domingo, 4 de junio de 2023

Amigos en torno a una paella

 



El Chorrillo, 4 de junio de 2023

Acabábamos de ver un documental de RTVE que hablaba de la Pedriza y ella se marchó con sus cosas. Al cabo de unos minutos volvió. ¿Has visto la Luna?, me dice por la ventana. Así que salgo y busco extrañado entre las ramas de los árboles y, allí está, gorda, horonda, como tantas veces, hoy sin necesidad de subir a vivaquear a ninguna cumbre. Después me vuelvo a quedar solo.

Estoy contento esta noche. He pasado una bonita jornada con unos amigos alrededor de una paella, una de esas jornadas que te dejan el buen sabor de boca de una larga y distendida conversación, la comida, el vino, los postres, la vuelta al día en ochenta mundos diferentes… hemos estado en la Norte de Dru con Keemiyo, hemos paseado por la actualidad política y recreado las posibilidades de Sumar y Yolanda Díaz… Ese conversar apacible y tranquilo, historias, recuerdos, problemas sociales, libros, nuestra mutua pasión por la montaña. Tanto que de verdad con mucho gusto aspiraría a peregrinar a la Meca si con ello lograra compartir un plato de lentejas, una paella con todos esos amigos que andan por ahí, por el limbo de las redes pero con los que con toda seguridad me une la gracia de una misma pasión. Amigos que acaso conocí a través de las redes, amigos a los que me unió una cuerda hace medio siglo, amigos con los que a través del ciberespacio coincidí en ideas y gustos, amigos a los que apenas traté en los lejanos tiempos de Galayos, Gredos o Pedriza, pero que ahora reencuentro tras medio siglo con el gusto de quien ve en ellos una parte de sí mismo, de su historia, de sus pasiones, de su amor por la aventura y por una filosofía de la vida que sigue alimentado nuestras ganas de vivir.



Hoy, Eduardo, con un maravilloso énfasis daba testimonio en un video de esa pasión que nos mueve a tantos por las montañas, por los entornos que fueron alimento de nuestra pasión desde la adolescencia, y en defensa de ellas advertía a los posibles mercaderes dispuestos a arruinar nuestro Pirineo: “Mi fantasma cuando me muera se os aparecerá por la noche y os tirará de las piernas”. Solté una carcajada cuando le oi. Genial, Eduardo, le contesté a Toti, que era quien me había mandado el link del video. Se lo decía a Mar en otro guasap, estoy enamorado de este hombre. Lo Advierto, mis amores son muchos, lo es Eduardo que con sus muchos años sigue guerreando por unas montañas libres de la especulación y los mercaderes, lo es Carlos, que esta tarde me decía que su situación tras el accidente está siendo más dura de lo que creía, pero que tiene ganas de volver a encontrarse con nosotros, con los amigos. Coño, me digo, cómo no estar enamorado de un hombre así al que esta misma noche he visto en el collado Cabrón con Sito charlando para RTVE con esa pasión en los ojos, en la mirada, en sus palabras. Podría hacer una larga lista de mis amores, mujeres aparte, que también me volvieron en algún momento loquito, pero ahora, a estas alturas de la vida mis amores son otros y entre ellos tantos amigos de la montaña que me enseñan, a los que admiro, a los que me insuflan con su ejemplo fuerzas para no perder de vista la posibilidad de llevar una vida apasionante, amigos con los que puedo compartir ese gran trozo de existencia que me vincula a los bosques, a las montañas, a la posibilidad de perderme durante semanas por los dominios de un mundo salvaje.

Y juro que estoy sobrio, que lo que sucede es que, como decía mi hijo Guille, estoy de pm , sí, cuando me encuentro con este apasionado personal que se mueve entre los riscos como si la vida le fuera en ello. Días atrás Pedro Mateo terminaba así un post dedicado a Sito: “Dichoso aquel que entre en el reino de sus AMIGOS”. Algo así me sucede a mí cada vez que termino una jornada entre amigos; también entre amigos que al principio del día eran una posibilidad y que en transcurso de la jornada siento tan cercanos; hoy sin más Fafi, Loli y Tamara, y no cuento a Santiago o a Keemiyo que ya de sobra nos conocemos; ni a Santiago Fernandez que lo retuvo su enfermedad y al que admiro por otras razones.

En otro momento de su post Pedro pregunta a Carlos: ¿y tú que has hecho para tener tantos amigos y ser tan querido? A lo que Carlos, tras una pausa, le mira y contesta:  “¡Yo no he hecho nada, si acaso ... subir cuestas!”. Y pienso en Keemiyo contándonos esta tarde una escalofriante ascensión en la Norte del Dru, una tormenta a mitad de pared toda la noche, el agua penetrante por todos los lados, la negación al día siguiente del auxilio del helicóptero, el hielo que cubría la pared, el descenso, o su caída de treinta, cuarenta metros y sus dos años de hospital; o recuerdo a José Ángel Lucas con quien compartí un rescate en invierno en la Amezúa, su pasión, su entrega, su valor, ¿como no considerarte dichoso, como afirmaba Pedro, al sentir la amistad de estos hombres, a los que admiras, en los que encuentras que corre por sus venas desde siempre esa misma incipiente pasión que engendramos en la primera juventud y que no soltara prenda hasta el mismísimo final?

 

 

 

 

 

 

 

 


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