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¿No suena a profanación querer considerar
como obra de arte el meadero de Duchamp?
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El Chorrillo, 25 de mayo de
2020
¿Que si siguen por aquí los
estorninos? Ya te digo. Son muchos, pero como quieran terminar con las moras de
todos los árboles me parece que los voy a tener por los aires de nuestra
parcela una semana. Bueno, a lo nuestro. Ayer celebrábamos la vida y hoy se me
ha ocurrido que podríamos celebrar la Belleza. ¿Te parece? Mira, el asunto viene más o
menos de una conversación que tuve con mi amigo Q hace días. Yo, que sabía de
buena tinta que él era un ferviente defensor de Duchamp, te recuerdo que el tal
Duchamp pretendió inaugurar una nueva forma de entender el arte, pretendió,
digo, y para ello un buen día se fue a un establecimiento de venta de
sanitarios, compró un urinario de pared y lo envió a un jurado artístico
norteamericano; a partir de este momento el urinario de Duchamp se convirtió en
el centro de atención de todas las corrientes artísticas del momento; yo que
sabía de buena tienta, decía, quise chinchar a Q.. En las páginas del libro que
leo, Antimanual de filosofía, de
Michael Onfray se hacen unas afirmaciones tales sobre lo que es el arte, que
uno duda ya del sentido de las palabras que el autor usa. Lo siguiente: “Una
obra de arte no tiene por qué ser bella, se le pide generar sentido”.. Ergo, y
por tanto… se impone lo diferente, llamar la atención, cuestionar, producir
rechazo…
Bueno, acaso,
no sé, los expertos tienen la palabra, obispos, la santa hermandad de cierto
corrillo del mundo de la estética, los curas del Vaticano de las artes de golpe
dan un carpetazo al concepto de arte y lo privan de su esencia, la Belleza , y en su lugar
dicen que al arte sólo se le puede pedir generar sentido. Este es el marco en
el que mi amigo duchampeísta y yo empezamos a discutir. Creo que reflejar aquí
nuestro guasapeo puede servir para mostrar nuestras respectivas posiciones.
Q: “No sé quién escribe esa cita de arriba, pero sin duda
creo que se equivoca al intentar sintetizar. Creo que la profundidad de Duchamp
no es la sonrisa irónica que nos pueden dejar sus obras, sino la inmensa
mitología que se puede desprender de todo lo cerebral que puede rodear a
cualquier cosa, un urinario o el polvo sobre un cristal. Todo vale si se piensa
profundo, hay que pensar que esto lo hace en los años veinte y que lo deja todo
para jugar al ajedrez. Creo que se ríe de esos señores que cuadriculan el arte
como ahora quieren cuadricular la patria los cayetanos del barrio de Salamanca”.
Yo: En lo del ajedrez creo que Duchamp acierta, quizás esa
pretendida innovación del concepto de arte lo que escondía tras de sí era su
condición de preámbulo a lo que era su verdadera vocación, el juego. Duchamp
descubre, al modo en como nos lo muestra Shakespeare en Macbeth, que la vida es
un juego (aquello de que la vida es un cuento narrado por un idiota), y se
emplea a fondo utilizando como tablero de juego el mundo del arte. Creo que nos
toma el pelo al intentar meter en el corsé del arte sus urinarios y similares.
Otra cosa sería que hubiera inventado otra palabra para encerrar allí sus ideas,
su meadero y todo lo que vino después, algo, un concepto, una palabra que
sirviera para englobar eso que puede generar sentido, o en tus palabras, “esa
inmensa mitología que se puede desprender de todo lo cerebral que puede rodear
a cualquier cosa”, que, por cierto, en tus palabras desborda con su énfasis y
ampulosidad de los términos (“inmensa mitología”) el plano de los usos
corrientes como si Duchamp fuera a colocarnos en los albores de una cultura nueva
a la altura de Homero o Platón. Igual que se inventó el concepto arte,
encontrar otro concepto, otra palabra para él en lugar de intentar reventar las
costuras del mismo utilizándolo como caballo de Troya para al final servirse
del padrinazgo de éste con el ánimo de compartir espacio y expectativas en las
mismas salas. Desplazar un poco a la derecha al Cristo de Velásquez, para colocar a su lado el urinario de Duchamp
eso es lo que me parece la actitud de los que quieren poner en el mismo plano
la belleza convencional del arte con el “juego” de Duchamp.
Si la
Belleza , que entiendo es el elemento clave en la concepción
del término arte, la haces desaparecer, el arte queda vacío, desposeído de su
ser, muerto.
Respecto a los cayetanos… bueno, hombre... se entiende que
quieras utilizar un símil de actualidad para la cosa de los años veinte, pero
lo de los cayetanos es demasié. Esos, como dice maravillosamente un amigo, y
que repito una vez más porque los retrata perfectamente, “son la sociedad
Esfínter, no se les conoce otro esfuerzo que el de los movimientos
Peristalticos”… nada que ver con lo que estamos hablando.
Pero mientras tanto, como estoy
jugando a dos bandas con el guasap de un grupo donde está el amigo Q, viendo
que yo días atrás había subtitulado un post así: Duchamp y los pedos como obras de arte, en donde me metía con la
feligresía de Duchamp, a la que mi amigo Q pertenece, va y, para chingarme, me
contesta que entonces él prefiere el pedo explicado a la aburrida belleza. Venga,
tuve que decirle, no hagas trampas y quita de en medio ese calificativo a la Belleza que destiñe sus trenzas
y su rostro de porcelana.
Pero aquí ya
entramos en otro campo, la verdad es Q ya no habla de la Belleza , no sé si se le ha
subido el vino a la cabeza. Más abajo aclara: “Por aburrida belleza pensaba en Un, dos, tres... responda otra vez, las
vistas de Madrid de Antonio López, los retratos de los Thyssen de Macarrón, los
vídeos bonitos del twitter, los cuadros de caza mayor de los bares, las
reproducciones de Boticelli en tazas de café, los likes de Facebook a gente que piensa como yo, las meninas de Manolo Valdez, los murillos
así en general...” (Añadir emoticón de tipo carcajeándose).
Terminamos
nuestro parlamento aquí: Muchas veces, cuando miro ciertas obras de arte con
escepticismo, pienso para mí: ¿seré un ignorante?, pero aun así últimamente veo
que está perdiendo el pulso esta tendencia ante una concepción del arte que se
identifica plenamente con la
Belleza y reniega de aquello que pretende ser arte sin ser
bello. A lo mejor ante la situación de invasión que ha sufrido el arte
convencional por tendencias que quieren
llamarse arte pero no contemplan la
Belleza , elemento esencial del mismo, lo que tenía que hacer
ese arte moderno para el que la belleza no es condición sine qua non es buscarse otro recinto conceptual en donde colgar
sus cuadros. Quizá otro día defienda la propuesta de Duchamp y todo lo
interesante en lo que tiene al margen de que en ella la Belleza sea un pariente
lejano o ausente.
Cara
Marichu, te cuento la historia de este guasapeo porque no encuentro otra manera
de desprenderme de estas ideas que me van corriendo por la cabeza, éstas que
unas veces nacen de asuntos del momento, otras del cuidado de nuestras
montañas, de conversaciones, o simplemente del humo que genera mi cerebro.
Escribiendo me desprendo de ellas y ya puedo dedicarme a otra cosa. En este
momento hacer la comida, hoy ensalada y emperador a la plancha. Hasta luego.


Tengo la sensación que con independencia de si llevas Catiuscas o no, como te guste un charco te metes el, y reconozco que me encanta, siempre hay un fino hilo en tu exposición que lleva a preguntarse uno mismo mientras se te lee.
ResponderEliminarY el problema no está en la pregunta que paraliza momentáneamente la lectura, el problema está en la respuesta que las más de las veces no te sabes dar como actor/lector. Te acuso de incitar a la búsqueda de respuestas, de ser un infatigable hacedor de diálogos, de pulir hasta que brille por pequeña que sea la idea.
Pensaba...1919 ó 1920, el movimiento Dadaísta en plena ebullición, tendrá algo que ver sin salirnos cronológicamente de las fechas para juzgarlo hoy como Arte. Prometo contestarte si me se responder.
Nota; te dejo un Vídeo por correo interno de FB sobre el tema Duchamp.
Te acuso… ¿De quién estará hablando este chico?, le digo a uno de mis enanitos. A un servidor, que hace tiempo que perdió el hábito de creerse todo lo que lee, le sucede como a los niños pequeños, le entran unas ganas enormes de asistir a una de esas clases que yo tenía cuando era profe simplemente para poder depositar en el buzón de los porqués, ese de que hablaba días atrás en uno de mis post, toda una colección de porqués que me afloran de continuo en el coco.
ResponderEliminarYo confieso que acepté de mala gana siempre de Mallarmé o de los Dadaístas para acá lo que me decían. Quizás sea hora de utilizar los libros para discutir con sus autores y con sus ideas.
Cada vez tengo menos claro que puedan incluir determinados movimientos dentro de lo que llamamos Arte, so pena que redefinamos el concepto y alejemos de su inmediatez la Belleza (claro, que volveríamos en una cadena sucesiva a pedir nuevas definiciones). Uno empieza cuestionando algo, tiras de una hebra del jersey que llevas puesto y en menos que canta un gallo te has cargado el jersey entero.
Luego echo una ojeada a eso que me has mandado.