El
Chorrillo, 11 de julio de 2020
“La vorágine de las sombras” es el término que usaban los rusos del siglo XIX, según Sylvain Tesson, para referirse a las maniobras político policiales que guiaban la vida política de la época. Vine de caminar unos días por Gredos el pasado lunes y todavía no ha llegado el momento en que haya intentado abrir las páginas de algún periódico. Mi apatía de lector de informativos después de una semana de soledad entre las montañas se ha acrecentado hasta el punto de que me la trae al fresco el bullicio mediático. Puro aburrimiento el comprobar la mediocridad del fango, charco tras charco, ciénaga tras ciénaga, que últimamente sirve de alternativa al discurso político. La mediocridad y la ignominia de los políticos de derechas y sus voceros, la caverna mediática, sobrepasa a tal punto la cordura y la desfachatez que uno llega a la conclusión de que una gran parte del personal al que va dirigida su estrategia está en las nubes y apenas interpreta la realidad global perdido entre las noticias de chichinabo, lo cual parece cierto a juzgar por el infantilismo y la baja calidad de los contenidos que llegan a las portadas de los periódicos, al menos hasta hace una semana. Tampoco la mediocridad de los dirigentes de la oposición da para otra cosa que no sea hacer política miserable.
Todos, políticos, voceros y consumidores compulsivos de “información” ¿no seremos en definitiva tan sólo los perjudicados de esa vorágine de las sombras que se enuncia más arriba? Lo oímos de continuo, el poder no reside en el gobierno, ni en el Estado ni en todo lo que se deriva de las votaciones en unas elecciones generales. Julio Anguita ironizaba con periodistas bisoños cuando estos aludían al poder político derivado de las urnas como el órgano decisorio de la vida económica del país. ¿Pero quién le ha dicho a usted que quien manda en España es el gobierno?, les espetaba en medio de una entrevista.
Lo
curioso del caso es que sabiéndose como se sabe que el poder no reside en el
gobierno, cuando abres el periódico lo que allí te encuentras es una especie de
escenificación sobre la que todos los focos de la prensa y los medios de
comunicación recaen, en que lo que se intenta es dar fe del hecho ficticio de
que el poder reside en el Parlamento y en el Gobierno, escenificación que
teniendo una parte de contenido real ni mucho menos representa a la verdad en
cuanto a quien detenta realmente el poder. El poder está de hecho en otra parte
–La vida está en otra parte, Milán
Kundera, uno de mis libros en expectativa–, los asuntos importantes se cuecen
en otros ámbitos. Jueces, políticos, la misma policía ¿no tienen mucho de
muñecos de guiñol movidos en la sombra por expertas manos, esos que en
definitiva detentan el poder del país?
A
veces todo, lo esencial, parece estar en otra parte y lo que vivimos, se nos
presenta como un teatro de marionetas que frecuentemente adquiere tintes
kafkianos. A mí me sucede frencuentemente ver en muchos de los personajes de la
actualidad del país alguno de esos individuos, que como hace Kafka con Karl
Rossmannm en América, son propios más
de una pesadilla que de un estado de vigilia. Las cosas que dicen los
periódicos de derechas de Fernando Simón, la siembra de
Que los periódicos y las redes se llenen a diario con las bobadas de esta mujer, tan avispada sin embargo para hacer generar beneficios a sus afines y similares, o con los dimes y diretes de algún personajillo de la política, apunta tan obviamente a la intención de desviar la atención de la gente de los asuntos realmente importantes que da rubor decirlo por sabido. Y sin embargo… Pues eso, que a falta de cuestiones relevantes de fondo, esa indefinible persona, se convierte por mor de las falacias de los que realmente mueven el cotarro, en los titulares de las portadas durante semanas enteras. Sólo algún periódico de izquierdas lo advierte y da cuenta de ello. Del resto nada, nos la dan y tragamos.
¿Tan difícil les sería a profesionales del periodismo dedicarse a indagar en los manejos que desde la sombra mueven los hilos del país? Claro, pregunta retórica de perogrullo, para eso la mayoría de los periódicos son de quien son y su misión es la que es; la caverna mediática, incluido El País, es de quien es también. Indagar, informar adecuadamente sería tirar piedras sobre su propio tejado. Así que entretengamos al personal. ¿Y el resto de los periódicos? El resto hace lo que puede pero entre otras cosas necesitan vender porque no vender suficiente significa cerrar el periódico. Y además la gente es curiosa, necesita saber dónde se compra la ropa la tal Leticia, gusta también de los enredos, de si uno ha dicho tal y el otro ha contestado cual. Y si a Pablo Iglesias le sale un grano en el culo habrá que escribir sobre ello, o si se ha puesto pajarita, o… etcétera. También, también la prensa de izquierda contribuye a despistar al personal, y no digamos las redes el donde tanto capullo anda suelto.
Sylvain Tesson saca lo de la vorágine de las sombras a raíz de los manejos que se traían Zeus y el resto de los dioses. Por una parte Zeus tiene que dar satisfacción a Hera, humillada por Paris y deseosa de derrotar a Príamo. Tiene que satisfacer a Tetis que le ayudó y cuyo hijo, Aquíles, contrariado por Agamenón, ansía la victoria de los troyanos. Desde las alturas y, acaso, mientras charlan perezosos en el lecho tras la coyunta, dioses y diosas manejan los hilos de la guerra y de la paz como si estuvieran jugando una distraída partida de ajedrez. Cualquiera un poco informado puede poner nombres de sus equivalentes en nuestro país. Nuestra suerte depende en gran medida de ellos, intocables escudados tras el BBVA y el resto de los bancos, Repsol, Telefónica, dueños de equipos de fútbol e infraestructuras esenciales del país, grandes fortunas actúan en la vorágine de las sombras mientras nosotros y los medios discutimos sobre el sexo de los ángeles.
Los dioses, sentados en el Olimpo, manipulan a los hombres como si jugasen a los dados, asegura Sylvain Tesson.

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