lunes, 9 de noviembre de 2020

Bagatelas

 

Imagen cortesía de Julio Gosán


El Chorrillo, 9 de noviembre de 2020

 

En todo caso si un dios hubiera creado el mundo sólo habría sido autor de una pequeña parte del planeta que habitamos. Dios no creó el arte, ni la ciencia, ni el cine, ni nada de cuanto es valioso en la Tierra que requirió el esfuerzo y la inteligencia de su habitantes. Tampoco en la Naturaleza pudo tener gran parte Dios, porque lo que es valioso en la progenie de Adán y en todos lo seres que habitan la Tierra sería en todo caso la complejidad y el perfeccionamiento en que se habría resuelto un acto primero. Así, Dios nunca pudo crear La Pedriza, que de hecho fue obra del Tiempo y de la acción de los elementos. No pudo crear las tormentas ni la acción de los mares. Hoy me bastó ver una foto de La Pedriza de Julio Gosan para entender que si a algún dios tuviéramos que agradecer algo estos serían el Tiempo y los Elementos, los grandes escultores de las maravillas de la Naturaleza. Véanse simplemente las armonías que deja el viento jugando con las arenas doradas de sus dunas, o los crespones de espuma en los encajes de las olas, o el sol que tan bellamente viste a las nubes del final de la tarde o, ese enjambre de rocas que las tormentas y las lluvias de millones de años esculpieron al norte del embalse de Santillana.

* * *

El gustito y el confort de una camisa de algodón con capucha e interior de piel de borrego. Ayer, que dormía en la cima de Abantos, me había acostado con una vieja camisa que nunca usé. Me metí en el saco con ella, me puse la capucha y encontré tal gusto en la suavidad de su tacto y en su calor que llegué a pensar allí acurrucado que de existir un estado de bienestar en donde todas las necesidades estén cubiertas sería ése de estar acurrucado dentro de mi camisa. De hecho esa sensación se repitió cada vez que me despertaba y oía bufar el viento fuera mientras mis mejillas revivían el confort del saco, de mi camisa. No sé, pero tengo la sensación de que últimamente muchas de mis reflexiones lo que hacen es rondar las bondades del seno materno. Si para Desmond Morris enamorarse y otros muchos actos de la vida en realidad son una proyección del pezón de la madre, del calor de su regazo, para mí esta noche mi camisa y el calorcito de su capucha eran también un regreso a mi entorno amniótico.

* * *

Cuando yo era niño los curas del colegio nos pintaban un hipotético Paraíso como quien pretende engolosinar con sus delicias a pobres criaturas que apenas han salido del cascarón. No tenían ejemplos concretos y aludían simplemente a un bienestar absoluto al lado de Dios; siempre aquello dejaba  un poco perplejo al niño de entonces cuyo mayor placer era jugar al peón o a las chapas y si llegaba el caso poder ir a pescar en el río Alberche cuando llegaba el verano. Hoy que ya no soy tan niño sigo sin entender cómo parte de los católicos pueden seguir tan ingenuamente, no creyendo en un cielo donde todo es placer que nunca explican en qué pueda consistir y que lo mismo los más imaginativos se lo pueden pensar como un centro moderno de ocio en donde la diversión no para ni de día ni de noche o como un parque de atracciones, vaya usted a saber, no pensando siquiera esto sino imaginando un beatífico estado tal en donde mano sobre mano pasar la eternidad entera mirándose el ombligo. Mucha de la gente en aquellos primeros tiempos del cristianismo debían de ser unos pobres diablos condenados a no ser tener un minuto para saber lo que una vida puede dar de sí o para experimentar por sí mismos los caminos que llevan a la plenitud o simplemente imaginar el juego que pueda dar a la existencia soñar y correr tras los sueños.

* * *

En un vistazo por encima al FB me encuentro un interesante artículo que lleva el título de “La izquierda no tiene ni puta idea del mundo en que vive”, un enunciado claro que responde a una realidad más o menos conforme con la actuación de la izquierda política en nuestro país encarnada en sus élites, pero que resulta enormemente demagógica cuando se dirige a un público, aquellos que leen afirmaciones semejantes, y que leyéndolo pueden llegar a sentirse exculpados porque en realidad los que no tienen ni puta idea de nada siempre son otros, aquellos que representan físicamente lo que llamamos la izquierda. Yo no diría tanto. Yo sí pienso que tengamos en buena medida idea de lo que pasa. Otra cosa muy distinta es que lo sepamos y nos quedemos en casa tocándonos los cataplines mientras el neoliberalismo sigue creando miseria a su alrededor y cebando lo estómagos de los listillos de este mundo. O que estos últimos convenzan a una mayoría de la población de que vivimos en el mejor de los mundos y vayamos de cabeza cada vez a comprar el último modelito de cualquier invento que tiraremos a los cuatro días para ser sustituido por otro más moderno. Que esta gente ha creado este estado de cosas para… pero que, mea culpa, pudiendo no pasar por el aro pasamos y le hacemos a diario la cama con nuestro comportamiento. Es decir, sabemos en el mundo en que vivimos, pero etcétera etcétera.

* * *

Habla Hadot de la conspiración de silencio que practica siempre la Iglesia Católica en temas sobre los que cabría la necesidad de una luz deslumbradora, concretamente se refiere a la práctica de la pedofilia entre el clero, pero podríamos hablar también de la pasta, la vil pasta por la que Jesús expulsó a los mercaderes del templo, sus bancos, su economía sumergida bajo insondables aguas. Pero no es la única que practica la hipocresía; el ejército, la policía, el sistema judicial, los políticos no van a la zaga. “Razón de Estado, razón de Iglesia, siempre se tienen buenas razones”. Razones del PSOE para no enjuiciar al rey, razones de Podemos para mandar al vertedero a Adelante Andalucía, razones del PP para cambiar los jueces del caso Gürtel. La conspiración de silencio de los que saben y manejan los hilos….

 

 

 

 

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario