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La imagen original la he obtenido en elEconomista.es |
El
Chorrillo, 3 de febrero de 2021
Últimamente
la media hora que dedico por la mañana a los ejercicios de mantenimiento es una
mina. Hoy hasta cuatro temas de escritura empezaron a revolotearme por la
cabeza con la idea de despejar el terreno para acceder a mi diario, así que
tuve que poner orden en mis conexiones neurales para que no se produjera una
atasco de tráfico. La primera que apareció podría llevar el título de Luces y sombras, y debe su presencia a
un artículo que escribí días atrás sobre un documentalista del alpinismo en
donde las luces y las sombras, como decía la esposa de Elias Canetti de su
propio marido, “donde hay mucha luz necesariamente tiene haber muchas sombras”,
aparecían días atrás muy relevantes. Vamos, que las personas no somos unívocas
y que las contradicciones y las paradojas abundan en el alma de cualquier
sapiens que se precie. También me sugería este título una noticia que me leía
esta mañana Victoria sobre Pablo Iglesias respondiendo a García Egea. Iglesias
es uno de los hombres de la actualidad con más luces y sombras, aunque también
es verdad que las luces últimamente son mucho más abundantes que las sombras
que lo habitan.
Sucede
con excesiva frecuencia cuando opinamos sobre una persona que nos
atengamos, según nuestro particular estado de ánimo o el asunto que queramos
poner en relevancia, exclusivamente a sus luces o a sus sombras que, tratándose
de una persona desfigura su perfil convirtiendo el bulto redondo y la riqueza
del entramado de luces y sombras que dan en un buen retrato una idea bastante
aproximada de ella, hacen del personaje un objeto viciado por el que lo
retrata. No obstante no siempre, y menos a la velocidad que circulamos por las
redes y por la realidad, uno tiene tiempo de hacer ese ejercicio de ecuanimidad
que debería investir a todo aquel que opina sobre una persona. Puntualizado
esto quizás habría que añadir que no hay por qué confundir al personaje con
aquello que dice o hace, que es algo que se mezcla indisolublemente en los
comentarios de detractores y de gente a favor, un aspecto que habría que dejar
claro para no mezclar ovejas de distinta condición.
A
Pablo Iglesias, por ejemplo, un servidor lo tiene entre ceja y ceja desde los
tiempos de Vistalegre II; sus deseos de poder, manejar al personal, etcétera, etcétera,
pertenecen al manual de El Príncipe, de
Maquiavelo, razón por la cual Podemos pasó a mejor vida en mi mente desde
entonces. Ahora, hecha esta salvedad, es decir sus desaforados deseos de
acumular poder, para él, y para su chica, que le ha llevado a descabezar el
partido de todos aquellos, por acción propia o por la de los mismos afectados, que
le pudieran hacer sombra (ha sido muy hábil manejando los procedimientos de
elección y la psicología de los votantes, tantos de ellos perezosos e inclinados
a votar listas más que personas); haciendo esta salvedad es de Perogrullo que
este señor es una de las mentes políticas más brillantes del país. Cosa
obviamente que los aficionados a leer el ABC, OkDiario y ese tipo de prensa
amarilla, etcétera, etcétera... Si a esa obviedad se suma que en este país,
entre los partidos a nivel nacional, no existe ningún otro que asuma como UP la
defensa del ciudadano medio, no asuma la desfachatez de que no se cumplan los
artículos de la constitución que establezca el derecho a una vivienda digna de
todos sus habitantes, eso y otros muchos aspectos relacionados con la justicia
y el bienestar de la población, quizás tengamos buenas razones para matizar ese
asunto de las luces y las sombras de que hablaba más arriba y, aunque haya que
puntualizar que UP y Pablo Iglesias no son la misma cosa, es muy cierto que el cabeza
visible de los programas y la acción de este partido se aglutinan en torno al
vicepresidente de gobierno.
De
luces y sombras está hecha la vida y aquel que esté libre de culpa que siga
las instrucciones del Evangelio y arroje
la primera piedra. Con un canto en los dientes deberíamos darnos de tener en la
vicepresidencia del gobierno a un hombre que corrige de continuo la política
conservacionista de un PSOE maniatado y se enfrenta a una derecha incompetente
y falta de ese sentimiento de Estado que debía enarbolar toda oposición digna
de crédito.
Ahora,
hechas estas puntualizaciones, decir que tras tener claro que no hay que
mezclar churras con merinas, justo y bien justo es, a fin de dar al César lo
que es del César y a Dios lo que es de Dios, que si alguien mete la pata, dice
una gilipollez, o intenta desfigurar una realidad desde algún púlpito mediático,
aunque este pertenezca al trío divino de
No
me da el tiempo para esos otros temas que me rondaban por ahí esta mañana
durante los ejercicios de mantenimiento, especialmente uno de ellos que me
llevará próximamente a cambiar el nombre a este blog, no será la primera vez,
por el Diario de un pelagatos, algo
que va a definir mucho mejor la idoneidad de
quien escribe estas líneas. No, no quiero que nadie se llame a engaño.
¡Ojalá se nos diera a muchos pelar gatos con tu habilidad...!
ResponderEliminarBueno, bueno... Algún millar de libros sí he leído, pero sigo siendo un antigui maestro escuela :-).
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