martes, 9 de octubre de 2018

¿La aventura de los ochomiles convertida en absurdo juego de competición?




Me da alas un impulso irresistible, que me exhorta a emprender algo más alto y más difícil cada vez, a dar el máximo de mí. (Hermann Buhl)


El Chorrillo, 9 de octubre de 2018

O de cómo reducir la montaña a una absurda disputa de diecinueve metros de altura.

La vergonzosa versión que hace El País hoy sobre la actividad de algunos montañeros que dedican parte de su vida a escalar las cumbres más altas del Himalaya (ver aquí) y que ha sido provocada y aventada por Darío Rodríguez, editor de Desnivel, y el alpinista español Xavi Metal y a cuya música se ha unido sin rubor Edurne Pasaban para decir, sin nombrar a nadie, pero en el contexto de la noticia de una mujer china que ha alcanzado los catorce ocho miles, que hay muchos alpinistas que suben a esas cumbres de manera muy poco conveniente sembrando todo de cuerdas fijas y acarreando bombonas de oxígeno comprimido, hace pensar que hay que poner en tela de juicio la buena voluntad de estas personas que, armadas de una inesperada animadversión, entre una cerveza y otra se dedican a desprestigiar implícitamente, o no tan implícitamente, a una mujer que ha dedicado los últimos seis años de su vida a ascender las cimas más altas del planeta.

La ridícula interpelación de Darío tuitteando el “acontecimiento” con un “NO ha ascendido los catorce ocho miles porque Luo Jing la última ascensión la hizo al Shisha Pangma Central (8008 m.) en lugar de la otra cumbre mayor (8027 m.)” y la intervención de Xavi Metal dando enfático testimonio de este hecho, lo que demuestra es que estamos en un clima de infantilismo informativo que en absoluto tiene que ver con los valores que sustentan las actividades de riesgo en la montaña; la fuerza de voluntad, la grandeza moral, esfuerzo, la resistencia al sufrimiento, la superación de dificultades de gran magnitud, también el amor a la montaña, quedan para estas personas banalizadas y reducidas a un juego de patio de recreo en donde desde el palco de los notables algunos espectadores se dedican a minusvalorar a los jugadores que corren tras el balón. Las antipatías personales o el simple hecho de querer erigirse en árbitro de actos ajenos dedicándose a poner los puntos sobre las haches ;-) a algunos les hace perder el norte. Sería digno de saberse si el editor habría puesto tanto énfasis en ese NO en su tuit si en lugar de ser Luo Jing la que ha alcanzado la cumbre central del Shisha Pangma (8008 m.) en vez de la cercana Shisha Pangma, diecinueve metros más alta, hubiera sido, pongamos por caso, Carlos Soria en una hipotética culminación de los catorce ocho miles.

Y el discurso de Pasaban no tiene desperdicio. Yo viví un época muy bonita, dice ella, no como ahora (un escenario donde ella parece situar a Luo Jing) “que toda la montaña queda cosida a cuerdas fijas, un cordón umbilical al que se atan todos los candidatos”. A Pasaban sólo le ha faltado decir que probablemente Luo Jing se había hecho todas sus catorce cumbres a la silla de la reina en los brazos de los sherpas)… no como yo, que puestos, vaya usted a saber. Edurne no tiene ni idea de quien es Luo Jing, pero sin tener ni idea imagina “que habrá usado oxigeno artificial de forma masiva, helicópteros para enlazar campos base y que dispondrá de un enorme apoyo económico para moverse a ese ritmo…”. Como se ve la capacidad de Pasaban para los juegos de adivinanzas rozan lo dantesco. No tiene ni idea pero imagina…

Y si nos vamos al palabreo del articulista de El País ya ni te cuento; para la lucidez del periodista, Óscar Gogorza, lo esencial de Reinhold Messner es que ganó una pasta gansa con eso de los ochomiles. Para este individuo Messner “sabía que la empresa de conseguir ascender todos los ochomiles le concedería fama eterna e ingresos millonarios”. Después de esto viene lo del cronómetro y el marica el último. Lo de Luo Jing, ¿récord o anécdota?, se pregunta el periodista; naturalmente, anécdota, dice, porque la cosa se afirma en la revista Desnivel, Dios en persona, y porque allí estaba en carne y hueso Xavi Metal espiando los movimientos de la china para que él pudiera dar testimonio al mundo de la verdad y sólo de la verdad a fin de que la cosa no pasara al libro Guiness de los Records. Oiga, ¿pero no le huele a usted esto un poco a podrido, como si alguien en la Décima Buitrera de la Pedriza estuviera espiando a Pepito Mangasverdes para ver si éste había o no coronado la cumbre del Pájaro o la Pared Santillana? ¿Alpinistas metidos a notarios, a chivato de la clase dispuesto a delatar a su compañero de pupitre?

Yo tampoco tenía ni idea hasta hace un par de días de quien era Luo Jing, pero es obvio que los diecinueve metros de diferencia de altura entre una cumbre y otra, situadas ambas a pocos metros de distancia, teniendo detrás las otras trece cumbres más altas del mundo, no da para este montaje que se han hecho en El País y en Desnivel, y que para mí lo único que hace es desprestigiar a los medios que divulgan esta clase de peripecias mentales. Es penosa la banalización que hacen de una actividad tan noble como el alpinismo.

Me pregunto qué nos están vendiendo estas personas que con tanto entusiasmo se dedican a minimizar las aventuras ajenas. ¿No tuvieron tiempo de averiguar algo más de esta alpinista, que no fueran esos diecinueve metros que según ellos convierten en falso récord las ascensiones? ¡Hombre, sí, tiempo para contarnos algo agradable, humano, significativo de la actividad alpinística de Luo Jin! No, no tuvieron tiempo para eso, sólo les quedó tiempo para el menos-precio y la descalificación. No estaría mal que ahora que ya nos han dado su versión sobre la importancia de esos diecinueve metros se informaran algo sobre esta mujer y nos lo contaran. Su información siempre será mucho más valiosa que sus opiniones, que en casos como éste parecen sólo destinadas a captar audiencia.

 “Lo importante no es llegar más rápido o a la cima más alta”, se dice en el vídeo introductorio de la “noticia”, algo que parece ignorar quien elabora el artículo. Obras son amores… Las palabras de Hermann Buhl que encabezan estas líneas quizás pongan de nuevo las cosas en su sitio. Sería lamentable que redujéramos nuestra actividad en montaña a esa línea de conducta que parece apuntar en el texto del periódico.


  

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