miércoles, 22 de noviembre de 2017

Podemos, la sombra alargada de una decepción. Nuestra pequeña hermana.



El Chorrillo, 21 de noviembre de 2017

Hace días había escrito las líneas que siguen, pero a la mañana, cuando volví sobre ellas, me pareció que estaba fuera de lugar un asunto tan pasado como el de Podemos. Habría que dejar los tiempos de las nostalgias para otra época, pero... mejor que tirar la cosa a la papelera, ya que está hecha la dejo por aquí aunque sólo sea para suscitar una leve sonrisa en quien pueda leerla. 

Advierto que no quiero hablar precisamente de Podemos, más bien se trata de la sensación que el reflejo de su sombra produce en mí ánimo, una sombra alargada y brillante que en un tiempo supuso un alivio para mi ánimo abotargado por la desesperanza de vivir en un país para el que no había remedio posible y que ahora ha desaparecido de la arena de la playa que la trajo dulcemente a mis pies años atrás; llevada por la resaca de las turbulencias del poder su esencia fue arrastrada de nuevo hacia el fondo marino. Poco a poco los nuevos tiempos acariciaron con su engaño el lomo de sus promesas asamblearias, sus recién nacidos círculos que respiraban el frescor que desprendían las vaharadas del 15M y sin que apenas nos diéramos cuenta el agua se las fue llevando arrastrándolas hacia el fondo marino que todo lo uniformiza y lo engulle. El mar del que surgió la vida en un tiempo se tragó en este caso la infantil ilusión de que íbamos a despertar definitivamente del mal sueño de la desesperanza.
"Estábamos dormidos y despertamos". Despertamos pero al poco tiempo, cuando aquellos mismos que suscitaron nuestras esperanzas obtuvieron sus poltronas y descubrieron el sabor del poder, la esperanza, que alimentábamos con tanta ilusión, succionada por la irresistible atracción de ese poder que habíamos otorgado con nuestra confianza a un grupo de personas, no tuvo más remedio que rendirse a la evidencia de que aquello había sido poco más que un sueño. El compromiso no escrito de conservar el fuego del 15M entre nosotros, falseado por el líder y sus allegados que rentabilizaban así el impulso de aquel mes de mayo para hacer de él una herramienta más del "sueño de la razón" con que amasar influencia y poder, se hizo humo. La certeza de que hechos excepcionales en la historia de un país, como el nacimiento de un Podemos o el 15M sólo se producen en largos periodos de historia, alumbra a una desesperanza que no se ve con fuerzas para en el curso de la vida que a uno le queda pueda haber algún cambio significativo. La desconfianza, similar a la que siguió a tantos años de poder de los socialistas en aquellos años de la Transición, hunde sus pies cada vez más profundamente en el fango del escepticismo. 
Con el trajín de la noche anterior en torno a los libros de mi biblioteca esta mañana pensaba que de pronto se me iban a aparecer ideas y fragmentos de alguno de los libros leídos que me fueron caros en otro tiempo pero que los años han ido arrinconando en oscuros cavernáculos de mi memoria; libros con que paliar el escepticismo y la desesperanza tan al acecho estos días. Al hilo de lo que estaba escribiendo más arriba yo sabía que en cierto libro leído décadas atrás de un autor italiano con nombre de músico y cuya portada era azul, había algo relacionado con lo que quería escribir. Ponerse a mirar libro por libro hasta encontrar la dichosa portada no es cosa que me guste mucho así que recurrí a las aficiones bibliófilas de mi chica que enseguida se ofreció a buscarme el libro. No tardó en dar con él más de un par de minutos. Tengo que decir que la bibliofilia de mi chica me es muy útil. Hace siglos que no pongo en orden mis libros, que sufren con frecuencia mi tendencia al desorden y a dejar el libro extraído en el primer estante con el que me topo, sin embargo tener en casa, algo que soluciona periódicamente el hada amante de los libros que tengo en casa, que fervorosamente cada cierto tiempo vuelve a poner cada tomo en su lugar, da un alivio a mi pereza. Disculpas por el prolegómeno. La esperanza, se titula el tomo de Francesco Alberoni que buscaba. Abro el libro, las páginas están cosidas a subrayados y anotaciones. Reproduzco  algunos subrayados a voleo: Cuando estés jodido, "es mejor permanecer inmóvil y esconderse, tal como hacen los animales heridos. Incluso debemos desconfiar de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y de nuestras previsiones". En otro lugar el autor invita a salir de la jaula mental que nos tiene aprisionados en la desesperanza para decirnos que existen otras posibilidades que desconocemos. Machaca con la idea de desarrollar una actitud positiva hacia la vida y el futuro. Sin embargo, de entre todo lo que voy encontrando en sus páginas al fin termino dando con el capítulo en donde un enanito me estaba dictando existía un hilo conductor que me podía llevar, no sé de qué manera, a algo que intuía podía dar continuidad a mis razonamientos. El capítulo se titulaba El arte y la belleza. Tengo que sumergirme en la lectura para comprobar si la pista es falsa o no. Veamos, copio: "Cuáles son las cosas que todos, absolutamente todos continuamos buscando, apreciando y amando instintivamente a lo largo de los siglos y de los milenios? ¿Qué cosa permanece y, a la vez, une a los hombres? La respuesta es ésta:
Las obras de arte. Únicamente las obras de arte.
"Mientras que la opinión, la ideología y la religión dividen, el arte une. Un musulmán puede admirar la basílica de San Pedro y un cristiano la mezquita de Córdoba. Las grandes obras de arte nos permiten acceder a un mundo superior en el que establecemos contacto con las esencias, que tienen la extraordinaria propiedad de ser universales.
Uno tiene que buscar en lugares curiosos y dispares para intentar no sucumbir a la desesperanza y quizás paradójicamente el arte, la belleza, sea una de las vetas a explorar para mejorar la salud de los ojos con los que miramos la realidad. Que ya no puedan hacérsenos los dedos huéspedes con la llegada de algún extraterrestre que nos salve de la quema, no debería impedirnos mirar a nuestro alrededor con cierto optimismo. El que Podemos, como decía Alba Rico en una entrevista, se haya convertido de la cosa más bonita del mundo en algo feo, quizás pueda ayudarnos a comprender mejor la realidad y la complejidad del mundo en que vivimos, de manera que no nos atosigue un pesimismo inmovilizador. 
Días atrás un personaje de la película Nuestra pequeña hermana (un film de Hirokazu Koreeda), contaba de una anciana a punto de morir que, mirando a través de la ventana del hospital los ciruelos en flor, decía que la belleza todavía le conmovía. La belleza como antídoto y refugio frente a las fealdades del mundo, el juicio de Alsasua, la bazofia de la policía municipal, la Manada, los caretos todos del partido en el poder, la pérdida de rumbo de Podemos, los iluminados del partido socialista, los votantes que ratifican con su voto la corrupción más lamentable, los gilipollas del IBEX dedicados como el rey Midas a la tarea innoble de hacer oro con el sudor de los currantes. Puf, acabo, que ya empieza a apestar solamente por el hecho de nombrarlos. 

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