El
Chorrillo, 28 de octubre de 2024
Hasta
ahora lo que más me llama la atención del caso Errejón, un asunto que me
encontré recientemente en una de mis raras incursiones en la prensa nacional,
es el circo que se ha organizado, la prensa nacional e incluso la de fuera
pendientes de un hecho que consiste en que un hombre ha arrastrado seis metros
durante una fiesta a una amiga y allí se ha sacado el apéndice de entre las
piernas y ha tocado el culo a la susodicha. Eso hace tres años. La mamá deja a
su hijo con fiebre en casa y se va de fiesta. Allí la gente está algo mamada
(no se ha aclarado, parece, todavía la situación de los hechos) y sucede lo
dicho. En este escenario se centran las toneladas de papel de periódico que
inundan estos días la actualidad.
Yo, que
soy algo despistado y veo las cosas del mundo con un cierto risueño desenfado,
me admiro, me admiro del juego que da y pueden dar las cosas más nimias, nimias
hasta el punto de poder hacer tambalear al actual gobierno de la nación. El
otro día hablaba del idiota ese, el novio de
Estos “graves
asuntos” que ponen en marcha tan desproporcionada maquinaria de comunicación,
dan un poco la tónica de la seriedad con la que la política de nuestro país se
mueve.
Si
tocar el culo a una amiga es materia de tantísima atención por parte de los
medios y el público, hace no mucho fue un beso a una futbolista en un momento
de exaltación por haberse hecho con el título de campeonas del mundo, un
revuelo que valió al personal y en especial a “las” feministas (tantas, que no
todas), para montar un monumental belén; si esto es así me temo que lo que ello
demuestra es que vivimos en una sociedad totalmente infantilizada en donde a
falta de centrarse en los grandes problemas sociales y económicos que tiene el
país, nos dan toros, fútbol y asuntos de
tres al cuarto con los que distraer al personal.
Algunas
consideraciones en torno a ese folletín que se pasea estos días por los medios.
Principalmente que no existen más perjudicados en asuntos como estos que las
mujeres en general. La sensación que producen las mujeres que salen al cabo de
los años del subsuelo de la prensa rosa, mujeres que tuvieron relación con
Errejón, y que ahora vienen a contar sus cuitas y a hacerse las mártires al
calor del ruido mediático, es de una infantilidad que clama al cielo. Una mujer
que no abre la boca ante la supuesta violencia, quizás se le obstruyeron las
cuerdas vocales, que no se defiende y que tres años después sale con éstas, o
es tonta sin más o es que detrás de todo esto se mueven poderosos e
inconfesables intereses. Tonta ésta y otras además por creerse que el interés
de Errejón por ellas radicaba en que con ellas podría tener brillantes
conversaciones intelectuales sobre Marx, Ernesto Laclau o Gramsci, y no en sus feminiles encantos. No
soy mujer y por tanto desconozco el grado de ingenuidad en que muchas de éstas
pueden incurrir, obviando algunas de las intenciones que pueden mover a veces a
los hombres en relación con las mujeres. Alguna de ellas, he leído, dicen que
admiraban profundamente a este hombre. Y me digo si ellas mismas no buscaban en
su compañía que se les pegara algo de ese halo de notoriedad e importancia que
envuelve a las celebridades. ¿Qué pensaban, que el tal Errejón iba a regalarles
un anillo de bodas, que el tal Errejón era un eunuco? Si tan autoritario se
mostraba con ellas, si les hacía esto o lo otro ¿por qué coño seguían atadas a
su persona?
Perjudican
estas mujeres al feminismo y a sus justas reivindicaciones porque la imagen que
dan es de un deprimente infantilismo, son reacciones de personas que parecen
haberse caído del guindo anteayer. Y porque se mezclan las reivindicaciones
reales con asuntos de dudosa catadura y que más apuntan a la idiotez, o mala
fe, de la mujer en cuestión que a otra cosa. Algo parecido sucedió hace tiempo
con el caso Rubiales y aquel polémico beso que las feministas utilizaron de
manera retorcida para sensibilizar equivocadamente a la opinión pública sobre
problemas que sí son reales pero aprovechando un hecho baladí que sí podía
estar justificado por el calor del entorno en que se produjo. El lector atento
debería estar al tanto para no confundir el culo con las témporas de manera que
le den a la postre gato por liebre. O al menos eso pienso, que tampoco pretendo
adjudicarme ninguna verdad.
A
alguno le olerá esto a machismo, no sería la primera vez que hablando de
asuntos relacionados con las mujeres, tenga a alguien que me coloque el
cartelito correspondiente. Entiendo que tanto los hombres como las mujeres,
pasados los años de infancia y adolescencia, todos tienen capacidad suficiente
por sí mismos como para saber cómo andar por el mundo y conocer lo que se cuece
aquí o allá, y por tanto obrar en consecuencia. Desde esta perspectiva, la
señora Elisa Mouliaá, madre que abandona hace tres años a su hijo con fiebre en
su domicilio para ir de farra a casa de Errejón, y que después de los hechos
denunciados se marcha con el supuesto acosador en el coche de éste a una
fiesta, lo que uno puede deducir es que…
¡Vamos, hombre, que alguien intenta violarte y minutos después te vas a
una fiesta con él! ¿Ajuste de cuentas? ¿Quiero y no puedo? ¿Aprovechamiento de
ese clima victimario que han creado ciertas feministas para…? Sí, para… Y la
prensa detrás, y el común de los mortales, que ejerce raramente el juicio tanto
para votar como para razonar sobre lo
que sea… fútbol y toros…
La
desproporcionalidad con la que se juzgan hechos como éstos o cómo se manejan tantos
asuntos en nuestro país, algo corrientito en nuestra sufrida España, donde un
delincuente tontoelculo como el novio de Ayuso puede poner en jaque al fiscal
del Estado, lo único que hacen es abonar el número de los descreídos y de
aquellos que cada vez tienen menos confianza en las instituciones y en la
seriedad que debería regir nuestro estado de convivencia.
Momentos después de subir este post, Victoria me manda el vínculo de un artículo de Mercé Rivas en Infolibre que toca algunos aspectos que me rondaban por la cabeza, pero que no quise incluir para no convertir esto en un culebrón. Es interesante. Aquí lo tenéis.
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