El Chorrillo, 23 de octubre de 2020-10-23
El título
de este post se lo debo a Iván con quien ayer intercambié algunas ideas a raíz
de la condena de la anterior alcaldesa por delito de corrupción. El “quién te
ha visto y quién te ve” imagino que tendría relación con alguna apreciación
suya en donde podría encontrar un cambio de postura por mi parte sobre algún
asunto. Imagino. Pero bueno, independientemente de que fuera cierto que yo
había cambiado de opinión o que defendía algo contrario a lo que hubiera
defendido anteriormente, ya se sabe que sólo los imbéciles nunca cambian de
opinión, que fuera cierto, pero que no lo es, la discusión del tema me parece
lo suficientemente interesante como para dedicarle unas líneas más.
La discusión se inició porque en el contexto general de la entrada que comunicaba el hecho en FB y en los comentarios que aparecían más abajo, yo empezaba a entrever, sólo entrever, digo, esa típica reacción que consiste en hacer leña del árbol caído, algo muy común en casos como éste o parecidos.
Naturalmente ahí estaba siempre alguno de esos defensores de la justicia que con el ánimo de sobreabundar en lo obvio, la necesidad de hacer justicia, empezaban a dar martillazos sobre el mismo clavo en una especie de ostentación que a no más tardar yo imaginaba en un desfile en el que la gente acompañaba al reo camino del cadalso con el grito de “a la horca”. Nadie puede olvidar que este tipo de actuaciones se han dado y se dan con harta frecuencia, de ahí mi simple observación de prevenir algo parecido y hacer el simple comentario de: “pero atentos, no hacer leña del árbol caído”.
Me aturden estos supuestos defensores de la justicia con sus soflamas que en su momento no levantaron ni un dedo contra la corrupción que se operaba, durante o inmediatamente después, en el interior del Ayuntamiento y que ahora, a toro pasado, parecen gritar como actores salidos de la representación de El Tenorio (para los curiosos incluyo aquí el link de un viejo post mío en el que ya denunciaba esta corrupción por parte de la alcaldesa).
Así que para aclarar las cosas tomo el teléfono y a golpes de yema de dedos sobre la pantalla de éste trato de explicarme. Pero nada, sordos como tapias, se les sigue llenando la boca con la palabra justicia. Éstas eran algunas de mis razones. El Código Penal o Civil, que no entiendo ni patata de estas cosas, establece una sanción, una condena para determinados delitos. Se juzga a alguien, se le condena. Éste cumple la condena y el proceso concluye. A partir de aquí la sociedad está dividida, están aquellos que seguirían pidiendo la horca para el inculpado e incluso para todos sus descendientes y están los otros, los que confían en la reparación de los errores y que defienden la inserción del culpable en la sociedad. Yo soy de estos últimos y por tanto defiendo mi postura: haced justicia, pero no hagáis leña del árbol caído.
Pero machaconamente todavía había alguien que no entendía. Incluso hubo un vecino, hasta dónde se puede llegar, que confundía mis argumentos con alguna práctica religiosa oriental, eso, para mear y no echar gota. Total, que al final como después de tanta explicación todavía parecía no entenderse la cosa recurrí al ejemplo de alguien, pongamos el ejemplo de un cargo público, que comete una infracción de tráfico. Cometes una infracción, pagas una multa y el proceso termina, bien que quede el resquemor de que de esa infracción se podría haber derivado un hecho más grave. El resquemor, digo, nada más. Ahora vamos al caso de la antigua alcaldesa; ha cometido un delito, se hace justicia y se le impone una condena. Cumplida la condena esa persona vuelve a su casa y tiene el pleno derecho a encontrar entre sus vecinos la oportunidad de volver a rehacer su línea de convivencia con los otros.
La ley del Talión, parecióme que volaba en alguno de los impulsivos comentarios, hay que recordarlo, no es justicia, es simple y puro espíritu de venganza, que es lo que yo me podía empezar a oler. Distinguir entre justicia y venganza, y esto último es un mal endémico muy popular, y que se esconde entre los ropajes del alma como las garrapatas (el vecino de marras al que me he referido más arriba empezaría a acusarme de hablar del karma…). Ya tuve también a otro vecino que anteriormente me escribió diciéndome que me dejara de sutilezas filosóficas que la web de los vecinos no era para esas cosas. Espero que esta vez el patio esté más visitado por vecinos razonables que quieran hacer el esfuerzo de entender que hay que poner toda la carne en el asador para, cuando una vez se haya hecho justicia, pueda reconstruirse la convivencia que es piedra angular de cualquier comunidad que se precie.
Por
cierto, que también hubo otro vecino que se sintió sumamente ofendido porque yo
había “comparado” una infracción administrativa con un delito de corrupción. Le
intenté explicar por privado que en absoluto comparaba nada, que sólo usé el
ejemplo para hacer comprender que todo el que comete una infracción o un delito
tiene derecho a volver a su casa sin que nadie, nadie, ni siquiera los partidos
de la oposición, le echen los perros encima. Advertía de la posibilidad de esa
tentación de, como se hacía en
Al vecino que tachaba de “buenismo” mi actitud, aunque sea una expresión peyorativa que parece dirigida a ingenuos que sólo ven el mundo de un solo color, le diría que más vale militar en las filas del buenismo que en aquellas de los que la venganza y la ley del Talión se perfila como remedio para los que comenten delitos o infracciones.
Por último, dado que es en la página del Ayuntamiento donde me he enterado de estas cosas y donde también percibo un cierto tufillo de revancha, leo que van a seguir ahondando en el hecho pidiéndoles explicaciones al PP sobre este asunto, les sugeriría que lo dejen estar, que no es necesario seguir machacando sobre el mismo clavo. Un gobierno municipal con tanta propensión al autohalago, a decir una y otra vez que son lo mejores de España en esto o lo otro o que ellos han sido los primeros en aquí o en allá, y que lo repiten un día sí y un día también, debería hacer un esfuerzo de humildad y considerar que los vecinos tienen suficiente conocimiento para comprender tanto que se ha estado robando en pasadas legislaturas desde el Ayuntamiento, como para saber lo bien que lo está haciendo el actual equipo en otros muchos aspectos, no en todos, por supuesto.
Enhorabuena por el fallo del juicio. Ahora, sabido que la corrupción es una lacra terrible para un pueblo o para una sociedad entera, toca tomar buena nota y continuar viviendo. No usemos el delito de algunas personas como arma para seguir creando disensiones internas y dejemos trabajar a la inteligencia de los vecinos para que en las próximas elecciones tomen nota y sepan, eso sí, en las filas de qué partidos es más probable que abunde la corrupción.

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