miércoles, 12 de junio de 2024

Cuando no caben más cosas en la vida

 


El Chorrillo, 12 de junio de 2024

Cuando no caben más cosas en la vida. Eso me decía Fojo esta mañana bajando del Cerro San Pedro, que a él no le caben más cosas en la vida. Una acertada expresión porque esa misma sensación tenía yo mientras descendíamos bajo la lluvia del cerro haciendo de nuestro encuentro un intercambio de aventuras y amigos comunes. Y no sólo es que no quepan más cosas en la vida, sino que también el velamen, el palo mayor, el de trinquete y el de mesana, todos, aguanten la violencia de los vientos, que sucede que habiendo hablado con Fojo de Santiago Fernández, que aguanta vientos y mareas de gruesísimo calibre, en él convertidos en una metástasis de caballo, no sólo se trata de engrosar la vida sino también de aguantar los temporales. Que aguantar la vida cuando la tormenta viene de frente amagando con llevarte por delante, también forma parte del juego que nos traemos. Que la vida es una fiesta pero que si las cosas se tuercen, como no te quedan más cojones, que me decía Santiago hace un rato por guasap, y la vas a palmar igual, pues al menos que no sea con cara de pasa.

Uno aprende constantemente. Le decía a Santiago que yo a los treinta y tantos creí que lo sabía casi todo de la vida, ahora con 76 creo que todavía soy bastante analfabeto y que tengo mucho curro por delante para que, llegado el caso, esa cara de pasa que decía él asome lo menos posible cuando los tiempos sean más oscuros....

Ahora llueve, flota en el ambiente un fresco olor a tierra mojada y a cebada recién cortada que invita a cerrar los ojos y aspirar profundamente esa pequeña irrupción de fragancias en nuestros sentidos. Vuelvo a pensar en las cosas que caben en la vida, tántas… Y recuerdo el reciente encuentro del pasado fin de semana en Galayos, y especialmente la charla en la terraza del bar del Nogal del Barranco. Un par de docenas de peñalaros dando cuenta de una variopinta diversidad de aventuras a lo largo de sus vidas, montaña, escalada, esquí, travesías, submarinismo, bicicleta, barranquismo o vuelos en parapente daban para llenar entre todos más de medio milenio de aventuras; los años de Matusalén más o menos. Total, que yo que me había dejado para otras reencarnaciones cruzar los mares al modo de Julio Villar, volar como Toti, o escalar en free solo acaso en Dolomitas (el sueño de la razón produce monstruos), ello caso de que naciera con muchas más facultades de las que tengo, me sucedía la cosa de empezar a preguntarme si no podría yo forzar el saco de la vida empujando aunque fuera con el pie para hacer hueco a otras actividades… Sí, como en esos macutos en forma de morcilla que usábamos en los años sesenta en donde lo que no cabía cuando era necesario meter quince días de comida, material de escalada, sacos y todo lo demás, había que empujarlo a fuerza de meter las botas hasta casi reventar las costuras.

Pregunta sugerente cuando esta mañana, las del alba serían, después de quedar con Pedro Mateo en el Sputnik, y presentarse allí de propina, Sito, Carlos Soria y Pedro Nicolás, me encaraba a unos pocos quintos, un A, un B y también un C (los cuartos son ya sólo para calentamiento…) y comprobaba que sí, que aquello se dejaba escalar, bien que buscara con cierto desasosiego los cazos, cuanto más grandes mejor, cuando ya me encontraba a la altura de las estrellas. Y ese dejarse escalar, aunque fuera en el rocódromo, me sugería la posibilidad de seguir metiendo en el saco de la vida actividades y aventuras que eso, que yo había dejado para subsiguientes reencarnaciones, ello caso de que no reencarnara en mosca o en petirrojo.

Victoria, que había oído por la mañana un podcast relacionado con la Iliada y la Eneida, durante la comida no paraba de hablarme de Eneas, de Dido, de Troya, una Troya diferente a la que vimos nosotros hace años y que consistía en unas misérrimas murallas; o que incluso metía a Odiseo por medio, lo que conseguía con su charla era azuzar ese viejo instinto de aventura que me viene desde niño y que últimamente fermenta cada vez más al calor de los amigos con los que voy tropezando en la vida. Hoy sin más mientras calentaba en el sector de los cuartos y que a mi izquierda escalaba Carlos y a mi derecha Pedro Mateo, mientras abajo andaban de charla Sito y Pedro Nicolás. ¿Qué mejor compañía para continuar alentando esas ganas de seguir llenando el saco… ese mismo?

 

 

 

 

 

 

 

 


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