martes, 31 de octubre de 2017

Puigdemont, el orinal y los “graciosos” de turno




Santoña, playa de Berria, 31 de octubre de 2017 

Paseaba al final de la tarde por la playa de Berría. La playa era una enorme planicie amarilla sobre la que el viento arrastraba a ras de suelo pequeñas nubes de arena. El mar, intensamente azul y con el ribete de nieve de las olas armando bronca más allá de la arena, era el espectáculo familiar de la playa. Por la mañana habíamos hecho el Sendero de los Faros en torno al monte Buciero y nos quedó el resto del día para disfrutar de la playa de Berria. Sustituí la siesta por el paseo playero. Andaba contemplando a las gaviotas, que a este hora encontraban su manduca en el filo último de las olas, cuando de repente algo se interpuso entre las gaviotas y mi pensamiento. Se trataba de lo siguiente; el día anterior había cometido la tontería de hacer un comentario en una página de Facebook que ridiculizaba a Puigdemont sentado en un orinal (un Puigdemont, por cierto, que no es santo de mi devoción, pero que merece mi respeto); en mi comentario hacía yo alusión al sentido común y a ese mínimo de respeto con que deberíamos tratar a las personas que no sostienen nuestras ideas, y con más razón todavía cuando en este caso la persona objeto de la mofa representaba de alguna manera un criterio respaldado en las urnas el 1-O por dos millones de personas. También aludía al hecho poco ético de hacer leña con el árbol caído. Me parecía un hecho simple de buena educación y de llamada a la cordura el aclarar ante una entrada, que cuanto menos se merecía el apelativo de hortera, que la educación, las buenas costumbres, el respeto a los personas están por encima de cualquiera que tenga la ocurrencia de hacer una “gracia” en su perfil con el ánimo de alentar el aplauso de ese tipo de seguidores que lo único que parecen que saben hacer es aplaudir las “ocurrencias”que ven aparecer en su página de Facebook. Bueno, pues curiosamente esta mañana ya había un puñado de comentarios aplaudiendo la horterada del orinal y diciéndome lo equivocado que yo estaba cuando hablaba del necesario respeto a las personas. 

Me pregunto si estas cosas no serán un ejemplo más de aquellas afirmaciones de Umberto Eco incluidas en una entrevista titulada: Las redes sociales generan una invasión de imbéciles, y en donde aseguraba que el drama de Internet y las redes sociales es que "han promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad". En realidad es difícil dar la razón a Umberto Eco con tan pocos datos, pero es cosa de tenerlo en cuenta. 

Es excepcional que entre con esta contundencia ante algún comentario de las redes, pero, amigo, abunda tanto la gente tan poseída de un puñado de tonterías, que bien merece la pena intentar poner los puntos sobre las haches :-) a ver si de una vez ayudamos a este país a movernos dentro de lo márgenes de la cordura.

Sé que esto no sirve para nada, pero creo cumplir una obligación de ciudadanía llamando la atención sobre la gente que tan facilonamente se dedica a insultar a sus congéneres y que parece usar la cabeza tan sólo para embestir. Quizás algún día se les ocurra que el hecho político más significativo que podemos cumplir cada uno en nuestra vida está en aprender primero de todo a respetarnos los unos a los otros.

Llevar la discusión política, o simplemente las ganas de dar rienda suelta a un instinto de diversión, a la mofa de un Puigdemont sentado sobre un orinal y precisamente en un momento tan delicado como éste, aparte de denotar un pésimo gusto estético muestra que estamos muy poco preparados para una convivencia real. Jugar a banalizar un momento tan importante en la historia de nuestro país tampoco me parece de recibo. 

Mis disculpas si alguien se da por aludido. Lo repito por enésima vez, no estamos en las fallas de Valencia: el respeto es la base de nuestra convivencia como ciudadanos de un país. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario