jueves, 2 de octubre de 2025

La avispa Felipa

 


02/10/2025

Últimamente tengo la sensación de que pensar en el tiempo que me queda por vivir puede convertirse en una buena manera de asumir el día a día con cierta suerte de lucidez, e incluso de satisfacción, esa que se produce cuando encuentras que estás en el sendero correcto hacia la comprensión de algo que te inquieta. 

Desde que he regresado de las montañas, leí en algún lugar que cuando regresamos de un largo viaje el que regresa en cierto modo es otro, hay algo que me corre por dentro que no sé definir y que apunta a ello. Eso y la muerte de Antonio Montes, y añadiría el contacto con la tierra que estoy teniendo últimamente, la tierra, el estiércol, las plantas en general, los animales de la parcela, incluida esa avispa que anuncia el título del post. No es corriente encontrarse con circunstancias diferentes que en un momento determinado, como cuando ríos y grandes afluentes se encuentran, coadyuven, como lo hacen en este momento estas circunstancias, para encontrar cierta clase de comprensión de la realidad. En este caso comprensión e integración de lo que uno hace y espera del tiempo futuro en ese aproximarse lentamente a la nada. 

Qué a mí me dé por hablar de megaidiotas cuando me refiero al Payaso Donald, o incluso a muchos representantes de la UE, o aquí en Madrid de esa esperpéntica señora del gobierno madrileño, tiene que ver obviamente con el concepto que uno tiene de la realidad global y del significado que da a la existencia.  

Es el caso que estos días estoy a las puertas de una nueva manera de relacionarme con el entorno físico en que vivo. Y por añadidura haciendo equilibrios con el otro entorno, el social, los otros, el mundo. Se han pausado en mí los ánimos para salir de momento al monte y esto ha sido sustituido por una relación con la tierra y las plantas que está empezando a llenar de pajaritos mi cabeza. Hoy durante la comida hablando de estas cosas con Victoria recordé que Byung-Chul Han había escrito un libro en un tiempo que se dedicó a la jardinería. Indagué y lo encontré, Loa a la tierra, es su título. Mañana lo tendré en casa. Creo que su lectura puede ser una buena manera de seguir en contacto con estas pulsiones que se me han despertado en torno al arrimo del hábitat donde vivimos.

Me preocupa el hecho de emplear el tiempo que me queda de vida en algo que me venga al ánimo con fuerza, y la sintonía con la tierra, con los animales o las plantas parecen estar despertando en mí una muy buena disposición. Una posibilidad al alcance de mi mano que sólo necesita atravesar el umbral de mis expectativas para convertirse en realidad. Hablaba de estas cosas con Victoria mientras a nuestro alrededor Felipa y una de sus compañeras sobrevolaban nuestros platos de la comida. Felipa lleva una semana viviendo en nuestro porche desde que descubrió dos cestillos llenos de uvas maduras. Las vimos el primer día y lo primero que hicimos fue cubrir los cestillos con dos paños, pero enseguida descubrieron que los cestillos tenían dos aberturas laterales por donde se podían colar. Nos cayeron tan simpáticas que le pusimos nombre y a partir de entonces dejamos el cestillo al descubierto. Ahora a la hora de la comida Felipa y Pepa, su compañera, aparecen de no se sabe dónde y sobrevuelan constantemente nuestros platos. Victoria ya ni siquiera las espanta. Las contemplamos cómo van y vienen y cómo vuelan con su tajada a un lado del plato para dar cuenta de ella. Son inquietísimas, no paran un momento, parece que tuvieran la pulga Benito dentro, ahora sobre las uvas, después sobre el queso, a continuación sobre las lentejas; pero lo que más les gusta son las uvas. No me extraña, tienen parecido gusto al mío. Me encantan esas uvas de final de temporada que dan las parras del amigo Pedro, maduras, dulcísimas, tanto que te dejan un pegajoso pringue sobre los dedos. No intentes buscar a Felipa y a Pepa en horas que no son de la comida, porque no están. Ellas tienen ajustado el reloj a los hábitos de la gente de El Chorrillo.

Me digo, quién pudiera compaginar la sana preocupación por los males del Mundo, esa herida abierta que es Palestina, sin más, con una sana distancia, Menosprecio de corte y alabanza de aldea. Siempre el mismo dilema. ¿A qué te dedicas?, me preguntaba ayer un amigo. Y la verdad es que no sabía muy bien qué decirle. No leo, apenas oigo música, los únicos trabajos reales son los de la parcela y acaso ese rato de escritura cuando me da la vena. Pero sobre todo pienso en cómo reconducir este tiempo por delante. Carlos el otro día decía en una entrevista a los de Antena 3 que al fin se había dado cuenta de que tenía 86 años. La conciencia de los muchos años que uno va teniendo por fuerza tiene que transmitir algo a nuestro yo deseoso siempre de aclararse en medio de la complejidad del vivir. Y en ello estamos.

Veremos lo que escribe Byung-Chul Han a partir de mañana. Probablemente su lectura dé para más reflexiones. Ese loa a la tierra es la exacta expresión que llevo yo estos días en mi ánimo cuando paso la mañana cubriendo de estiércol nuestra parcela.

Termino y  pienso en Felipa. ¿Qué estará haciendo a estas horas de la noche? ¿Dormirá, soñará con algún especial manjar? También me acuerdo de la rana que rescaté el otro día limpiando el estanque de los peces y que por la noche se escapó del cubo en que la tenía encerrada hasta poner en orden el estanque. ¿Dónde se habrá ido? Una pena, porque le habíamos preparado buena compañía con las nuevas carpas que vamos a traer. Las otras que teníamos murieron con aquel estrepitoso granizo que cayó en primavera, y ahora queremos restituir nuevos ejemplares al estanque. Las carpas y su deslizarse por el agua son siempre un bonito espectáculo. Voy a tener que ir como cuando era niño a buscar una junto a las aguas del río Alberche para hacerles compañía.


8 comentarios:

  1. Teniendo en cuenta que vivimos en la sociedad de la información, y que, con independencia de las “fake news” que a veces nos cuelan, en algunos casos los datos resultan bastante veraces por ejemplo, los relativos a la probabilidad de vida media de las personas, es decir, ambos sexos, sabemos que en España se sitúa en torno a los 84 años, en la Europa de la UE en 81,5 años y en el resto del mundo en 73,45 años. Cabe pensar que en nuestra entrevista con la Parca, teniendo una suerte media, estará en torno a esas cifras; lo cual no obsta para que, con una suerte plena, podamos vivir unos cuantos años más. En cualquier caso, eso es lo que te deseo: una vida larga y en plenas facultades.

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  2. Gracias por ese deseo, que igualmente será mutuo, sin embargo digamos que más que la cantidad de años que necesitamos por delante mejor decir que lo que realmente queremos son años lúcidos y autoconscientes. Fuera de eso...

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    1. ¿Por qué temer perder lo que se tiene? Cuando la conciencia se extinga, el dolor de cualquier pérdida será, precisamente, lo que ya no sentiremos.

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    2. Interesante cuestión. ¿Dejar de ser yo? Pensar desde el yo que somos, el yo que no seremos, que no sentiremos, me produce un gran malestar. Mi yo actual tiene necesidad de ser en todo momento consciente de su yo. Si no soy consciente no soy yo, mi yo ha desaparecido y ha sido sustituido por un ser vivo que come, defeca o duerme, un ser vivo sin alma :-); sin conciencia (visto desde la distancia del ahora), es lastimoso decirlo, nos convertimos en un animal no racional. Queda sí la perplejidad de los seres queridos que contemplan esta dualidad de lo que fue y de lo que es. Pero eso es otro asunto.
      Después desde el punto de vista práctico, y viendo la experiencia de tantas personas que conocemos en esa situación, sus familiares sobre todo, es muy difícil pensando que puedas entras en semejante túnel, aceptar la vida que les puede esperar a tu pareja, tus hijos, etc. Mejor atenerse a esos puntos suspensivos que dejaban en mi comentario anterior.
      De todos modos especular de palabra como hacemos tú y yo, tú con ese "por qué temer...", pues bueno, sí, pero... En la práctica, aunque nos conozcamos poco, no te veo no temiendo perder eso que no tienes. ¿O es sólo una interrogación retórica?

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  3. ​El temor individual a la pérdida de la autogestión de nuestra mente es infundado desde la perspectiva de una persona sana que no puede adivinar el futuro. Como decía el poeta: "Es una falsa experiencia vivir temiéndole a todo; cada cual tiene su modo, la rebelión es mi ciencia."

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    1. Bueno, infundado o no, un concepto subjetivo, ahí está. Así funcionamos. Nadie que tuviera un hijo de reportero en la Franja de Gaza estaría exento de temor.

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  4. ​Bueno, mirándolo así desde el punto de vista de la Kufiya, puede que tengas razón.

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    1. Miro tu entrada en medio del follón de Atocha. Tantas y tantas kufillas a nuestro alrededor. Palestina libre hasta que nos quedemos sordos.

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