El Chorrillo, 24 de abril de 2025
Esta tarde, en el Cercanías camino del
dentista, tenía en la cabeza las masas que se van a movilizar estos días para
rendir homenaje al fallecido papa Francisco. Recordaba el libro que Elías
Canetti escribió sobre las masas, Masa y poder, y lo que pretendía era
profundizar en la razón de ser de esas masas. Algo escribí en el tren y
mientras esperaba mi turno en el dentista. La personalidad de este papa
revolucionario que no hizo ninguna revolución, que llenó su papado de no mucho
más allá que de buenas palabras y que confraternizó con su silencio con los
miles de crímenes y torturas de la dictadura de Videla, está resultando estos
días totalmente caricaturesca a la vista de los acontecimientos que se avecinan
y de los titulares con los que la prensa intenta hacer de este papa lo que en
absoluto fue. Todo esto para los próximos días: Se espera una asistencia
masiva, con más de un millón de personas congregadas en Roma para rendir
homenaje al pontífice fallecido. Entre los asistentes confirmados se encuentran
más de 130 delegaciones oficiales, incluyendo 50 jefes de Estado y 10 monarcas,
como los reyes de España, Felipe y Letizia, y los reyes de Bélgica. Para
gestionar la gran afluencia de fieles y garantizar la seguridad, se ha
desplegado un amplio operativo que incluye más de 2.000 agentes de seguridad,
drones de vigilancia, tiradores de élite y el cierre del espacio aéreo sobre
Roma. Además, se han añadido 260.000 plazas en trenes y se esperan 20.000
llegadas adicionales en los aeropuertos de la ciudad.
¿Y qué pensar ante todo esto, ante este
montaje a nivel mundial, que dando la vuelta a lo que fue realmente este papa,
puro silencio ante las atrocidades de la dictadura militar, nos lo quieren
presentar como quien no fue? Tragamos todo lo que nos echen encima; si somos
reticentes ante los gastos militares, entonces nos inventan que los rusos están
a punto de atacarnos y con ello podemos pasar ya mismo del 1,14% del PIB al 2 %
en este mismo año, y próximamente al 4% (no
hay dinero para
Somos masa, nos tratan como borregos adocenados; los
instrumentos del poder y las conveniencias mandan. Ni democracia ni nada. A la
democracia también se la domestica; para eso están los medios y la ingenua
incredulidad de la masa.
Masa. Me voy con ella. Arranca el
tren en la estación de Humanes.
¿Qué significan esas grandes masas que
desfilarán el próximo sábado ante el cadáver del papa Francisco, masas que
desfilaban ante el cuerpo presente de Franco, esas largas colas que aún en la
plaza Tiananmen de Pekin rinden a diario homenaje a Mao Tse Tung
frente a su cadáver? El amor de la multitud al líder, al cantante de moda, es
buen asunto, curioso de veras. Tres experiencias personales para acercarme a
este tema, una, la circunstancia de haber coincidido hace años en un viaje por Guatemala
con la visita del papa Juan
Pablo II, un
espectáculo digno para el mayor conocimiento de hasta dónde el fanatismo y el
enajenamiento pueden llevar a las masas a perder la conciencia de sí; una
segunda nuestra asistencia en
Para Elías Canetti, Masa y poder, una
masa es una forma especial de agrupamiento humano donde los individuos pierden
su individualidad y pasan a actuar como un solo cuerpo. No es simplemente una
reunión de personas: es una fusión emocional y energética. Cuando uno forma
parte de una masa, cada persona pierde su “yo” y se convierte en uno con la
masa. Se trata de una forma primitiva de expresión que ha perdurado a lo largo
de la historia en ámbitos como la religión, la política, el deporte o la
guerra. Para Canetti, la muerte del líder refuerza la cohesión del grupo.
Comprender los mecanismos profundos que
llevan a la masa a manifestarse como uno, debería llevarnos por la vía de la
herencia a analizar el modo en cómo nuestros lejanos ancestros llegaron a las
primeras formas de socialización. La mejora existencial del individuo que
encuentra en el grupo protección y ayuda, debió de desarrollar en éste una especial
disposición de adhesión y reverencia hacia el líder del grupo como elemento de cohesión
entre los componentes de una comunidad.
Aparecer en la plaza de Plaza de Tiananmen y encontrarnos con una multitud haciendo
cola ante el mausoleo de Mao, ejercía en mí
parecida sensación a la que me producía asistir a la misa solemne que celebró Juan
Pablo II en
Guatemala. Recorríamos
Centroamérica desde Méjico y llegamos casualmente a Guatemala al mismo tiempo
que el Papa. Salimos a la calle aquella mañana,
Detrás los mamposteros de bonete rojo
sonreían y saludaban a la multitud que llenaba la calle. Mientras, el gentío
que abarrotaba las calles miraba perplejo en qué habían quedado sus
expectativas de ver a un Papa que ni siquiera tuvo la consideración de moderar
la velocidad del papamóvil para saludar a los feligreses. El Papa que en el
interior de su papamóvil pasaría a toda la velocidad por las calles
alfombradas de flores como quien tiene prisa de echarse una siesta.
El espectáculo que se había ofrecido
previamente entre los fieles en el espacio del estadio donde el Papa celebraba
la misa, era propio de personas enajenadas que contemplaran allí mismo el
descenso de Dios desde los mismísimos cielos. Ojos extraviados por la devoción,
el fervor brotando de los ojos, la mirada puesta en el ínfimo punto que era el
Papa allá a lo lejos. Un Papa acompañado por Ríos Mont como representante del
dinero y de la masacre indiscriminada de los años ochenta (entonces presidente
del Congreso y aspirante a
En Tiananmen el espectáculo era algo distinto, era
también folclore incentivado por el culto a la personalidad y manifestación de
esa cohesión grupal que los líderes estimulan, pero tenía también mucho de
desenfadada fiesta. Los chinos, que culturalmente se deben más a la sociedad y
que son menos individualistas que nosotros, celebraban en Tiananmen un rito
identitario de comunión con los otros. Su ser masa, ser una cultura, una
historia milenaria, hacían del individuo común un elemento esencial en el
conjunto social. La masa reforzaba estos lazos. En Tiananmen todas las mañanas
sacan del congelador el cadáver de Mao y lo exponen al público durante un par
de horas. Esa mañana, muy temprano, la cola debía superar el kilómetro. La
sensación de humanidad en continuo movimiento es muy fuerte siempre en China,
pero no es una impresión desagradable, en ocasiones es incluso divertido:
empujones, achuchones, gentío continuo e ininterrumpido por todos los lados.
La unción y la devoción de los
guatemaltecos tenía más que ver con una cultura que no ha salido todavía de
¿Qué es lo que nos invita a hacer del Papa
Francisco un revolucionario que no fue? La tendencia a magnificar y envolver en
meliflua bonanza a este personaje, se parece mucho al intento que hacen tantas
personas a las que retrata aquel dicho de que por mucho que el mono se vista de
seda, mono se queda. Sin embargo, ahí está medio mundo rindiendo un homenaje a
alguien que guardó totalmente silencio ante miles y miles de asesinatos. Ponga
usted a la masa a caminar y la historia se habrá convertido en un cuento de
hadas.
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De los tiempos donde muchos quedaron en el fondo del Río de la Plata |
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