lunes, 20 de julio de 2020

Acaso sea la felicidad este débil trazo de luz





Acaso sea la felicidad

este débil trazo de luz

tras las horas de lectura,

las palabras,

Dylan Thomas esta tarde,

un libro que habla de Homero,

la brisa del ventilador,

mi desnudez descansada tras el encuentro

hacia lo inaprensible del yo-tú,

la inquietud de las hojas temblonas de los álamos

danzando como sombras chinescas

al final de la tarde,

mis libros,

luz sobre el mundo y sus dramas,

una pasión,

la nostalgia que alude a una historia de amor

todavía candente.

 

Ese trazo de luz,

palabras que obligan a cerrar los ojos

porque a través de sus formas

tocamos un pedazo de infinito.

 

La fuerza fugaz

en la remota espera,

allí donde brota el viento

y el curso de las palabras,

el tiempo seminal

de los espacios mágicos,

la pequeña flor en el alféizar de la tarde,

 

encontrar el camino junto al mar

la roca frente a la inmensidad

donde las gaviotas ajenas al tiempo

se ríen del movimiento incesante,

donde brota luminosa una intuición,

un verso.

 

Perseguir así las migajas

que el tiempo va dejando,

pequeños destellos de luz

transformados en palabras

la maravillosa espontaneidad de un presentimiento

que se hace música

que será tiempo bendito entre las manos,

arrullo de hojas

para una calurosa tarde de verano.










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