miércoles, 29 de septiembre de 2021

Más sobre la IDA y sus seguidores

 


Debería atenerme al consejo de Nieves Concostrina, pero un asunto colateral me obliga a meterla de rondó. Mis disculpas.



El Chorrillo, 29 de septiembre de 2021

Es el caso que termino con mis obligaciones matinales, me voy a mi rincón de la cabaña junto a la ventana y tras unos minutos descubro que no hay nada inmediato en que me apetezca emplear el tiempo. Dudo si ponerme a leer un libro que me acaba de traer el mensajero, El arte de ver las cosas, una selección de textos de John Burrougs, un hombre vinculado al trascendentalismo norteamericano junto a Emerson y a Thoreau, o por atender a ese no hacer nada que días atrás Alba Rico en un tuit ponía en boca de Alfonso Sastre: “ Así decía el tuit: “ Para pensar hay que saber pensar. Pero antes, saber leer. Pero antes, saber escuchar. Pero antes saber estar en silencio. Pero antes procurarnos un tiempo para no hacer nada”. En fin que después de un rato de silencio y otro más de no hacer nada decidí que tenía que aclararme sobre un asunto que me trae un poco mosca.

Se trata de lo siguiente. Días atrás había escrito un post sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid, una mujer que a mí me parece no anda mucho en sus cabales y que se comporta tan inconscientemente como para armar la de Dios cada vez que se sale del guión que otros le han asignado, eso sin contar las responsabilidades penales por la muerte de muchos ancianos a los que no se permitió ser derivados a los hospitales cuando contrajeron el Covid. Allí yo echaba la culpa de muchos de los males que vivimos en la Comunidad y en el país a ciudadanos faltos de ganas de pensar, que siendo pasto de una publicidad torticera terminan depositando su voto en aquellos que esquilman la educación y la sanidad pública y que atienden más bien a intereses particulares que a los del bien general.

El asunto que trato de desentrañar nace de situaciones como ésta: días atrás mando un vídeo a un amigo con la intervención de Yolanda Díaz en la pasada fiesta del PC que viene encabezado por estas palabras: “Frente a la ola reaccionaria no hay que caer en el desánimo, sino construir un proyecto en positivo. Levantar un proyecto de país que genere esperanza y dé un nuevo horizonte a nuestra gente”. Su respuesta ante tan alentadoras palabras es la de alguien que está realmente tan enfadado con unos y con otros que apenas presta atención al vídeo que le he enviado y me viene a decir, sin mucha relación con el motivo de mi mensaje, que se plantea no votar en las siguientes elecciones, salvo si se presenta Ayuso. Y yo naturalmente me llevo las manos a la cabeza. Y es que es un amigo que aprecio, un amigo culto e implicado. En otro lugar, otro amigo, frente a mis propuestas para construir un mundo mejor, me dice que el socialismo o el comunismo tienen la virtud de acabar con todo lo que dicen defender, lo que, imagino, me hace suponer que es la tercera vía la que el defiende, porque no hay muchas más en la actualidad, el neoliberalismo. La más inhumana e interesada de las ideologías en nuestro tiempo debería ser, a lo que parece, el santo de nuestra devoción, esa ideología de la libertad en donde en un gallinero lobos y gallinas andan juntos.

Trato de aclararme pero no lo consigo, trato de comprender cómo personas de parecida extracción social, económica y cultural pueden pensar de manera tan distinta… y no lo consigo. Me intriga, o yo soy un poco corto de luces o estoy muy metido dentro de una burbuja que no me deja ser objetivo, y el caso que he viajado bastante y he leído algún millar de libros, pero ni con esas. Lerdo total me siento. Uno puede argüir como hace uno de mis amigos, que unos y otros son unos canallitas porque en tal caso concreto se han comportado de esta u otra manera, pero de ahí a pretender no dejar títere con cabeza y desear desterrar a las alcantarillas, partiendo de estos ejemplos, dejando totalmente inhabilitado, desprestigiado todo un movimiento de izquierdas para después decir que sí votaría a la tal Ayuso, me parece un despropósito.

En ocasiones me embarga la sensación de que el hombre engendra odios y amores que van mucho más allá de la razón, odios y amores que se nos cuelan por alguna rendija, nos habitan y nos acompañan a lo largo de la vida con cierta independencia de nuestra razón, que puede llegar a contemplar el espectáculo con la misma intriga con la que yo me enfrento a algo irracional. Sí, claro, la educación que cada uno recibimos, las fuentes de información en las que bebemos, el entorno social y económico en que hemos crecido y nos hemos desarrollado, pero aún así. Escribía el otro día que Jean Paul Sartre había dicho que a los doce años uno ya sabe si es obediente o rebelde. Igualmente se podría decir de otros aspectos de nuestra personalidad. Yo nací de izquierdas, de parte de aquellos que creen en la justicia como herramienta para hacer un mundo mejor, y a los doce años, pese a haber estudiado nueve años con los curas, ya podía considerarme ateo y en completa oposición con aquellos que medran a costa del prójimo y buscan conservar y ampliar espurios privilegios. A lo mejor podría haber nacido de derechas, cosa difícil cuando se nace en una familia donde era muy complicado llegar a final de mes, pero en cualquier caso no dudo que llegando a adulto y estando en conocimiento de la historia de la humanidad y con el haber de una sana moral habría cambiado totalmente de signo mi adscripción política.

Descubrir después que el mundo no es perfecto y que dentro del socialismo y el comunismo se pueden cometer grandes errores, no me habría hecho caer en la trampa de generalizar, ese defecto tan común y tan universal, y querer echar por tierra la labor de todos aquellos que han trabajado por conseguir un mundo mejor. El ignorante, que no tiene visión de la historia y de aquellos que la han llevado adelante, no cae en que la vida de la gente ha cambiado a mejor a lo largo de los siglos, demasiado lentamente, es cierto, gracias al trabajo, al esfuerzo, en ocasiones dando sus vidas a cambio, de una minoría que se ha partido el alma unas veces por conseguir una jornada laboral más humana, otras por desterrar injusticias sin nombre. Gentes que responden a una ideología de izquierdas, socialistas, comunistas que creyeron que lo que en un tiempo era de todos no debe ser ahora de unos pocos.  

Cuando la vida corre por las venas y la oyes fluir como un arroyo cantarín entre hierbas y pedruscos,

cuando la vida es un corralillo de piedras en la cumbre de una  montaña,

cuando la vida son las castañas pilongas de la infancia, el regaliz, el palolú que vendía mi abuelo en su puesto de pipas,

cuando la vida, en fin, va más allá de tu propia piel y es necesario hacer un hueco a la justicia, mantengamos nuestra conciencia en alto y no nos dejemos engañar por el espectáculo de los que creen que el mundo es patrimonio de unos pocos. Amén.

 


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