lunes, 22 de abril de 2024

Más allá del ruido, el alma

 

Toti, Patones. Abril de 2024

El Chorrillo, 22 de abril de 2024

Y todo para seguir viviendo, un poco más, con intensidad. Esa sensación que tan difícil es de expresar. Vivir para vivir lo que pueda quedar de vida. Ayer me enganché con unos vídeos que hablaban de esa cosa simple de superarse a sí mismo en el más puro escenario que pueda darse, la montaña. Tú y la montaña, y el empeño de superar una y otra vez una arista, una placa, un extraplomo. Para nada, para seguir viviendo y sentirte bien dentro de ti. Y probablemente sobra el “para” porque sientes el impulso y lo haces y eso es todo. Las cosas importantes son difíciles de explicar, imposibles muchas veces. Tratamos inútilmente, como ha hecho siempre el hombre, de explicarnos, pero las razones se nos escurren como truchas entre las manos. El hombre ha tratado desde siempre de explicarse cosas y cuando no ha encontrado la respuesta ha recorrido a la fábula, a cuentos con los que aquietar su curiosidad y su conciencia.

En los vídeos que vi anoche, escaladores en el empeño creativo de superar grandes dificultades, pero sobre todo empeño en superarse a sí mismos, en ir más allá que en los días previos, había quien buscaba la paz escalando, otros era el placer de sí que surge de la experimentación consigo mismo, de probarse y ser capaz; otros era la sintonía con la naturaleza, con algo primigenio que está dentro de nosotros y que pareciera que tuviéramos que sacarlo con sacacorchos, pura indagación del yo.

Naturalmente en el ambiente “ruidoso” en el que se desarrolla muchas veces la escalada, las dificultades técnicas, el entorno, etcétera, estas razones íntimas pueden pasar desapercibidas, sin embargo ahí están en nuestro interior para aquel que sabe escucharse a sí mismo y especialmente para seguir estimulando nuestros deseos. El ruido, lo que nos rodea, los problemas técnicos, la atención a la cuerda y a las dificultades concretas, conviven con nuestro ser interior siempre, pero sospecho que es necesario estar atento para que el ruido no ahogue nuestra vivienda interna. Escalo para mi alma. Sí, se me quedó esa idea en algo que leí y ella me persigue con frecuencia. Me avisa, me recuerda que de la montaña, y de las vivencias intensas en general, hay que intentar apurar hasta la última gota todo lo que nos puede aportar. Sorber a poquitos lo que ella nos transmite, lo que surge en la confrontación con las dificultades y los elementos, no es fácil cuando el ruido es excesivo. Depurar los sentidos para que las emociones y sensaciones lleguen a nosotros en estado puro.

Total, que como estoy en fase de recomenzar, sólo un poco y lo que la edad me permita, mi olvidado contacto con la escalada, anoche busqué en YouTube algo que alimentara este cosquilleo que me ha empezado a entrar por el cuerpo en relación con ella. Buscaba pensamientos, filosofía, sensaciones, esas cosas de fondo que la escalada proporciona y que raramente aparecen en las búsquedas, que mayoritariamente están dedicadas a cuestiones técnicas o a escaladas de muchos grados que apenas me interesan. Poco, pero algo encontré. Uno de los vídeos aparece bajo estas líneas.



Tengo en ocasiones la sensación de que cuando relato aquí algunas de mis salidas, cuando paso los veranos en Alpes vagando de un lado a otro del arco alpino, la sensación de que me voy por los Cerros de Úbeda o incursiono en un mundo ajeno a muchos de los que puedan leerme. Las sensaciones, los sentimientos, los temores, el exultante placer de vivir bajo una pequeña tienda una tormenta (cuando llego a comprender que ésta resiste), todo ese manojo de vivencias internas, que son la sal y la pimienta del caminar por la montaña, y que es en definitiva lo que mis enanitos persiguen, y que nada tienen que ver con proezas ni datos técnicos, se me antojan como algo tan personal como carente de interés para otros que no sea yo mismo. Una sensación no más. Y es que me sucede ahora que merodeo en torno a la escalada y me encuentro que no tengo un interés especial más allá de experimentar interiormente sensaciones que dormitaban en mi interior desde medio siglo atrás.

Sensaciones, siempre sensaciones, el vacío, la soledad, la incertidumbre, el gozo de superar un largo, toda esa polifonía que la montaña encierra en sus entrañas y que nosotros perseguimos caminando, escalando, vivaqueando, experimentándonos a nosotros mismos.

 

 

 

 


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