sábado, 24 de mayo de 2025

Pasión y moral

 

La pasión de Hitler.Pilas de cadáveres, poco después de la liberación del campo de Mauthausen.
Escalada en Patones. Otra pasión


El Chorrillo, 24 de mayo de 2025

Los comentarios que me envía Enrique Muñiz por guasap se convierten con frecuencia en fuente de nuevas reflexiones. Hoy, a propósito de los apuntes de ayer en mi diario que hablaban de las pasiones como si fueran un combustible capaz tanto de hacer de la vida un arte como de arruinarla, Enrique introduce un nuevo factor en la argumentación de las pasiones relacionado con la moral. Aquí parte de su mensaje:

“Como siempre, he encontrado tu publicación de hoy interesante y amena. Sin embargo, deseo expresar mi desacuerdo con el título. Considero inapropiado encasillar en un mismo contexto el bien y el mal. La pasión, en su esencia, posee un significado noble: se manifiesta en el amor, el deseo, la escultura, la pintura, la música, la danza, la declamación, entre tantas otras expresiones elevadas del espíritu humano. No puede ni debe equipararse con figuras como Hitler, Stalin, Pol Pot y otros tantos individuos marcados por profundas perturbaciones.

Llamar “pasiones” al asesinato, al afán de enriquecimiento desmedido, al imperialismo o a la búsqueda de un poder omnímodo, es a mi juicio, un error conceptual. Estos comportamientos no son pasiones, sino patologías”.

Le contesto que entiendo que el bien y el mal son conceptos morales surgidos en la conciencia de los hombres para preservar la convivencia grupal y hacer más eficiente la vida. Algo ajeno, pienso, al impulso interior, pasión, deseo, llama, como quiera que se le quiera nombrar, que hace de combustible, que nos impulsa, a veces ciegamente, a determinados fines; pura energía interior. La moral y las pasiones entiendo que son dos conceptos que poco tienen que ver entre sí. La moral es un constructo nacido de la eficiencia de la relación de los sapiens entre sí, una actitud frente a los hechos que clasificamos como buenos o malos, pero que no deja de ser una adaptación evolutiva del desarrollo del hombre que contribuye al buen funcionamiento de la comunidad de parecida manera a cómo han evolucionado las jerarquías y los cometidos entre las abejas de una colmena.

No parece que el origen evolutivo de las pasiones humanas sea otro que la necesidad de disponer de mecanismos adaptativos para resolver problemas específicos de supervivencia y reproducción a lo largo de la historia evolutiva de nuestra especie. Esa energía interior que constituyen las pasiones, que se considera ajena a la moral e impulsora de nuestros actos, de no ser controlada puede traducirse, si vas en un coche, en que saltes por encima de un acantilado y te estozones doscientos metros más abajo, mientras que si la controlas, ese mismo combustible que te lleva al desastre te puede llevar a Roma, puede servirte para hacer de la vida algo hermoso. Las pasiones son fuentes de energía pura y tanto pueden alimentar el amor como los desvaríos de los que gastan su vida en acumular, en deseo de poder, venganza, etcétera.

La RAE en este caso anda bastante acertada: “Pasión: f. Perturbación o afecto desordenado del ánimo. Sin.: Emoción, arrebato, frenesí, arranque, fogosidad, ardor, lujuria, fuego, llama”.

Esos comportamientos negativos que menciona Enrique, y que dice que no son pasiones sino patologías, por mi parte considero que sí son pasiones, bien que pasiones patológicas (patológico, un concepto que no hay que olvidar que se asienta sobre la base de una idea moral de cuyo origen he hablado más arriba). Creo que debemos entender nuestras inclinaciones como salidas de una potentísima fuente de energía primera que nos impulsa a amar, acumular, desear el poder, la venganza, el odio, etc. Y aquí volvemos a aquella idea de lo que podemos hacer con una sartén llena de aceite puesta al fuego. Opción una: freír unos huevos o unas alitas de pollo. Opción dos: meter las manos en el aceite hirviendo, que en términos de comparación es lo que hizo Hitler con las desordenadas pasiones que engendró su ánimo. La idea de Enrique de que la pasión, en su esencia, posee un significado noble, me parece por tanto errónea, dado que pone en concomitancia dos conceptos, pasión y moral, que no admiten más que una dependencia sintáctica en donde pasión sería el sustantivo y moral aquello que atribuimos a la pasión, que tanto puede ser moral como inmoral. Se puede decir que la lluvia es maligna si produce inundaciones y catástrofes, o benigna si se produce en tiempos de sequía. Decimos de las pasiones que son esto o lo otro, pero no podemos asignar naturaleza de nobleza a un concepto que sobrepasa ese concepto moral de nobleza para hundir también sus raíces en la ignominia.

La moral como subproducto de muestra conversión en seres sociales surgida en algún estado primitivo de nuestra evolución, tiene relación con un asunto que trataba Enrique al final de su comentario al plantear la eterna disyuntiva, o complementariedad, diría yo, entre “nacer” o “hacerse”. Afortunadamente, escribe él, sólo una minoría ínfima llega a materializar tales desviaciones en la práctica. Podría extenderme, pero creo que es suficiente por hoy. Yo vería esas desviaciones en la práctica, imagino, como aquellas pasiones no deseadas que afectan negativamente tanto al individuo como a la sociedad. De ahí nacería la diferencia entre el “nacer”, las pasiones latentes que la genética engendra en nosotros y el “hacerse”, que correspondería al ámbito moral, a la construcción que efectuamos las personas sobre la base de nuestra genética heredada. Todos nacemos con una base pasional, pero a partir de ella unos edifican ladrillo a ladrillo su condición de canallas, mientras que otros hacen de su persona la materia prima sobre la que modelar moralidad, creatividad, empatía…


2 comentarios:

  1. Te vamos a proponer para el nobel dé filosofía (no se si existe) y en su defecto para el de literatura

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    1. Os sumamos a ti, a Miguel Angel y a Santiago y así nos sale más barato el viaje a Estocolmo :-).

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