domingo, 30 de abril de 2023

Profundizar en los misterios de la noche

 

Noche en la cumbre del Moncayo


El Chorrillo, 30 de abril de 2023

Sería tan fácil salir del cono de luz que inunda la ciudad y adentrarse en la oscuridad de la noche y el silencio… Sería tan fácil perderse entre las cebadas por ese caminillo que sale del pueblo y alejarse y allá encontrarse con la inmensidad del firmamento… tan emotivo, tan relajante encontrarse con la soledad del campo dormido, pero sobre todo si te atreves a más y te internas entrada la noche en el reino de los bosques, en las encrucijadas de la Pedriza

Pero sobre todo, porfa, estáte lejos de la burocracia y sus administradores, que nada se interponga entre tus sentidos y la noche. Cuando te adentres en la noche no enciendas el frontal no vaya a ser que te tropieces con algunas de las múltiples prohibiciones que pueden poblar los caminos. El mundo ya no es el mundo de la poesía y de los sentimientos, ahora el mundo es consumir y hacer lo que hace el rebaño por sí o a instancias de sus pastores, ahora las montañas y sus encantos, el profundo sentimiento que antaño se desprendía de los caminos y barrancos ahora quiere ser usurpado, reducido, encorsetado, enlatado. Así que camina en la oscuridad y abre tus sentidos a la noche, escucha  según te adentras en el bosque o asciendes por una ladera cómo dentro de ti va naciendo la conciencia de la infinitud y tu pequeñez junto al espectáculo de las constelaciones que aparecen entre las ramas de los árboles, cómo dentro de tu pecho se abre paso la emoción. Nereidas que por el mar del cielo te irán mostrando mientras avanzas en la estrechez de la senda camino de las alturas las pequeñas maravillas de la noche, el susurro de un arroyo que atraviesas, la quietud de la vida adormecida en las ramas de los árboles, el silencio, señor a esta hora del lugar.

Y allá arriba, cuando hayas dejado atrás el bosque, las pedreras, el canto del arroyo, busca un pequeño espacio para tu saco de dormir, extiende tu esterilla sobre la hierba y ya en el saco, ponte cómodo y prepárate para contemplar el gran espectáculo que se abre ante tus ojos. Nunca hubo maravilla tal como la contemplación del firmamento en la quietud del que desde su saco de dormir contempla la noche. No recuerdes, no pienses en nada, no distraigas tu pensamiento con ideas vanas; mira las estrellas, recorre con tus ojos las constelaciones, trata de localizar algún planeta, seguramente Saturno o Júpiter estarán en algún punto de la bóveda sobre tu vivac. Y de vez en cuando cierra los ojos e interioriza ese universo dentro de ti. Todos los misterios del mundo, toda la belleza corre ahora por dentro de ti, toda ella se asoma a tu pecho en forma de suspiro.

Y así, pasarán los minutos y acaso te duermas, y cuando despiertes las constelaciones habrán cambiado de lugar; Orión o Casiopea, que antes brillaban por levante, ahora estarán acaso en el cenit. Hasta es posible que una luna rezongona en cuarto menguante empiece a salir por el horizonte iluminando los alrededores como si estos fueran las almenas y los muros de piedra de un castillo abandonado. Y arrebujado en el calor del saco de dormir entonces te darás la vuelta y cerrarás los ojos y  sentirás quizás un poco de eso que llaman felicidad.

Y entonces te acordarás de esa gente que jamás ha dormido bajo las estrellas y que sin embargo quieren arrogarse el derecho de prohibirte seguir alimentando tu alma en la entrañable compañía de la noche. Infelices ellos, imbéciles, idiotas de solemnidad. Pero no, espanta de tu pensamiento a semejantes individuos y vuelve al sueño, entorna los ojos y sé feliz. Ese es tu lugar, esas son tus estrellas; eres cabra, corzo, jabalí, cárabo cantando en la noche, dando gracias a los cielos por ser quien eres, por estar donde estás.

 

 

 

 

 

 

 


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