En el AVE de Madrid – Zaragoza, 6 de mayo de 2023
Muy a mi pesar porque frente al peligro de que el Pirineo sucumba
ante la codicia de los inversores dispuestos a sacar dinero debajo de la
piedras, opto por defenderlo mediante la creación de un parque natural a
sabiendas de que después vendrán otros, los llamados administradores de
parques, generalmente personas ajenas a los usos y tradiciones montañeras, a
buscarle cinco pies al gato y a convertir el parque en un hervidero de absurdas
prohibiciones.
En un país como el nuestro, tan proclive a echar mano de los
prohibidos manu militari dejando el campo abierto para que la guardia civil se te eche encima alterando
la magnífica soledad de la montaña, dudoso es que, dada la experiencia que
tenemos en Guadarrama, allá puedan en algún momento encontrarse gestores dignos
de tal nombre.
Es penoso pero es así, que los que defendemos el medio
ambiente tengamos que lamentarnos de la muy inepta y disparatada gestión de un
parque en mano de gestores absolutamente
ignorantes del medio que deben gestionar, ignorantes de los usos tradicionales
de siglos como el vivac o el uso de la tienda de campaña como refugio contra la
lluvia y el frío, ignorantes de que, salvo excepcionales circunstancias de
conservación, nadie puede prohibir indiscriminadamente
de manera general el uso de los senderos. Lamentarnos porque gente salida del
pensamiento totalitario fascista, precursores de un 1984 orwelliano, hayan
invadido nuestra querida sierra manchándola con la infamia de la presencia de
tales gestores. Vándalos incluso que se han atrevido a destruir los vivacs de
Peñalara, abrigos consagrados por las costumbres y el amor de generaciones de
montañeros. Advenedizos, inconscientes, creídos, papanatas del medio…
Me dicen que dentro de poco por NUESTRA SIERRA sólo vamos a poder caminar por donde a ellos
les dé la gana. Ellos que parecen no haber caminado por nuestra sierra más allá
del parquing de Cotos, aséptico subproducto de una sociedad de masas de nula
imaginación, ellos, esta peste que nos ha caído encima por desgracia…
¿No estamos ya con esta gente en el entorno de una distopía?
Se entiende, sí, por dónde van los tiros. Imagino que serán
prohibiciones que no afectarán a las vacas o a los zorros, ellos seres agraciados
que no tienen que aguantar la ignorancia, la falta de respeto y el deficiente riego
sanguíneo que sufren tales administradores.
No más gestores de parques nacionales que roben la esencia de
nuestra relación con la montaña. No más gestores cazurros acarreadores de
prohibidos incontrolados, no más administradores ignorantes de la realidad de
un mundo en donde el sentimiento de la montaña y la tradición montañera es la
primera cosa a preservar frente al indiscriminado arbitrio prohibidor de los
gestores. La montaña es mi casa, mi hogar, de ella vengo. Echen abajo el
teleferico del Teide y verán cómo se acaba la masificación. Dejen en paz la
montaña señores gestores, no vandalicen el medio destruyendo los abrigos
rocosos que el tiempo y la naturaleza han santificado. Tiren ustedes de
imaginación y no sean vulgares prohibidores. Si tienen alma de pastores cómprense
ustedes un rebaño, pero no quieran ejercer de tales con la gente de la montaña
que lleva generaciones cuidando el monte, mimándole.
Así, puro arranque mientras la respetable velocidad del AVE
nos va llevando en un plisplás a manifestarnos, muy a mí pesar, por creación de
un parque natural en Canal Roya, muy a mi pesar porque sí creo que estos actos puedan
alejar las amenazas que penden sobre el Pirineo por parte de ese monstruo de múltiples
cabezas dispuesto a convertir en puro cemento nuestros queridos valles. Palabras
precipitadas, probablemente algo inconexas, palabras de indignación por cómo se
interpreta la protección del medio, pero que son palabras que encierran un
profundo amor por las montañas que son desde una muy temprana juventud el
alimento del alma, la sal y la gracia que nutren en su estar en ella nuestro
ser caminándolas, durmiendo bajo el dosel de sus cielos estrellados… que es el
placer de contemplar su belleza única cuando el sol se acuesta o se levanta,
cuando el manto del firmamento se despliega frente a mi vivac y mis admirados
ojos quedan prendidos de tanta belleza, del milagro de la moche, del silencio,
de la paz que llega a mi espíritu cuando me retiro a una cumbre a pernoctar
como quien lo haría de rodillas en la semioscuridad de un templo.
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