El Chorrillo, 8 de mayo de 2025
No es fácil resignarnos a
prescindir de saber cómo fue el principio de todo; hasta los hombres menos
curiosos y con menor cultura seguro que se lo preguntan. Es la tarea que se
impuso la escritora original del Génesis, Betsabé,
madre de Salomón,
según Harold Bloom. Así comienza el Génesis: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra”,
que es imaginar a un ser omnipotente previo a todo cuanto existe. Esta
respuesta, fantasiosa o no, o la que hace sujeto de principio de todo a Natura,
no alcanzan a explicar la fuerza o el orden que rige el universo. La pregunta
sobre nuestro origen es la que ha dado lugar a todas las religiones conocidas a
especular sobre la existencia de un Dios omnipotente. Nuestra explicación de
que estamos compuestos por elementos químicos sigue sin responder a esa pregunta
fundacional.
Esta mañana había en mi buzón algunas
consideraciones de amigos que añadían puntos de vista en torno al tema. Paco cometa
mi post de ayer en
estos
términos: “Le preguntaron a Richard Feyman (físico teórico, premio Nobel por la
desintegración de la partícula alfa), que mantenía que en el caso de una
posible destrucción del mundo sólo podría dejar una frase para posibles seres futuros,
que ¿cuál sería? Feyman contestó: “Estamos hechos de átomos”. Piensa en lo que conlleva eso. Yo voy un poco más allá”… “Yo soy la naturaleza, soy lo mismo que
un diamante, que un ajo, un puerro, que una víbora viperina y que un unicornio
azul”. Y para mi advertencia,
buena ella, terminaba: “Buen
día y acuérdate cuando escribas: menos es más”.
Algo parecido venía a decir Koke Dorado
el otro día: “Conoces la tabla periódica de elementos de Mendeléyeu, es la descripción perfecta de
Pero
qué impulsa, les pone en movimiento, les da vida a esos elementos, me
preguntaba yo.
Entiendo a ambos, somos producto de la
interacción de esos elementos químicos de la tabla de Mendeléyeu, pero como ya le decía a Koke, lo que
me sigue cuestionando es qué es eso de
Por otra parte junto al comentario de Paco y Koke
estaba esta mañana en mi buzón uno más de Enrique, que hablaba precisamente de
esta incertidumbre aludiendo a
Heisenberg,
que formuló el principio de la incertidumbre, que establece que no se puede
conocer con precisión absoluta y al mismo tiempo la posición y la velocidad (o
momento) de una partícula subatómica. “Vivimos en una incertidumbre permanente
a todos los niveles”, afirma Enrique. Probablemente ese vivir en una
incertidumbre permanente es la que nos espolea en busca de un suelo sólido en
que poner pie; misión imposible en la que nuestra curiosidad y el deseo de
saber, intenta abrirse paso.
A los creyentes de todas las
religiones se les impone desde la fe la creencia en un dios, esa imposibilidad que
ejemplifica san Agustín de querer meter el entero océano en un agujero de la
playa. La fe es una puerta cerrada al conocimiento y la curiosidad… te lo crees
y basta. Los no creyentes, por el contrario, especulamos, pero tampoco damos
respuestas; no damos respuestas a la creación de la vida o el universo diciendo
que estamos compuestos por diferentes tipos de átomos. Nos saltamos la
explicación y aludimos a nosotros mismos como parte de
Nos sigue siendo difícil prescindir de
un principio, del hecho de que un algo irrumpiera en la nada, que todo
existiera desde siempre. De
ahí es de donde nace mi sospecha de que depositemos en
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