¿Y ahora qué?

 

El Chorrillo, 5 de mayo de 2021 

Vivir en la irracionalidad con un pie en la barbarie y otro en los restos fermentados del franquismo es una de las cosas más tristes que pueda acaecer al hombre que se despierta en esta mañana del cinco de mayo pensando todavía atónito en cómo puede ser posible lo que de hecho sucedió ayer. ¿Y ahora qué? ¿Exiliarse a alguna parte del mundo donde las mayorías tengan activas sus capacidades mentales de pensar, donde el sentido común tenga un lugar preferente, donde no lleguen las voces ni la influencia de la barbarie que nos rodea en la actualidad?

Mi pueblo ayer por la mañana: una pequeña cola de gente mayor de aspecto corriente, una anciana en una silla de ruedas, parejas con niños en brazos que hablan cándidamente con sus papás, educados policías que te señalan la dirección de la puerta donde has de votar… y sin embargo la mayoría de ellos con una papeleta de voto en su bolsillo que pone en las manos de la barbarie las instituciones de su país. Era un día amable de primavera. Cuando salimos de casa los ruiseñores cantaban a todo trapo en los árboles de la parcela, las tórtolas andaban locas con sus zureos manifestando de voz en grito su estado de disponibilidad, el cielo era intensamente azul con unas pequeñas nubes que navegaban sobre el horizonte como góndolas  a la deriva; y sin embargo, el mundo, patrimonio de todos los que le habitan, pero usurpado y destinado a la rapiña de unos pocos, iba a ser en unas pocas horas entregado una vez más a los trileros.

Recibí un primer guasap esta mañana de un amigo con aquellos versos de Neruda que hablan de la tristeza y el amor: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…” Esa profunda sensación que te viene por dentro de que el mundo no tiene solución pese al ímprobo trabajo de muchos por mejorarlo; dolor ilocalizado, la desesperanza, la impresión de que te marcharás mañana, pasado mañana de este mundo y todo seguirá igual… y unos pocos lo tendrán casi todo mientras que la gran mayoría habrá de contentarse con las sobras. Tristeza de un mundo donde la democracia otorga el derecho a voto a ingenuos asnos y borregos en manos de estafadores.

¿Nada que hacer? ¿Habrá descubierto Pablo Iglesias que efectivamente este país no tiene solución y ha decidido en consecuencia  dedicarse a cultivar tomates en el huerto de su casa y a atender a esa tarea entrañable de criar a los propios hijos porque acaso la pasión del poder cuenta menos que la salud de la propia vida y la de la familia? Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios; darse a uno mismo y a la sociedad en la proporción que dictan las circunstancias, circunstancias que cuando se tambalea la cordura del mundo que nos rodea y éste se vuelve gris e inhabitable, invitan no a otra cosa que a cultivar el propio huerto. En la naturaleza hasta las peores plagas terminan por alejarse aunque a sus espaldas dejen el campo devastado. Esa parece que sea nuestra última esperanza en esta tierra donde Franco y el nazismo vuelven a resucitar como malas hierbas que ahogan el crecimiento de una resistencia todavía no suficientemente fuerte como para hacer frente a la ignorancia.  

Y es que esta mañana, que ya puedo volver a bailar con precaución tras mi accidente con la motosierra, inicio el YouTube y, como todas las mañanas, como todas las mañanas, en la cabecera de la app, lo que me encuentro es a los nazis del moco verde, propaganda pura y dura de esa barbarie que ocupa el país, que vienen a la cabecera de mi teléfono, que ocupan las portadas de los periódicos como una peste que se extendiera sin remedio enfermando a esa España inferior que ora y bosteza. Machado no más:

Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;

Iglesias se marcha, un hombre que con sus defectos era un ariete importante contra la barbarie manda de momento a freír monas a la política; yo probablemente no abriré un periódico en algún tiempo aturullado como estoy por los sucesos recientes.

Tristeza de vivir en un país de charanga y pandereta.

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Por cierto, un homenaje a Pablo Iglesias, un hombre que creo se equivocó en muchas cosas, pero que siendo ariete contra los desafueros de la derecha, ha encontrado a última hora un camino acorde con las circunstancias que lo retrotrae acaso a esa  esencia del ser humano que constituye la crianza y la cercanía de los hijos. Esa estoicidad con que ha soportado durante estos años sobre sus hombros el peso de toda la bazofia humana más miserable y repugnante de este país, todo ese detritus que generan las alcantarillas, merece un caluroso homenaje de agradecimiento por parte de todas las personas de buena voluntad del país.