El Chorrillo, 11 de febrero de 2025
Leo a Chirbes, escucho la música que él escucha, ahora
El dolor que se produce la humanidad a sí misma a
través de sus líderes, es terrible. Una historia que se repite día a día. Hoy
mismo abres el periódico y te encuentras al Gran Fanfarrón, ese payaso de circo
metido a presidente de EEUU, amenazando a los palestinos con abrir las puertas
del infierno si no liberan a los rehenes de Israel. Ayer o anteayer prometiendo
hacer de Gaza un resort turístico tras la expulsión de los palestinos de sus
tierras. La invasión de Polonia por los
alemanes, el cerco de Leningrado, Franco pasando a cuchillo a todos los que no
comulgaban con su pensamiento, todas las desgracias de la humanidad lideradas
por un puñado de criminales enajenados en cuyo cerebro se ha gestado algún tipo
de tumor maligno que revienta la realidad para hacer de ésta un campo de
exterminio.
Me duele algo por dentro cada vez que abro las páginas
de un libro de Historia y trato de comprender los mecanismos que llevan a las
grandes tragedias de la humanidad; cada vez que comienzo una novela que te
coloca en el centro de algún conflicto bélico,
Luego, más, hoy en la prensa esos niños con
muchísimo dinero que juegan como infantes en el patio de recreo: yo te compro
OpenAI por 97.400 millones de dólares, y el otro que contraataca y le quiere
comprar Twitter/X por 9.000 millones de dólares. Un juego. O el tal Bezos,
dueño de Amazon con sus juguetes espaciales. Como ya no les basta el turismo de
aquí para allá del planeta, ahora ¡vamos a hacer turismo espacial! Turismo
espacial, negocio destinado a seguir embolsando la codicia a través de los
otros millonarios del planeta.
El gusto que muestran por el derroche, la
frivolidad y la ostentación una parte de ese 1% más rico de la población
mundial que posee el 50% de la riqueza global, o ese 10% más rico que posee
alrededor del 80-85% de la riqueza total, es de tan incalificable y vergonzosa
envergadura, que uno no tiene más remedio que pensar que tanto los obsesos,
Hitler, Franco, Pinochet, Trump, Elon Musk y tantos otros, eran/son personas
con un desequilibrio mental importante que, arrastrados por pulsiones internas
que les desbordan, han entrado en una fase de inconsciencia social en donde la
capacidad de razonar, mediatizada por impulsos anímicos narcisistas y de
acaparamiento, genera en ellos algún tipo de psicopatía que, perdiendo la
referencia de todo sentido común, les coloca en un mundo de aspiraciones que
trasciende, desborda los cauces de la relación normal con la realidad, para acceder
a otra realidad que ellos crean desde su psicopatía como realidad impuesta a
aquella otra que rige para la gente común, para el sentido común. Derroche de
recursos, ambición, egolatría los transportan a una situación en que el poseer
y el dominar se hace con las riendas de sus personas. No es que posean, es que
son poseídos por los bajos instintos que se derivan de su sentimiento de
acaparar. No poseen, sino que son poseídos por deseos incontrolados de amasar
poder o riqueza.
No existe verdad que valga en este mundo que
vivimos, ni la verdad de esta gente ni la nuestra. Todo goza de una saludable
relatividad y por tanto es ocioso hablar de quién tiene la verdad o no. Ahora,
si lo que ha de regir nuestro entendimiento tiene o no que ver con la
supervivencia de los habitantes del planeta, con su bienestar general, con
proporcionar a los bípedos de la especie sapiens sapiens un modus vivendi
aceptable, de parecida manera a como los animales de otras especies desarrollan
ciertas actitudes de armonía para responder al llamado de la vida, que pide un
cierto equilibrio entre los deseos de unos y los del vecino, entonces todo
aquello, toda vida, que se fundamenta sobre la supremacía del 1% o el 10% de la
población sobre el otro 99% ó 90%, lo que indica es que biológicamente es una
anormalidad. Más cuando esta anormalidad se perpetúa sobre la base de la
frivolidad, el derroche y la impúdica ostentación. En el ámbito del poder se
podría argüir algo parecido cuando éste se usa como herramienta supremacista a
favor de unos pocos.
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