sábado, 1 de febrero de 2025

Por la boca muere el pez




El Chorrillo, 1 de febrero de 2025

 El amigo T me fustiga :-) por ese arrebato mío, dice, de abandonar Cara de Libro por Cielo Azul, y no sólo eso, que pretende abrir una vía en los dominios del Perdiguero en honor a ese arrebato mío, honor el  mío que sería sin ninguna duda, con el nombre de Por la boca muere el pez.

 No sé si será galgo o podenco lo que se avecina allá en la lejanía de las redes pero lo que es seguro es que de momento por Cielo Azul no aparece ni Dios, un puñado de amigos que han abierto cuenta pero en donde el silencio es el señor del lugar. Vamos, que pese a mis nulas simpatías por el tal Mark Zuckerberg y su Cara de Libro, y mucho menos simpatía por el aspirante a nazi, el otro tal Elon Musk, parece que el personal tiene pinta de no despegarse de la influencia de Cara de Libro; que la costumbre manda y los principios hay que dejarlos en cuarentena, es lo resuena en ambiente, me dice mi instinto, o simplemente bueno, qué más da, pues eso. A fin de cuentas al mundo no le van quedando otras opciones que elegir esto, aquello o más de lo mismo, porque es lo que hay, o te apuntas a ChatGTP o al DeepSeek, al Cara de Libro o al Cielo Azul, a la J o la H, que crear una red a gusto de todos los amigos, claro, es imposible. Y que si alguien pretendiera tal anormalidad y lo voceara en Cara de Libro pues lo mismo era candidato a que le hicieran la merced de acordarse de él en el momento de bautizar una vía.

¿Será cierto eso de que por la boca muere el pez?, me digo esta mañana, porque los mismo la estoy cagando con tanta diarrea escritoril casi a diario, y es que, advertido de cierta tendencia mía incontrolable, días atrás en algún momento coloqué en el salvapantallas de mi ordenador  sobre una imagen de mi silueta al atardecer sobre la sierra de Gredos la palabra “Silencio” para que cuando encendiera el PC éste me advirtiera sobre los peligros que podría acarrearme una facundia en ciernes; pero ni por esas. Una decisión que apenas, es verdad, ha tenido repercusión sobre mi arraigada disposición a escribir, que ya empecé a recopilar el material para un nuevo libro que recoja mis posts de este blog del pasado año y no caben en un solo volumen, que aquello parece tan largo como lo que ocupa Guerra y paz o En busca del tiempo perdido. Así que de acuerdo con aquello de por la boca muere el pez, sin embargo, y sin llegar del todo a muerto tengo que reconocer que ir dejando tras de uno las cagaditas de la escritura tiene sus compensaciones, no de inmediato, sino más adelante cuando uno ya mayor mayor que no pueda subir a dormir a las cumbres o hacer largas caminatas, será el tiempo de ir en busca del tiempo perdido en que empleé tantas y tantas horas del maravilloso tiempo de la jubilación. No será, claro, el caso de Proust o de Tolstoi, que esas excelsas escrituras son otra cosa, pero seguro que sí serán la vuelta a la lectura un buen modo de recrear el propio curso de las ideas y las experiencias frente al fuego de la chimenea del invierno. 

Y suena el teléfono y es mi sobrina Beatriz que me recuerda que hoy estaban invitadas a comer en nuestra casa ella, mi hermana y mi hermano. ¡Hosti! Y yo con estos pelos, y todavía en la cama dándole el cachipirulo este del teléfono. No, si lo que dice T, eso de que por la boca muere el pez, menos mal que Victoria a la chita callando y, conociéndome, me ha relevado en la cocina y ya está con el sofrito de la paella. 

 Por la boca muere el pez, seguro. Le prometí al amigo T que en mi próxima salida al Pirineo, ya que el pasado verano no pude llegar a dormir al Perdiguero  porque con el calor la lengua me llegaba al suelo, me prometo volver allí y de paso echar un vistazo a su proyectada vía al Maupas, uno de los tresmiles al fondo del valle de Remuñé, y no sólo eso sino que incluso me puedo proponer subir a pernoctar en su cumbre si tuviera un acceso conveniente para un ancianito como yo. 

 Me he reído un montón con mi sobrina. Si no se le hubiera ocurrido llamarme lo mismo se habrían presentado aquí mis hermanos y ella y me habrían tenido que sacar de la cama para comer. Sí, lo dicho, como dice mi inestimable amigo, alias Toti, por la boca muere el pez. Con la paella me voy antes de que Victoria y nuestros invitados vengan a sacarme a rastras de la cama. 

 Por la boca muere el pez, aunque también es cierto que por la boca viva el pez. Interpretaciones al gusto del consumidor.

 


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