domingo, 16 de marzo de 2025

¿Por qué rearme en lugar de desarme?

 



El Chorrillo, 16 de marzo de 2025

Lo voy a aclarar antes de empezar: no debería meterme en asuntos que no domino en profundidad, entre otras cosas porque soy un lector superficial de titulares de prensa y sólo de tanto en tanto leo algún artículo por completo. Desde esa posición y desde un conocimiento limitado de la historia y de la realidad geopolítica es desde donde querría desarrollar alguna idea de lo que está sucediendo en el entorno del asunto de Ucrania, y ello empujado por cierta visión caricaturesca que veo en los medios y las redes que ni me gusta ni que creo que sea real. Que me sea perdonado el atrevimiento por opinar desde esta limitada posición. 

 Estamos viendo constantemente aparecer por aquí y por allá a Putin como un loco, un autarca, un descerebrado que los más meterían en un manicomio sin más. Por otra parte a Estados Unidos nos lo presentan en este asunto como si nunca hubieran roto un plato en su vida y a la UE como una especie de heroína tal como nos lo pinta Delacroix en su lienzo La libertad guiando al pueblo, cuando en realidad la imagen que más le cabría a la UE es la de una pánfila irresponsable, una UE guiada por personas totalmente mediocres. Lo decía hace tiempo Rafael Poch en su conferencia en la Casa Encendida. Tampoco la imagen que nos estamos creando de Trump intentando sumirle en un infantil ridículo ayuda mucho a entender la política imperalista de EE. UU. desde finales de la Segunda Guerra Mundial.

Al margen de los titulares simplificadores propios de quienes no tienen ningún interés en conocer las raíces del problema ucraniano y que sin más toman posiciones en defensa de Zelenski y sus políticas, sería necesario retrotraerse a hechos previos al conflicto para entender un poco la situación actual. La más grave de todas, el incumplimiento de EE. UU. y la OTAN de acuerdos de no expansión hacia el este tras la caída de Gorbachov, que incluso cualquiera sin ese acuerdo podría comprender como una provocación a Rusia. Jeffrey Sachs, en una reciente intervención en el parlamento de Bruselas lo exponía muy gráficamente, se preguntaba ¿Cuál habría sido la reacción de EE. UU. si Rusia con el consentimiento de Canadá y Méjico hubiera establecido bases militares en Río Grande o la frontera cercana a las cataratas del Niágara? ¿Cuál fue la raíz del conflicto de EE. UU. con Cuba y Rusia en tiempos de Kennedy? En aquel tiempo la respuesta a la instalación previa de misiles estadounidenses en Turquía e Italia, que apuntaban a la URSS, el líder soviético Nikita Jrushchov decidió instalar misiles nucleares en Cuba en 1962. Ni era justo que Rusia colocara misiles de largo alcance en Cuba ni lo es que EE. UU. promueva instalaciones miliares en las fronteras rusas que en pocos minutos podrían alcanzar objetivos en el mismo Moscú. El desprecio que mostramos por la seguridad del otro, Rusia, mientras EE. UU. defiende la suya con uñas y dientes, el ejemplo de instalaciones rusas en Canadá o Méjico, probablemente está en la raíz del conflicto. “Cualquier lugar sin una base militar estadounidense es básicamente un enemigo. La neutralidad es una mala palabra en el léxico político estadounidense” (Jeffrey Sachs). El acuerdo a que se llegó en las conversaciones con Gorbachov en 1990 con EE. UU. de que la OTAN no se movería ni un centímetro hacia el este, quedó en papel mojado cuando en 1994 Clinton tomó la decisión de ampliar la OTAN hasta las cercanías del corredor oeste de la frontera rusa.  La idea de Estados Unidos era que Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia estuvieran todas en la OTAN, lo que privaría a Rusia de cualquier estatus internacional al bloquear el Mar Negro y, esencialmente, neutralizar a Rusia como poco más que una potencia local. En 1999 comenzó la ampliación de la OTAN con Hungría, Polonia y la República Checa. En 2004 se unieron los estados bálticos, Rumania, Bulgaria, Eslovenia y Eslovaquia.  En esta situación ¿qué se puede alegar frente a las palabras de Putin: “Basta ya, es suficiente”. En febrero de 2007, durante la 43ª Conferencia de Seguridad de Múnich, Putin pronunció un discurso que marcó un punto de inflexión en las relaciones internacionales de la época. En su intervención, Putin criticó duramente el concepto de un mundo unipolar dominado por Estados Unidos, calificándolo de "inaceptable e imposible". Expresó su preocupación por la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas y denunció la acumulación de armas en Europa como una amenaza para la seguridad global. La intervención de EE. UU. en los asuntos internos de Ucrania para derrocar a un presidente electo afín a Rusia, Yanukovich, y el constante trato a Rusia con la impunidad de quien hace de menos a sus vecinos, necesariamente tenía que terminar con que a Putin y a quien fuera se le hincharan las narices de aguantar la soberbia y la prepotencia de los norteamericanos.

¿Y respecto a la responsabilidad de la UE ante conflicto de Ucrania? ¿Nadie se acuerda, por ejemplo, de la propuesta de seguridad europea del entonces presidente ruso Dmitri Medvédev (2008-2009), aquella en la que  éste propuso un nuevo tratado de seguridad europeo para reemplazar estructuras dominadas por EE. UU. y la OTAN? No tuvo éxito, la UE y EE. UU. lo vieron como un intento de socavar la OTAN. ¿No cabe responsabilidad alguna en ello de la UE?

Y ahora ¿a nadie se le ocurre busca un acercamiento a Rusia, un encuentro a la búsqueda de la seguridad mutua, acuerdos de respeto y mutua cooperación en lugar de tirar por la calle de en medio del rearme, 800.000 mil millones que al final irán a parar a la industria armamentística de EE. UU., que al final, lo diga o no el señor Sánchez, irán a socavar la partida social y otras muchas partidas del presupuesto común? 

Ayer Cercas defendía en El País nuestra condición de europeos, algo en que podemos estar de acuerdo, pero ¿de qué Europa habla Cercas, la de la extrema derecha, la insolidaria con Palestina, la de la mediocridad e ineficiencia de sus representantes? ¿Es ésta la Europa pazguata e insolidaria que buscamos, la que frente al conflicto de Palestina apenas levanta la voz, la Europa que sigue lamiendo el culo a los EE. UU.? La única respuesta a la propuesta de rearme tendría que ser precisamente su contraria, el desarme y el acuerdo de no agresión con los países vecinos. Esas fotografías que nos muestran los cariñosos abrazos con Zelenski de Sánchez son un pazguato comportamiento frente a una realidad que requiere algo más que pasar amistosamente el brazo por el hombro del representante de Ucrania. 

Asunto aparte son los 700.000 muertos que ha costado ya esta guerra y que me lleva a opinar que en este caso la propuesta de Trump, sea la que sea en relación con las tierras raras u otros, si donde ha de conducir es al fin de la guerra, bienvenida sea. La vida debería estar siempre por encima de cualquier interés económico.

¿Qué esconde, por último, esa propuesta de gastar 800.000 millones para seguir matándonos unos a otros?



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