esto de decir lo que uno piensa sin necesidad de
recurrir a Saramago que afirmaba: “Hay una cosa que sí me hace feliz, y es
decir lo que pienso”. A mí me sucede otro tanto, más, diría que tengo cierta
predilección por hacer de abogado del diablo, que siempre da más juego a las
conversaciones.
En la
prensa son cientos los que piden la cabeza del juez Carretero por el cariz del
interrogatorio al que sometió tanto a la denunciante como al propio Errejón. Sí,
le decía a Victoria que arremetía diciendo que un juez no puede comportarse así
cortando la palabra y utilizando cierto lenguaje intimidatorio en algunos
momentos. Sí, de acuerdo en que el juez ha podido extralimitarse en su
vehemencia y cortando la palabra a los implicados, pero es que manda c…. tener que pasar por la estúpida escenografía
de una hipocresía montada por todo lo alto por la denunciante y su coro de
feministas incapaces de, sí, manda c… y por tanto la compresión de la
exaltación del juez ante semejante teatro montado por las féminas de ocasión.
Y es
que uno, que ha asistido a manifestaciones feministas aquí y en Galicia y que
defiende la lógica de la igualdad con uñas y dientes, no soporta que la
hipocresía de nadie que aprovechando un beso acaso impropio de una autoridad
del fútbol o esta historia de Errejón, monte el cirio que monta usando del juzgado
y los medios de altoparlante con el que llegar a todo el país. Que las féminas
utilicen estas plataformas para hacerse notar con cuestiones de chichinabo,
cuestiones de relación entre hombres y mujeres que nada tienen que ver con las
reivindicaciones que todos apoyamos, lo he dicho más de una vez, me parece
ridículo. Ella le agarra el paquete, como dicen por ahí, él el culo a ella y
así sucesivamente… y después transcurridos dos años ella le denuncia por
agresión sexual. Vamos, tía… ni que nos hubiéramos caído del guindo ayer mismo.
Y
vamos, que sí, que hay que ser cortito para no reconocer el papel lastimoso al
que ha reducido el hombre a la mujer a lo largo de la historia, para saber que el
machismo más rancio ha campado a sus anchas a través de todos los siglos,
empezando por San Pablo, siguiendo con San Agustín y así hasta el presente en
el que tantos hombres siguen pensando que tener una mujer es tener una criada
en casa, una mujer para todo, más o menos lo que hacía aquel ilustre personaje
tan respetado por todos, el tal Jean Jacque Rousseau de ideas elevadas, maestro
de pegagogos, pero un auténtico machito a la usanza de los tiempos que corren.
Ahora bien, y dejada en claro mi vocación feminista, ello no quiere decir que tengamos
que comulgar con ruedas de molino, esas que fabrica el feminismo rancio de
nuestros días. Y esa es la situación en la que imagino al juez de esta causa,
consciente del todo de que esa mujer,
Es
obvio que la hipocresía es una de las grandísimas constantes de la vida
pública, aquí y en
Días
atrás me partía de risa viendo el juicio de Errejón y la otra tal. Qué cara de
inocencia tenía la pobre, pobrecita, vestida hoy como una monja acudía al
juzgado con una remilgada e hipócrita compostura que cualquiera diría que era
un alma destinada a la hoguera. Y yo que la recuerdo vestida con las tetas al
aire, la vestimenta de cazar ingenuos, que la imagino contoneándose y llevando
la mano a la entrepierna del tal Errejón, me parto viéndola. Puro lenguaje
visual que dice tanto o mucho más que las palabras. Vamos, que estoy dentro del
cuerpo del juez y no me sale otro diferente modo de interrogarla, porque su
actitud y lo que ha hecho y dicho, dos años después de aquel frustrado intento
de echar un polvo, lo que hace en el juzgado es tomarnos por gilipollas a la
audiencia. Y el juez, que tiene su temperamento y al que seguro no le gusta que
le tomen el pelo, pregunta como corresponde a alguien que quiere reírse de él y
de la audiencia.
Que un
juez no debería tratar a la gente así, totalmente de acuerdo, tampoco debería
nadie caer en la tentación de que a Trump le llegara esta misma noche un tiro a
la cabeza y sin embargo vaya usted por ahí haciendo una encuesta y verá los
resultados que obtiene. Hemos de admitir que eso de la relatividad es cosa de
mucha enjundia, que dirían los ilustrados.
Comentaba
no hace mucho por aquí que cuando era niño y no sabía todavía lo de los Reyes
Magos, en ocasiones oía hablar a mis tíos de algunas mujeres con términos tales
como calientapollas. Tuve que apañármelas para que algún amigo me explicara qué
era eso. Ahora el término ha caído en desuso, pero bien merecería la pena sacar
el término del baúl de los recuerdos para aplicárselo a alguna sujeta… y conste
que no apunto a nadie, que tan sólo lo recordé. Entonces la calientapolla era
una figura bastante frecuente. Ahora en tiempos de cierto feminismo imperante,
no desde luego del feminismo que defiendo yo, no se le ocurra a usted decir
semejante grosería, que le corren a palos ciertas llamadas feministas. Que
ahora nos hemos hecho más finos, pero aún así en este país, que es país de libertad,
eso dicen, hay quien las mata callando y piensa que el personal tiene que
seguir chupándose el dedo.
De
verdad que me da lástima este hombre de la misma manera que me la daba aquel
presidente de nosequé de fútbol, ambos en manos de aprovechadas que utilizan como
instrumento asuntos de poca monta para denunciar unas justas reivindicaciones,
que terminan perdiendo fuelle al confundir el culo con las témporas.
En fin,
que ya me he desfogao y que es tiempo de volver a mi novela de esta noche, Las
voces del Pamano, de Jaume Cabré, una novela que promete.
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