Mario comiendo macarrones en algún lugar del Pirineo |
“Podéis
consideraros feliz de que se os haya permitido crecer sin tener que sufrir la
más mínima limitación por parte de vuestros padres, porque la mayoría de los
humanos no son más que restos de un gran banquete en el que han entrado a saco
hombres de distinto apetito y gusto”. (Novalis, Enrique de Ofterdingen).
¿Quién
que mire un poco por el origen de su ser, su modo de pensar, las creencias que
sustenta, no se detendría ante estas líneas para cerrando los ojos tratar de
aclarar las fuentes de su propia persona?
Vivimos
hoy de manera en que parece imposible que tuviéramos tiempo para semejantes
zarandajas, esas cosas propias, parece, de gentes de otros siglos que no
estando bombardeados por tantos estímulos las veinticuatro horas del día,
podían pensar dilatadamente en sí mismos y en la realidad que les rodeaba
haciéndose preguntas que para el común de los mortales de nuestro tiempo
parecerían absurdas. ¿Alguien puede imaginar a esos guerrilleros del Twitter, a
esos obsesos con el teléfono metido en las narices todo el santo día,
deteniéndose, apartando la vista del móvil para considerar el origen de su ser,
de lo que piensa o siente?
Limitación
tanto por
¿Quién
puede dedicar tiempo hoy, así hablando en general, a las cosas del alma, o como
se quiera llamar, fuera de las circunstancias especiales de una grave
enfermedad, un deceso, una profunda depresión? Quién, con todo lo que tenemos que
hacer a diario, embarcados como estamos en un tren de alta velocidad de la
mañana a la noche; los sentidos ocupados constantemente con lo que nos viene de
fuera. ¿Alguien piensa que a los padres de la patria, esos señores que se
ocupan del BOE, les pueden preocupar semejantes fruslerías? En el mundo pocos
parecen preocupados por ese bienestar que deriva de nuestro ser persona, que
parece algo obsoleto que apenas tiene nada que ver con nuestro manojo de
inquietudes.
Que se
nos permita crecer, que no nos traten como imbéciles como nos tratan a cada
momento políticos, jueces, curas, empresarios, voceros de todos los colores.
Pero qué difícil, qué difícil aporreados como estamos constantemente con la
machacona propaganda, encubierta o no, de ideas, productos; envenenados como
estamos por la futilidad de la acción política, por esta justicia de mierda que
tenemos, por el deseo descontrolado de consumir o tener.
Menudo
circo el que nos toca vivir, circo sangriento aquí o allá del mundo, circo de
personas infames en altos cargos de
En
muchas capas de la población a veces da la impresión de que al desarrollo
tecnológico le acompaña cada vez más una especie de subdesarrollo mental. Si a
ello añadimos un importante cambio en nuestro modo de vida, que viene
incentivado por esas nuevas tecnologías y por un neoliberalismo y un consumismo
salvajes, el panorama es bien desalentador.
“… La
mayoría de los humanos no son más que restos de un gran banquete en el que han
entrado a saco hombres de distinto apetito y gusto”. Novalis vivió a finales
del siglo XVIII. Si hubiera sido un hombre de nuestro tiempo, seguramente no
habría dicho algo muy diferente.
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