miércoles, 15 de abril de 2020

Repulsión, asco producís, ratas inmundas…




El Chorrillo, 15 de abril de 2020

Hay días en que ver las noticias y a la gente de derechas suscita una inevitable sensación de vómito. Vergüenza que la derecha esté representada por quienes lo están, porque en un estado democrático la derecha tendrá sus razones como las puede tener la izquierda, pero estos miserables, petimetres, filonazis, imbéciles de solemnidad ¿cómo es posible que hayan llegado hasta donde han llegado, enfermos de la cabeza, gente con edad mental de niños de nueve años, con problemas psicológicos sin resolver, hayan pasado a constituirse en voz de la parte más conservadora del país? ¿Es que nadie se da cuenta de que están convirtiendo nuestra tierra en un estercolero? Ayuda habría que pedir a la gente de buena voluntad de la derecha para que pusiera orden en esa podredumbre que los representa; no hablo ya de Vox, gente podrida, de sus seguidores, ya perdida su capacidad para pensar o para tener esa mínima empatía que hasta los bonovos y los chimpancés son capaces de desarrollar. El votante de Vox se parece a esas hienas que sólo atiende a sus exclusivos beneficios y que serían capaces de hacer jabón, como los nazis, con todos los que no piensan como ellos. A los rojos sería mejor dejarlos morir, decía el otro día un médico de esa formación política.
Pero ¿es que entre los cuarenta y tantos millones de españoles que somos no habrá gente más idónea? Uno se admira viendo cómo del sistema político que tenemos sale esta colección de ineptos, y además de ineptos, miserables, aprovechados, indignos de ocupar cualquier cargo público. ¿Que a los que llevan los hilos de la economía les interesa este tipo de gente sin conciencia? Claro que les interesa; los mamporreros, donde se incluyen una enorme cantidad de periodistas, son esa raza de gente de los que se sirven las clases llamadas altas  para sus fines propios. Ahora, ¿es que a nadie interesa ya la dignidad?, ¿todo consiste en que el negocio marche, en acumular acciones y números cada vez más grandes en las cuentas de los bancos?
Hoy, cuando leía el artículo de Alba Rico que compartí, me pareció tan meridianamente luminoso, ¿Qué es eso de la esencia?, se titulaba, que pensarlo me tranquilizaba porque de alguna manera todo esto podía poner un punto de inflexión en nuestra conducta y en nuestros afanes, andar tras lo esencial suponía retomar la vida con ganas de inundarnos de la compañía y el aprecio de los otros, de retomar el sendero de un consumismo responsable, de organizar la existencia en torno a la solidaridad y el bien común, de descubrir en la naturaleza el medio en donde relajar nuestras tensiones, donde encontrar un refugio para nuestro cansancio y nuestro placer; pero no, pasas esa página del periódico y a continuación te encuentras la inmundicia, la estupidez de un Casado, las niñadas de una Ayuso, la pertinaz maldad que va engendrando poco a poco a ese electorado que se ha convertido en la tercera fuerza política del país y que en estos días pretende cubrir con sus inmundicias el suelo patrio.
Hasta la habitual moderación de Javier Gallego saltaba hoy por los aires en su editorial en Carne Cruda: “La policía de balcones no es más que el reflejo anecdótico de las pendencias que dominan la política, los medios y las redes en España. Los partidos se acuchillan, la información veraz sucumbe ante los bulos y las palmas de las ocho se transforman en bofetadas en el patio de vecinos iracundos que son a todas horas las redes sociales. El espectáculo es tan bochornoso y desolador que aniquila cualquier esperanza de que salgamos de ésta mejor que entramos. Abandone toda esperanza, dice en la entrada del Infierno de Dante. Debería decirlo también a las puertas del Congreso. Abandonemos toda esperanza de unos dirigentes a la altura del desafío histórico. La sesión de la semana pasada fue una dantesca repetición de sus defectos más rancios. Abascal llamó al Gobierno "criminal" mientras moviliza a su masa en internet para pedir un golpe de Estado. Casado culpabiliza a Sánchez de las muertes y le acusa de ocultarlas, aunque los datos los facilitan las comunidades, algunas gobernadas por su partido, y aunque el PP gestiona Madrid, la comunidad donde más muertos ha habido, donde se han ocultado los fallecidos en residencias y donde también se minusvaloró el virus”.
“Abandone toda esperanza”. Esa es la sensación hacia la que nos aboca la situación actual de España, donde tantos dirigentes faltos de altura hacen que hasta los huesos nos chillen de dolor. De todo ello me consolaba momentos después cuando escuchaba a Yolanda Díaz, de quien apenas sé nada pero que me ha bastado verla en dos o tres intervenciones para descubrir en ella una ministra capaz. Tan sólo un pequeño guiño para no perder la esperanza del todo y al que se pueden unir tantos políticos que acaso desde el anonimato sí cumplen su trabajo con responsabilidad y competencia. 
Lastimoso panorama el de nuestro país metido en la mayor crisis de su historia reciente, una situación en la que el sentido común pediría unidad y arrimar el hombro para poder salir adelante y que, sin embargo se ve invadida por la pestilencia de las ratas que salen de las alcantarillas para alimentarse de la carroña y crecer al amparo de las desgracias comunes.
Y junto a eso, para amenizar todavía más la fiesta, la cantidad de imbéciles sabelotodo que inundan Facebook y Twitter, memos de solemnidad, ignorantes con apremio de lucir sus lindos culos llenos de mierda en todas las tertulias, llenándonos de cartelitos y soflamas salidas de mentes débiles apenas capaces de distinguir el verbo “haber” del verbo “ver”. Uffffff… escalofríos le entran a uno pensando en ese inframundo que cada vez se mezcla más con el mundo de la cordura y el sentido común.
Vamos a tener que reunir muchas fuerzas para aunar buenas voluntades con que podamos salir de ésta y enfrentarnos a la reconstrucción de un mundo en donde “lo esencial”, eso sobre lo que escribía Alba Rico, prime en nuestras vidas.
Quizás debería mejor hablar de semillas, como hace un amigo en su muro estos días, todas esas gentes maravillosas que van sembrando día a día la esperanza de un mundo mejor con su trabajo o sus ramalazos de poesía, pero es que hoy me ha podido la indignación. Lo siento.


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