domingo, 29 de abril de 2018

El bomboncito de Laura



Podéis ver el canal de vídeo de Laura aqui:


El Chorrillo, 29 de abril de 2018

Días atrás me llamó la atención en las redes un vídeo de una mujer joven que había hecho recientemente el Camino de Santiago sola. Una mujer menuda que en un plano algo en picado explicaba desenvuelta su experiencia de una manera muy atractiva y sencilla. Hablaba de su primera experiencia solitaria y contaba el encuentro con otros peregrinos, con la lluvia y las largas horas en ocasiones de cansancio como de una vivencia muy especial que la había enriquecido. Estaba fastidiada porque había dejado una relación con su chico y buscó curación en el Camino. Su aspecto bajo la luz de una bombilla corriente, vestida con un suéter oscuro y mirando hacia arriba a la cámara era de una gran sencillez que era reforzada por su voz segura y coloquial. Le mandé unas líneas para compartir con ella esos días de lluvia que tan bien había elogiado. Cuando contestó me entró la curiosidad y me di una vuelta por su Face. Lo primero que me sorprendió fue encontrarme en su foto de perfil un retrato totalmente distinto en donde era casi imposible reconocer a la primera joven. En ella una mujer en una estudiada pose de laboratorio se mordía coquetamente la punta de la uña del dedo pulgar y sonreía al auditorio con la más halagadora de las sonrisas mirando al espectador con la complacencia de quien está enseñándole lo más bonito que hay en muchos kilómetros a la redonda. Sobre su foto de perfil caían en avalancha un millar de megustas y un centenar y medio de admiradores a los que se les derretían los intercostales ante tan femenina y coqueta belleza. Emocionante, bonita, pan bimbo con nutella!!!, bella, hermosa, linda, mozaaaaaa, transparencia impecable, traviesa; todos estos apelativos y más le dedicaban los peregrinos metidos en ese momento a devotos admiradores de uno de los bonitos ejemplos de la feminidad de este universo. No sé si me será permitido acompañar mi post con su retrato, pero ganas me da de incluirlo para que el lector entienda de qué estoy hablando.

Laura, así se llama la peregrina solitaria de mi cuento, hace además una presentación de sí misma en su perfil muy propia para entender que si todas las mujeres fueran así el mundo iba a ser una entera fiesta de belleza y sensibilidad. Laura sobre todo se gusta a sí misma un montón y hace de su propia imagen una fiesta con la que intenta divertir y exponer ante los demás esos trocitos de vida que ha descubierto y que trata de mostrar. Laura quiere entrar en el corazón de sus lectores a través de vídeos, fotografías, breves comunicados verbales en donde las emociones más elementales se visten de color; quiere que la queramos, que la admiremos, que compartamos su mundo y sus cosas. Laura es pequeña, tan solo un poquito más de un metro y medio, suave, tan blanda por fuera, que se diría toda de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Es tierna y mimoso igual que una niña...; pero fuerte y seca por dentro, como de piedra...

Ella hace una pregunta en su Face, ¿Qué pasaría si hoy te despertaras sólo con las cosas que agradeciste ayer?, y enseguida un centenar de admiradores y medio millar de megustas irrumpen al día siguiente bajo su pregunta dándoles respuestas que ella saborea a la caída de la tarde cuando vuelve de la universidad como si de un polo de fresa se tratara. Laura tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo. Me gusta Laura. Ella caminó setecientos kilómetros sola y a mí la soledad, las caras bonitas y los caminos me emborrachan, así que enseguida me sentí hermanado con los sentimientos que evocaba en relación al Camino.

Ya escribí en mi blog de los caminos sobre aquel encuentro con Beatriz. Beatriz era una peregrina vasca que venía caminando desde Roma y con la que coincidí en el albergue de un pueblecito de Valladolid haciendo este invierno el Camino de Santiago de Madrid. Beatriz no era tan bonita como Laura, pero tenía una mirada cautivadora y apasionada, aparte de unos bellos rizos que caían sobre sus orejas como dos bellas guirnaldas y que daban a su rostro un encanto muy particular. La fuerza de Beatriz era cautivadora, hablaba con manos y ojos acompañando sus palabras como si éstas le salieran del fuego interior de su alma. Fue tan bonita y tan espontánea la velada que cuando nos fuimos a dormir le pedí que durmiéramos juntos; habría sido la noche más encantadora de mi peregrinar de dos meses de invierno por los caminos del Apóstol. Beatriz declinó mi invitación con una sonrisa, seguimos todavía hablando un poco con una taza de café en las manos y pocos instantes después nos dimos un casto beso de buenas noches. Un peregrino y una peregrina en una lluviosa noche de invierno en un perdido albergue de Tierra de Campos abrazados como dos hermanos ;-) en el silencio de la noche bajo las mismas mantas, se me antojaba como una de las cosas más tiernas y bonitas que pudiera darse, quizás el estado perfecto para ganar el jubileo sin necesidad llegar hasta las puertas del Obradoiro y a su desagradecida catedral. Se me ocurre por demás que el Camino de Santiago sería mucho más ameno y lindo si este tipo de situaciones se propiciaran por la Junta de Galicia y otras asociaciones jacobeas habilitando en los albergues de peregrinos camas y literas un poco más anchas que las actuales :-).

Bueno, el caso es que yo quería hablar de los bomboncitos y otras tribus urbanas que pueblan y alegran las calles de nuestras ciudades, pero me enrollé tanto con Laura y Beatriz que ya la cosa se prolongaría en exceso si quisiera referirme a ello. No es fácil encontrar en las redes pequeñas joyas de belleza, simpatía y espontaneidad; un medio que tanto se presta a cliquear megustas, a aplaudir indiscriminadamente, a asentir en media línea y a compartir cartelitos de buen ver, se enrique con estas aportaciones tan espontáneas y cándidas como las de Laura. Así que termino estas líneas con Laura, la pillina de las redes que sabe que es bonita y lo explota subiendo al medio sus fotografías y vídeos, que rigurosamente exploran sus encantos y su sonrisa completando el acto con una buena colección de esos buenos pensamientos aptos todos ellos para subir derechitos al cielo sin necesidad de pasar por el Purgatorio. Que Laura, además de ostentar este perfil, sea capaz de echarse al camino sola para dar cabida en ella a su pasión por la soledad, la belleza de nuestra tierra o las bondades que la lluvia puede derramar sobre el alma del peregrino, da para que uno se detenga a admirarla de parecida manera a como nos detenemos a recrearnos en un campo tapizado de amapolas o en las flores que acompañan los senderos.



Nota: Hay algunos fragmentos no entrecomillados en el texto anterior que evidentemente no son míos sino de don J. R. Jiménez.


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