El Chorrillo, 22 de diciembre de 2024
Levantarte por la mañana y encontrarte en un temprano
guasap un tema sobre el que discurrir nada más encender el teléfono, es un
pequeño regalo. La mente, deseosa como tantas veces de entrar en actividad, no
pierde el tiempo en tomar nota. Lo guarda ahí, espera a desayunar y a hacer los
ejercicios matinales pertinentes y, concluidos éstos y sentado el sujeto al sol
frente a la ventana que da a la sierra de Gredos, ese dichoso sol de invierno
que entrando rasante en la cabaña calienta el cuerpo como animándole a bien
inaugurar el nuevo día, enciende el ordenador y se apresta a teclear palabra
tras palabra mientras observa cómo desde las yemas de los dedos éstas saltan y
van formando como hileras de hormigas en la pantalla. El sujeto, sus manos, su
mente, necesitan entrar en calor. Ese es el cometido de estas primeras líneas
que van llenando el fondo oscuro de la pantalla. En ocasiones este entrar en
calor se prolonga, el caso de hoy, con digresiones aquí y a allá como quien
espera que algún tema venga a posarse en sus manos como un pajarillo. Mientras
tanto, el aspirante a escribir algo ha observado que en el comedero de pájaros
frente a la ventana se han posado unos carboneros que miran a un lado y a otro
como decepcionados de que el habitante de la cabaña se haya olvidado de llenar
el recipiente de alpiste y pipas, así que éste deja por un momento la
escritura, se levanta, toma la bolsa de la comida y se llega al comedero.
Derrama allí un par de puñados de comida y se vuelve a su ordenador no sin
antes comprobar que ya están allí gorriones y carboneros dando cuenta de su
habitual desayuno.
Bueno, y ya está bien de digresiones y calentamiento. Al
asunto. Paco me felicita esta mañana las Navidades en esperanto sobre un fondo
de la imagen de la nebulosa Ro Ophiuco. Mi amigo, que observa en ocasiones la
realidad a través de la refracción del prisma de lo político y la dominación,
opina que el esperanto debería ser la lengua vinculante universal, ya que siendo
la lengua un instrumento de dominación cultural, quien extiende su uso, el
inglés sin más, ejerce su poder a través de ella. Y yo, que apenas me había
quitado las legañas todavía, me quedo pensando sobre esta idea, pensando porque
sin saber bien por qué, mi ánimo la rechaza. Así que no tengo más remedio que
indagar el por qué de ese rechazo ante la idea de que el esperanto se convierta
en la lengua de comunicación universal. Y pienso, siguiendo el hilo de su
propuesta, en los males de todos los nacionalismos que exacerbando lo propio como
la panacea para resolver todos los males, hacen de la lengua una bandera que
llegado el caso puede servir para destapar la caja de los truenos. Pero caigo
enseguida en que la riqueza, la enorme riqueza cultural de las naciones y los
grupos humanos, merecen otro trato que no sea el de la exclusividad. Muy por el
contrario, considerar la propia lengua y la del vecino, que las 7000 lenguas
que existen en el mundo son uno de los más preciados tesoros que ha creado la
humanidad, en absoluto está reñido con ningún tipo de exclusividad y que siendo
como son la magnífica expresión de la creatividad, el puente de comunicación
por excelencia con los otros hombres, debería gozar del mayor respeto por parte
de todos. La inigualable riqueza de las lenguas como ser vivo, que de parecida
manera a la gestación de cualquier mamífero ha ido desarrollándose a partir de
un óvulo y un espermatozoide, en la lengua acaso a partir de expresiones espontáneas
como gritos, exclamaciones, risas para expresar una emoción, algo, es tal que
pensar en inventar una lengua así sin más como quien inventa mecanismos y
piezas para construir un automóvil, resulta cuanto menos tan mecánico y frío,
tan carente de alma, de historia, de sentimiento, que ya la sola idea de que
tuviéramos que aprender una lengua como el esperanto, me resulta anacrónica e
inconcebible.
Cierto que la lengua puede ser un instrumento de
dominación, pero amigo, bendito imposible si éste proviene del alma universal
que subyace en el corazón de todos los idiomas, donde la esencia no son ni
mucho menos los países ni el poder concreto de éstos en un momento en la
historia, donde el ruso, el griego antiguo, el francés, el castellano, el
alemán, el acadio en que fue escrito Gilgamesh, el griego o arameo en que fue
escrita
Que la lengua pueda convertirse en instrumento de poder es
la consecuencia lógica de cualquiera de los instrumentos que se han inventado a
lo largo de la historia de la humanidad, las puntas de silex, los martillos de
piedra, la rueda o la bomba atómica. ¿Habremos por esta vía de razonamiento de
prescindir de cualquier lengua que se imponga sobre las otras y buscar una
alternativa en el esperanto?
Le comentaba a Paco que las lenguas son como las flores,
nacen al calor del sol y la humedad de la tierra dentro del cuerpo de la
sabiduría del tiempo y las necesidades de expresarnos. Sobre el esperanto, bueno,
por mucho que la imaginación de Mary Shelley echara con su Frankenstein,
imposible sería pensar que pudiera llegar a la riqueza con la que la evolución
ha conformado al hombre; el mismo argumento sirve para el lenguaje. ¿Sustituir
un ser vivo como la lengua por la fabricación casera de otra lengua al modo de
Mary Shelley? No, gracias.
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