jueves, 28 de abril de 2022

Ideas y creencias: ojo a la diferencia…

 



El Chorrillo, 28 de abril de 2022

Las ideas se tienen, en las creencias se está. Así encabeza su libro Ideas y creencias Ortega. Me vino esta cita a la cabeza ayer mientras charlaba con el amigo Paco. Hablábamos de los gilipollas de este mundo, todos esos que gastan la vida en aumentar los números de sus cuentas corrientes, de estos y parecidos personajes. Le decía yo a Paco eso que digo tantas veces, que a los tales lo que les sucede es que no saben que se van a morir, a lo que Paco me respondía que sí que lo saben. Quise aclarar la idea. Obviamente sí lo saben, pero ese conocimiento no está incorporado en su campo de creencias profundas. También me decía que es mucho más difícil para un ateo asumir la realidad desde la perspectiva de quien sabe que tras la muerte no hay absolutamente nada, que para el creyente, que sucintamente guarda una escondida esperanza de que todo esto que ha vivido no se disolverá en la nada. En esto último no estaba de acuerdo con él.

Voy a ver si aclaro, me aclaro, estos términos; un simple ejercicio de intentar arrojar luz sobre la ambigüedad de los asuntos que le fluyen a uno a través de los conductos neurales :-). La diferencia que hay entre alguien que sabe que se va a morir, morir con todo su cuerpo, desde el fondo de su alma, franca y taxativamente desaparecer sin más dentro de unos días, y la de aquel que sabe que se va a morir “algún día” pero vive como si fuera a alcanzar la edad de Matusalén, como si su vida fuera infinita, se me antoja que existe un abismo.  

Las creencias se tienen, las vas adquiriendo a lo largo de la vida, son un proceso lento, a veces penoso. Yo a los quince, dieciséis años, que ya leía a Bakunin, supe “intelectualmente” de la no existencia de Dios, lo sabía de parecida manera a esos que saben que se van a morir, vamos, de una manera quasi abstracta, lo que no impedía que siguiera yendo a misa y comulgando. Me debatí durante más de un lustro entre la creencia o no creencia de Dios. Me costó Dios y ayuda :-) desprenderme de todo el bagaje que había adquirido durante casi una década de estudiante con los salesianos. Y aún así el corte no fue tajante; seguí siendo un medio creyente y un medio ateo durante muchos tiempo, algo que hoy me parece increíble desde la experiencia de los años, algo que sólo creería posible hoy en un niño chico intelectualmente indefenso. La fuerza que tenían las creencias que había adquirido desde niño entraban en conflicto con las ideas que iba adquiriendo a través de mis lecturas y mis esfuerzos por comprender la realidad, que me pedía un esfuerzo para encontrar coherencia en mis ideas.

El tránsito de las ideas adquiridas a condición de creencia, eso que asumimos como lo que es, eso, pone un ejemplo Ortega, que sucede a alguien que sale a la calle y sabe de antemano lo que se va a encontrar, gente, comercios, coches, la luz del sol calentando la mañana, es lento. Vive inmerso en esa realidad cotidiana de parecida manera al creyente para el que Dios, la Virgen o Mahoma forman parte del corpus mental y vivencia del creyente; ese tránsito es uno de los fenómenos más interesantes que hemos vivido mucha gente de mi generación. Cómo un creyente poco a poco pasa de esta condición a la de ateo es un proceso largo y costoso porque en él, como san Jorge con el dragón, hay que luchar con creencias arraigadas en lo más profundo del ser. Si en lugar de seguir este proceso de esclarecimiento de la realidad, acorde con los conocimientos que se han ido adquiriendo desde los tiempos de Darwin, seguimos el camino contrario y cavamos más hondo en la ficción que las religiones han ido creando, lo que tenemos es una santa Teresa de Jesús con aquello del muero porque no muero, un proceso de enajenamiento en donde las emociones juegan un papel capaz de hacer imposible la realidad más evidente.

Las creencias, que juegan un papel tan esencial en todas las culturas, tienen cierta semejanza con el espíritu que guía nuestros mecanismos biológicos automáticos; nos liberan del hecho de pensar y automatizan nuestro comportamiento con respuestas fáciles, y tantas veces ingenuas. Así, la certeza de que te mueres, resucitas, vas al cielo y te encuentras con tus seres queridos y vives por los siglos de los siglos en “santa paz”, certeza de ambiguos perfiles, pero que funciona, te permite desentenderte de la “farragosa” tarea de pensar y construir tu propia percepción de la realidad.

Quizás a esto se refería Paco cuando decía que es más difícil ser ateo que creyente. Pero en todo caso sería una apreciación justa si consideramos que precisamente lo más difícil siempre tiene un cariz de nobleza y de trabajo personal del que carece la facilona sumisión a las creencias que se asumen por costumbre.

Entiendo, lo expresaba Buda en algún lugar, creo, que si todo el mundo supiera que se va a morir, en el sentido en el que vengo diciendo, otro gallo cantaría. Asumir la pequeñez e insignificancia que somos en tantos aspectos, la nula causalidad de la vida, allana, pienso, poco a poco el camino hacia esa nada que nos espera a todos. Y volviendo a ese tránsito de las ideas a las creencias, de que hablaba más arriba, creo que hay que ser consciente de que tal proceso es lento, costoso y que para que algo entre en el ámbito de las propias creencias no basta la razón, Yo lo compararía a un procesos de ósmosis, las ideas se van acumulando, poco a poco van saturando nuestro pensamiento, nos vamos familiarizando con ellas, así hasta que en determinado momento, sin que apenas nos hayamos dado cuenta, pasamos de ser creyentes a ateos, pasamos de pensar la muerte como un hecho calamitoso a hacer de ella la culminación de una vida creativa, pasamos de  considerar a los acaudalados amos de este mundo de personas afortunadas a pensarlas como unos perfectos gilipollas que no sabiendo que se van a morir  etcétera etcétera.

Las creencias con las que empezamos a caminar por la vida raramente son propias, es el ejercicio de la razón, la formulación de nuevas ideas las que con el tiempo, la experiencia, la lectura, el ejercicio del pensamiento crítico, poco a poco minarán las bases de las mismas hasta hacer posible la elaboración de un mundo propio que, partiendo de ideas nuevas, poco a poco se consolidarán con el tiempo en creencias, nuestras creencias. El yo, que un principio no era yo propio, sino yo recibido en herencia, al cabo de los años, el trabajo personal del escultor que esculpe su propio ser, termina por adquirir un cuerpo de creencias, su sentido de la muerte, su idea de la sociedad, de la justicia, el amor, que constituyen la esencia no sólo de su pensamiento, sino también de su conducta, de su hacer personal y social.

¡Ay!, este sufrido diario mío… ¡Tantos asuntos, tantos!


2 comentarios:

  1. Hola Alberto por fin me he decidido a escribirte (soy bastante introvertido) siento un gran respeto y admiración por la gente como tú que tiene una gran cultura, valores y pienso que este mundo funcionaría mucho mejor con personas así.
    A raíz de tu escrito comentarte que yo también , como decía Luis Buñuel "soy ateo gracias a Dios"
    Por casualidad hace ya más de un año descubrí tu blog y desde entonces soy un asiduo de cada post que publícas.Comparto tu forma de entender la vida tus ideas políticas y entre otras cosas tu amor por las montañas. El motivo por el que me he decidido a escribirte es por darte las gracias por un post que publicaste hace unos días "La lucha del Paraguayo por su supervivencia" me pareció precioso y lo hemos cogido como un referente en nuestra familia ahora que estamos pasando una difícil situación ya que le acaban de diagnosticar a mi mujer un cáncer creemos que hemos de hacer lo mismo que el Paraguayo aferrarnos a la vida con todas nuestras fuerzas y luchar por salir adelante. Muchas gracias Alberto por las historias que nos cuentas y que a algunos nos encantan. Un abrazo de un admirador tuyo.
    PD- Aunque mucho más modesto que el tuyo también tengo un blog (ahora un poco abandonado) espero algún día volverlo a retomar
    www.camidepedres.blogspot.com

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    1. Estuve dándome una vuelta por tu blog y te comenté desde allí. Repito la entrada aquí para asegurarme de que te llegue:
      "Hola, Javi, soy Alberto de la Madrid. Estaba echando un vistazo a tu blog y tropecé con tu afición a las canoas, una añoranza que llevo encima desde hace mucho tiempo sin que me haya decidido a darle cumplimiento. Son tantas las cosas que uno puede hacer que falta tiempo para todo. Total, que al final creo que lo voy a dejar para mi siguiente reencarnación (jajaja). Hace unos años coincidí con un montañero en Pirineos que pasaba los veranos, hasta la pandemia, navegando en solitario por los rios del norte de Canadá. Se me pusieron los dientes tan largos que estuve tiempo pensando si compartía la montaña y los caminos con la canoa... Pero en fin, que me alegro encontrarte en este mundo de gente que, creo yo, sabe realmente escoger en la vida caminos y actividades tan saludables y que tanto nos ponen en contacto con la belleza de este mundo.
      Un abrazo y buen Camino".

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