sábado, 27 de abril de 2024

Contra esa manía de decir que la política es un pozo de inmundicia

 


El Chorrillo, 27 de abril de 2024

Me produce cierto malestar cada vez que oigo decir a alguien que está hasta los mismísimos de la política o que la política es una mierda, así que voy a intentar aclararme el porqué de ese mi malestar. De principio ya Ortega nos prevenía sobre la frecuencia con la que confundimos la política con los políticos, al usar ambos términos como sinónimos, lo que nos lleva a atribuir a la política hechos y circunstancias que sólo serían aplicables a las personas, a los políticos. Entiendo que se puede particularizar y hablar de política de izquierda, de derecha o la política que hace fulanito o menganita, pero ello ya sería referirse a una parte del todo y no a la política en sentido estricto.

Si me molesta la generalización, como me puede molestar hablar en términos peyorativos de la policía o cualquier grupo social, y es algo bastante usual, es porque el respeto que merece la política queda en entredicho cuando incurrimos en la generalización de un menosprecio. Siendo la política la herramienta esencial mediante la cual se lleva a cabo la distribución y el ejercicio del poder en una sociedad, así como la regulación de la convivencia y justicia, es decir el medio que hace posible que la tierra que habitamos no se convierta en una selva, me parece lógico que no perdamos la confianza que la política merece. Quisiera creer que la política es el recurso que nos va a permitir aspirar a una vida mejor y más justa y por tanto mi respeto para ella.

Todos los días parece que se escriben cientos, miles de artículos sobre el particular, sin embargo raramente se apunta a las causas de que el panorama político sea el que es. Esta mañana recibía un guasap de un amigo que me decía que hoy toda su familia estaba en Ferraz. Hablaba de esa España que vota a tanto miserable de turno, un pueblo obnubilado con las cañitas y que el Real Madrid esté en no sé qué semifinales de no sé que torneo. Para mí que indirectamente estaba tocando la raíz del problema que vivimos en España, porque efectivamente quienes enguarran la política convirtiéndola en fango e inmundicia son precisamente esta vileza de personajes que previamente han sido aupados a su escaño por esa España de charanga y pandereta, que como borregos en manada camina tras las consignas que le ponen delante de las narices los que en el futuro votarán en contra de subir el SMI o de construir una política fiscal que les favorezca a ellos y no a los que más tienen. No, no fui nada comedido contestando a P. Esto le decía: El panorama que tenemos delante a mí me parece un tanto escalofriante, escalofriante por la plebe, la chusma, la turba, el populacho, ignorantes, borregos, adocenados, imbéciles de solemnidad que no son capaces de pensar más allá de los goles de su equipo del alma. Me avergüenza y me indigna esta mayoría de ignorantes que se va tras los flautistas de Hamelin como corderos camino del matadero. Me decía P que tenía en mente la visión de las películas grabadas por las SS donde los judíos y otros presos se van metiendo ellos solos en una zanja, donde desde arriba los van fusilando. No es otra realidad la de los ciudadanos de clase media baja y la de aquellos menos favorecidos que votan a los que les van a mermar las prestaciones de la Seguridad Social o la calidad de la enseñanza pública.

Quién puede dudar de que si votáramos a las personas idóneas, tantas que hay en el país, tendríamos un parlamento digno, con intereses diferentes, pero digno, culto, respetuoso. Ergo, es evidente que la pirámide de responsabilidades políticas se basa sobre los cimientos de tantos ciudadanos que votan no a los idóneos sino a los chorizos, a los borrachos de poder, a aquellos que buscan incrementar su patrimonio, a tantos miserables de perversa moral que medran a costa de la ignorancia de su votantes.

Días atrás hablando con J yo le expresaba el punto de vista que mantengo en párrafos anteriores, la responsabilidad que compete a los ciudadanos como votantes y aludía a que es imperdonable que personas adultas que han tenido la oportunidad de formarse, pensar y razonar sobre asuntos políticos y sociales, queden al albur de un puñado de trileros y sinvergüenzas durante toda su vida pendientes de lo que éstos les inyecten en el cerebro. No recuerdo muy bien nuestra conversación, pero entendí que J disculpaba en cierto modo a una considerable parte de la población que, decía, tiene que habérselas con la necesidad de cubrir necesidades primarias. No estaba de acuerdo con él porque yo entendía que la población de la que hablábamos, la responsable con su voto del descalabro moral que sufrimos en política, sí, al menos la mayoría, tenía cubiertas su necesidades elementales; y no sólo eso sino una parte importante de ésta excedía en mucho su nivel de consumo con fruslerías de todo tipo. J citaba la pirámide de Maslow (ver más abajo). En ella quienes tienen cubiertos los dos estadios más prioritarios, el fisiológico y la seguridad, un porcentaje de población superior al ochenta por ciento en nuestro país, deberían según mi parecer haber desarrollado un instinto, una concepción de la realidad lo suficientemente clara como para que en sus preocupaciones cupiera la necesidad, también ello es una necesidad, de votar a aquellos que les pueden favorecer y no como sucede en realidad que la derecha crece entre los que peor llegan a final de mes. Y me refiero naturalmente a esa parte del ochenta por ciento que podría mejorar sus condiciones votando políticas sociales y de justa redistribución de la riqueza generada en el país. Un ejemplo, ¿Qué mueve a ese diez por ciento de obreros no cualificados que en España vota al PP cuando éste precisamente vota en contra de una subida del SMI?



¿Ignorancia, desidia, pereza de pensar mínimamente? No hay una política de mierda, tenemos unos políticos, hablo obviamente de la derecha (no todos, claro), inmorales, fulleros e irresponsables gracias a quienes le apoyan, que justo es que les apoyen aquellos a quienes sirven, pero ¡hombre, votar a quien destruye y desplaza sus presupuestos hacia la educación y sanidad privada, eso sí que es estar en la inopia!

Concluyendo, en el mundo siempre va a haber sinvergüenzas, cretinos y miserables, pero el problema no son ellos sino quienes les votan. El problema no es la política sino los políticos que elegimos.


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