lunes, 28 de abril de 2025

Inquietud




El Chorrillo, 28 de abril de 202

España aparece colapsada por un fallo en el suministro de energía eléctrica.

Hace un par de días cerraba mi post con la palabra “inquietud”. Vivía la sensación de que en cualquier momento puede suceder “algo” que altere la relativa tranquilidad que vivimos en Occidente. Metido en un mundo con una avanzada tecnología que sirve a nuestro “bienestar” pero que también puede servir a nuestra destrucción, dado que nuestra capacidad destructiva actual supera con creces la posibilidad de aniquilar la civilización varias veces, y considerando que quienes gobiernan una parte sustancial del mundo, hoy, en medio de este inesperado apagón, esa inquietud asoma indiscreta su hocico en esta hora de espera.

Me voy, o al menos me iba; había empleado la mañana en pertrechar la furgoneta para un viaje al norte, paseo primaveral por las montañas, una visita a algún amigo, y cuando sólo me faltaba meter en la furgo algo de comida, se fue la luz. Se fue la luz, los trenes parados, el metro, los semáforos cancelados, las comunicaciones interrumpidas, Internet nada, en casa sin agua, las comunicaciones cortadas.

Resulta inquietante que “algo”, lo que sea, pueda parar el mundo en un solo acto. ¿Tan frágiles somos, tan expuestos estamos? Nos encontrábamos tan tranquilos y un minuto después el mundo se para, las comunicaciones, los suministros. De repente te encuentras aislado en tu casa mirando atónito el teléfono que se ha sumergido en un rotundo silencio.

¿Cuál podría ser la distópica situación si esto se prolongara, digamos, una semana, un mes ? ¿Alguien lo puede imaginar? Alguien puede imaginar donde quedarían las estupideces de la última portada del periódico que leíste esta mañana, que si el hermano de Sánchez o la tal Begoña, las diarreas de Podemos, la hipocresía de toda la bancada de la derecha, todo ese jueguecito de los jueces, incluso las ínfulas bélicas de la UE y todavía peor el circo ese de los cardenales de Roma a cuestas con sus sospechosos deseos de soterrada lucha por el papado.

¿En qué quedaría el mundo si todo parara totalmente durante unos días? Quizás fuera entonces una excelente situación para reflexionar sobre el estado de nuestras aspiraciones, sobre la vida de la política diaria entretenida en averiguar si lo que se acerca son galgos o podencos, para reflexionar en mano de quienes estamos, políticos, gobernantes, jueces, chusmas de distinto color y gradiente especialmente representadas últimamente en una legión de comentaristas de las redes.

El mundo, España, necesita unos ejercicios espirituales al modo en que los hacíamos de niños en los Salesianos. Una semana de suspensión de tareas para centrarnos en la reflexión del mundo que estamos creando, golpe a golpe, verso a verso.

Me hacia ilusión una pequeña escapada primaveral, el cañón de río Lobos, la Sierra de Aralar, el Txindoki, charlar un buen rato con el amigo Juanjo allá por el norte de Burgos, incluso volver a ver los cuadros de Zuloaga o darme una vuelta por las calles de Bilbao y acaso volver a visitar el Gughemheim, pero ahora ese hilo de inquietud que me produjo este inesperado apagón, deja mi proyecto en el aire. La furgoneta está lista con todo lo necesario para pasar el tiempo que sea de viaje por el norte, montes vascos, bosques, Picos de Europa, Redes, el rumor de las olas rompiendo junto a mi vivac en los acantilados o las playas, pero no me decido. Mi ánimo se ha hecho frágil y parece que basta que un pequeño incidente se ponga delante para que vuelva a ver las rutinas de mi casa como un acogedor regazo en el que refugiarme. No recuerdo bien el porqué de aquel grito de E. T., la película de Spielberg , cuando clamaba por su casa. Ante la inquietud, por pequeña que sea, mi casa es como mi propio regazo para nuestro gato Mico.


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