lunes, 24 de marzo de 2025

Hacia una vida ordenada

 

Cercanías de Goreme (Turquía). 2015


El Chorrillo, 24 de marzo de 2025

Después de muchas semanas, hoy, al igual que me sucedía ayer con Silvia Vidal, vuelvo a ese en apariencia controvertido libro del que ya hablé hace unas semanas, Una aportación sobre la inteligencia. Según he ido avanzando en el libro, esta noche lo terminaré, voy entendiendo mejor a su autor. Al margen de la definición que pueda dar la RAE de inteligencia, y hay que recordar que la RAE ni siempre acierta ni siempre es imparcial u objetiva, existen términos que acaso tendríamos que recolocar, redefinir en la mentalidad colectiva, y uno de ellos es probablemente el término inteligencia. Cuando alguien acierta a resolver un asunto complejo o ha llevado una política agraria o educativa que ha resultado efectiva para un país o una colectividad, decimos que aquellas decisiones fueron inteligentes, que esa política llevada a cabo fue inteligente. Es en ese contexto donde la inteligencia muestra su capacidad de resolución ante problemas esenciales que pueden aparecer en el seno de una comunidad.

Escribe Tino, el autor, que no sería inteligente una solución que primase la eficiencia si infringir la protección de la salud de las personas o del medio ambiente. Es decir, sería poco inteligente todo aquello que se considerara por encima de unos términos de referencia esenciales. Términos de referencia que el autor centra en una mayor utilidad, mayor eficiencia, mayor eficacia, menor coste, mayor sencillez, menor consumo energético, menor nivel de desechos, menor nivel de contaminación, mayor durabilidad, mayor facilidad de reutilización o reciclado y menor peligrosidad. Cita a este respecto una anécdota que me había encontrado recientemente en otro lugar, el hecho de que en la NASA se hubieran gastado ingentes cantidades de dinero para conseguir un bolígrafo con el que se pudiera escribir en una atmósfera ingrávida. Los chinos para conseguir el mismo efecto no se gastaron un duro, sustituyeron el bolígrafo por un lapicero. Un muy oportuno ejemplo de ese principio de sencillez que nombraba más arriba.

Es obvio que de seguir los criterios inteligentes que sugiere Tino, tendríamos una de las mejores herramientas para dar la vuelta a casi todos los problemas del mundo. Por supuesto que con ello el sistema capitalista se iría al carajo, un sistema que obviamente no atiende al bien de la mayoría sino al bolsillo de una minoría. Ello si fuéramos inteligentes y atendiéramos a la propuesta del libro trabajando por el bien de la humanidad y no para ese uno, dos o diez por ciento que constituyen las mayores fortunas del planeta. Al final, la racionalidad y la inteligencia habrían hecho posible un mundo más lógico, más dentro del sentido común y sobre todo más justo.

Desarrolla más adelante el autor estos términos de referencia y para ello toma el ejemplo del laboratorio de la Naturaleza que en sus miles de millones de años ha experimentado con las mejores probabilidades de vida al punto de conseguir tras ellos el óptimo desarrollo de todas sus criaturas, adaptando a cada una de ellas a su ambiente y circunstancias. El laboratorio de la Naturaleza siempre actuó de manera inteligente, no, como nosotros los humanos, que más bien somos una especie bastante estúpida a la hora de buscar el bienestar de la especie. Ese modo en cómo la Naturaleza actuó y se desarrolló constituye un claro ejemplo a tener en cuenta por los humanos a la hora de tomar decisiones que pueden tener graves consecuencias para la humanidad y en donde, hablamos de sostenibilidad en este caso, si no nos sometemos a este principio estaremos comprometiendo el futuro de las generaciones por venir.

A la altura de la lectura del libro en que me encuentro, el autor toma impulso y nos sumerge en unas interesantes consideraciones que, si no las tenemos en cuenta, huelga decir que la humanidad difícilmente va a tener continuidad en un tiempo por venir. La poca “inteligencia” con la que tratamos, por ejemplo, los asuntos del medio ambiente, la deforestación y la contaminación de los mares, ambos los bosques y los océanos (con la perdida de fitoplancton), los principales emisores de oxígeno del planeta, pone de relevancia la irresponsabilidad con la que nos comportamos en relación a nosotros y a las generaciones futuras.

Hasta aquí yo había tomado este libro como un volumen sobre la inteligencia, pero a estas alturas lo que descubro es que no es la inteligencia sino la Inteligencia con mayúsculas el asunto de este libro. La inteligencia que gestiona nuestros recursos, nuestra salud, nuestra capacidad de convivencia, eso que consideramos inteligente porque contribuye al bien general de nosotros y del hábitat en que vivimos. Leo largamente en el libro sobre asuntos que conocía de pasada, la contaminación, la “Isla de Plástico”, la Gran Mancha de Basura del Pacífico sur, mayor que España, Francia y Alemania juntas, una acumulación masiva de plásticos flotantes en el océano que ocurre porque las corrientes oceánicas concentran los desechos plásticos en ciertas zonas. En estos lugares los plásticos se degradan lentamente por la acción del sol, el agua y el movimiento de las olas, formando microplásticos menores de 5 milímetros que son ingeridos por animales como tortugas, aves y peces que confunden el plástico con alimento, lo que puede causarles la muerte. Dentro del contexto de estas líneas se trata de un ejemplo entre otros muchos de la inconsciencia con que los habitantes de este planeta tratamos nuestros medios de vida.

Se extiende después Tino escribiendo sobre el impulso que engendra en sí la vida desde las primeras bacterias. Cómo la vida se fue abriendo paso alo largo de 3.800 millones de años en un clima de una complejidad cada vez mayor hasta la aparición del hombre, cómo la vida de éste se abre paso entre esos 200 o 400 millones de espermatozoides camino de fecundar el óvulo en la mujer. Ese impuso básico, comenta Tino, que nos mueve a la dispensación de cuidados al bebé, a la convivencia, a los miembros de nuestro grupo y que viven en el trasfondo de la medicina. “Uno de los factores, comenta el autor, de que hayamos alcanzado la cima de la pirámide evolutiva son los lazos e instrumentos de colaboración tan desarrollados que hemos generado y las posibilidades de supervivencia que esto nos ha proporcionado”.

En el polo opuesto están todos los horrores y el dolor que el hombre ha sido capaz de descargar sobre sus semejantes en todo el mundo. La expresión más patente de la estupidez humana. ¿Armonizamos con la vida del planeta o flirteamos con la muerte?, se pregunta. Un tema tan actual en estos días en que, en lugar de intentar cuidar la vida, preservarla, Europa se empeña en aporrear los tambores de la guerra. Cuidar la vida, acercar posiciones, alentar mesas de negociación… en lugar de eso queremos detraer grandes cantidades del presupuesto nacional para armarnos hasta los dientes. Ante la falta de racionalidad e inteligencia el impulso de la vida queda en frágil equilibrio, mostramos nuestra estupidez de una manera desgarradora.

Me queda antes de terminar el libro una cuestión que el autor relaciona también con aquellos términos de referencia, se trata de la relación que tiene el amor con la física y la química. Comenta sobre la corriente científica que estima que el amor se reduce a física y a química, y escribe que no comparte esta opinión, aunque sí acepta que tanto la física como la química algo tienen que ver con el amor. En el margen de la página donde se dice esto he escrito lo siguiente: ¿Cómo acompaña el amor a la física y a la química? Un tema colateral que viendo la hora que es no tiene cabida aquí. No obstante, en lugar del término amor yo hubiera preferido utilizar en este contexto aquel otro de empatía. Quizás sea una disyuntiva con la que entretenerme un día de estos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


2 comentarios:

  1. Querido Alberto, leo tus comentarios y aprendo mucho de tus reflexiones sobre los aspectos que llevé al papel. Es la materialización de mi esperanza: que el texto sirviera para animar un debate que llegase hasta cotas que uno solo no puede alcanzar.
    El apartado sobre el amor, a cuyas puertas te has quedado, es uno de los siguientes temas que pretendo desarrollar. Uno de los temas más importantes del libro. Y espero con mucho interés, leer las reflexiones que hagas del tratamiento que de él he hecho. Tratamiento breve, como todos los asuntos que trato, pero creo que suficiente para iniciar un debate como el que a ti te ha animado.
    Un abrazo y muchas gracias!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En mí creo que sí que has animado el debate. La curiosidad, el deseo de aclararse en medio de la niebla de la realidad y los conceptos forma parte de nuestra condición humana y el trabajo que haces de indagación lo cumple con creces. Ayer fue un grato rato de lectura, reflexión y estudio sobre asuntos que desconocía y que los medios que tenemos a nuestro alcance facilitan enormemente.
      Si lo crees oportuno puedes mandarme las reflexiones que creas conveniente compartir.
      Un abrazo.

      Eliminar