Mis alumnos en la antigua unitaria de Gedrez (Asturias) en traje de faena dispuestos a adecentar, pintar y hacer digna una escuela totalmente abandonada por la desidia de la Administración. Aquello por entonces lo llamábamos escuela activa.
El Chorrillo, 23 de enero de 2021
Recibo esta mañana un guasap del amigo David de Esteban,
maestro de vocación, que vuelve a levantar las heridas que siempre suscita en
mí la degradación que sufre la escuela en nuestro país desde hace algunas
décadas. El artículo lleva el título de Réquiem
por los maestros y hace un recorrido por
esos dos caminos divergentes que son la escuela que podía hacerse hace años,
que aunque no la practicaran todos los enseñantes permitía a muchos tener claro
que las tareas de la escuela no debían circunscribirse a las cuatro paredes del
aula, que la escuela debía enseñar a pensar, a saber leer con propiedad, a ser
creativos, que la escuela debía fomentar el esfuerzo individual; y en el otro
la tendencia de la escuela actual centrada en una alta burocratización por
parte de
En nuestra familia cercana de doce hay tres maestros, esa
palabra tan bonita, y frecuentemente, el tema salta en nuestras conversaciones.
Estamos de acuerdo en muchas cosas pero también disentimos. Frecuentemente les
comento cómo observo que poco a poco, tal un sauce inclinado por el fuerte
viento, tantos profesionales de la enseñanza que eran netamente progresistas y
críticos se van doblegando al Sistema al punto de asimilar una pedagogía que
treinta, cuarenta años atrás era impensable porque entonces no vivíamos en una
sociedad de mantequilla y era posible hacer una escuela acorde con las
necesidades de autonomía y del saber de los niños. Cierto que el giro que está
tomando la sociedad y
El Sistema poco a poco nos va engullendo. El Sistema, ese
monstruo que intuimos a través de las portadas de los periódicos representado
en las gilipolleces de algunos políticos, en los grandes detentadores del
poder, en los hábitos de consumo, en una sociedad paternalista y poco dada al
análisis de la realidad porque está subsumida por el eco de los medios, tiene
una enorme capacidad para fagocitar todo lo que de bueno nace en su seno y en
su lugar aplastarlo con disolutas basuras de partido o consumo.
A pocos interesa una sociedad justa en donde el objetivo
esencial sea la educación y felicidad de la mayoría, porque eso sería una merma
para el negocio o una disminución en el porcentaje de los votos. De ahí la
traca en que vivimos: no enseñéis a pensar a vuestros alumnos que eso es
peligroso para el Sistema; no les habituéis al esfuerzo, porque eso crea personas
fuertes y autónomas, otra cualidad indefectiblemente peligrosa para el Sistema
y todos aquellos que se nutren de él como sanguijuelas; no les enseñéis a asomarse
a
Me cansé. Me voy a leer un rato, que sospecho que como me
descuide este asunto va a hacer que la indignación me dispare la tensión una vez más.
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