El
Chorrillo, 24 de octubre de 2020
Después
de echar un vistazo por encima a los comentarios que ha suscitado mi anterior
post debería haber cambiado el título de éste por alguno de esos dichos que
hacen referencia a la necesidad de no desperdiciar el tiempo con aquellas
personas que no están capacitadas para entender un texto o que simplemente no
les da la gana activar sus neuronas para entender unas líneas. Pero lo dejo
estar y mantengo el título, mantengo el título y digo que lo que estoy haciendo
es cumplir un deber cívico con mis reflexiones. Vivo en un pueblo y tengo todo
el derecho del mundo a expresarme, le guste al señor alcalde o no le guste. Una
persona que aplaude a rabiar cuando se le echan flores y que cuando se le ponen
algunos peros por delante se pone furibunda debería pensárselo dos veces antes
de hablar; dice que sólo ofende quien puede, no quien quiere, pero lo dice
curiosamente ofendidísimo. Cosas veredes, amigo Sancho.
Resumiendo,
que llevo ya unos días intentando aclarar que en un pueblo hay que poner
delante de cualquier tema el asunto de una buena convivencia, y que como parece
hay vecinos que no aciertan a comprender un sencillo texto que aboga por ella y
que confunden el culo con las témporas, pues
aquí estoy de nuevo perdiendo otra vez el tiempo a ver si por enésima vez
entienden que de lo que trata todo esto no es de Olga ni similares, que es que
no se enteran, que de lo que vengo hablando todo el rato es de convivencia, ¡de
convivencia! Argumenten sobre la convivencia y no se vayan ustedes por las
ramas señores comentadores. Y si no saben comprender un texto vuelvan ustedes a
la escuela primaria.
Estas son
las líneas que tenía escritas antes de atender por encima algunos comentarios. Las
escribí dentro de una pequeña tienda de campaña anoche mientras vivaqueaba en
una de las cumbres de nuestra sierra.
Sucedió
que tras cenar en la tienda de campaña me quedé sopa, de manera que con noches
tan largas sobre la montaña terminé despertándome de madrugada. Me quedé tan
desvelado que me dediqué a escribir un post, Siete Picos la nuit, que daba cuenta de esta maravillosa cosa que
es dormir en las cumbres de nuestra sierra. Pero aún así no me dormía, así que
recordando lo que había escrito por la mañana en relación al asunto de Olga
Fernández, la exalcaldesa del pueblo, creí que mis reflexiones habían quedado faltas
de algo importante y me decidí a aclararlas.
Vuelvo a
repetir hoy para este post el título que ya utilicé hace tiempo para un asunto
de convivencia relacionado con el pueblo (ver aquí). Ese “Con las convivencia no se juega” que ayer
se refería a una antigua alcaldesa, curiosamente entonces hacía referencia también
a un alcalde, el actual. El tema era el mismo, una llamada a la convivencia; en
el primer caso porque al ejercicio de la justicia y su cumplimiento debe seguir
la calma y la reconstrucción de la convivencia y en el segundo, porque no es de
recibo que descerebrados seguidores del PP pretendieran usar una infracción
administrativa del actual alcalde como piedra arrojadiza contra su persona y la
gestión que llevaba a cabo en el Ayuntamiento al grito barbárico de “¡Dimisión!”,
lo cual evidentemente alteraba esa dichosa convivencia a que me vengo
refiriendo.
En ambos
casos tanto la actitud irresponsable de los seguidores del PP que auspiciaron
aquella arremetida, como el ensañamiento que veo ahora en algunos vecinos, y en
el propio alcalde, en torno al asunto de Olga, me parecen dignos de reproche si
tenemos en cuenta que por poco que nos extralimitemos –algunos asoman ya las
narices con la pica y la espada dispuestos a algo más que a hacer leña del
árbol caído– aparecerá el ensañamiento echando abajo el delicado equilibrio que
la convivencia necesita para que todos, todos, los vecinos vivamos en paz. Abundar
en los hechos delictivos del pasado de la antigua alcaldesa, una vez
esclarecidas las responsabilidades correspondientes y cumplida la justicia, podría
servir momentáneamente para que todos tengamos en cuenta lo que no puede ser
una gestión municipal, pero no veo que sea conveniente ir más allá. Alguno de
los comentarios que leo tienen un aire tal que casi me suena a linchamiento,
ese tipo de actos primitivos que suelen llevar a muchos a no dejar títere con
cabeza en su afán de querer hacer una justicia que más puede sonar a venganza y
a ensañamiento que a otra cosa.
El que a
mí no se me entienda, que no me entienda el alcalde y alguno de los vecinos, me
sumerge en la duda de que acaso no estén viendo la importancia que tiene para
toda la comunidad el hecho de que a partir de ahora, una vez aplicada la ley,
nos dediquemos a limar asperezas y aquí paz y a Dios gloria, nos dediquemos a
mimar una convivencia que estimo debería ser el objetivo primero de todos los
vecinos que componemos esta comunidad de Serranillos del Valle. A esta
consideración quizás tendría que añadir que al señor alcalde le vendría bien
sacar la lupa y volver a leer mi escrito por entero, me temo que esa lectura
precipitada le ha producido un atragantamiento que no es acorde con la dignidad
del puesto que ocupa.
Este
Ayuntamiento, que en términos generales se ha mostrado eficiente a la cabeza de
su actual alcalde hasta el momento, faltaría a su obligación esencial de mirar
por la convivencia de todos los vecinos si empieza a pedir cuentas y
explicaciones a la oposición y convierte el pueblo en un enfrentamiento con los
vecinos que religiosamente votan al PP. Más le valdría dejarse de pamplinas
gastando dinero en dotaciones policiales y similares y dedicarse de pleno a
crear un buenísimo ambiente entre TODOS los vecinos.
He
comprobado que no merece la pena ingresar en estos lugares donde algunos
vecinos a falta de argumentos sustituyen a éstos por insultos. Así que me
despido. No vuelvo por aquí. Tuve que bloquear al alcalde y a algún otro vecino
que hicieron mal uso de la libertad de expresión y no quiero volver a hacerlo.
Saludos.
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