domingo, 4 de enero de 2015

Risotto de gambas a la salud de las viejas guardias



El Chorrillo, 4 de enero de 2015


Estaba cocinando un risotto de gambas, que por cierto me salió riquísimo (dejo más abajo la receta por si alguno quiere probarla), cuando se me ocurrió que eso de transformar la realidad que tantos en teoría queremos, es algo sumamente escurridizo que queda por falta de sentido práctico arrumbado en los rincones de la conciencia mientras otras pasiones y otras prioridades menos nobles se nos cruzan por el camino.

Un momento, receta para cuatro personas, ingredientes: - Arroz, 320 gramos, gambas o langostinos, 1/4 kilo, medio vaso de vino blanco,
una cebolla de tamaño mediano, caldo de pescado un litro, mantequilla 65 gramos, queso parmesano, misma cantidad, sal y aceite de oliva. No me falta nada; estoy troceando la cebolla mientras se hace el caldo de pescado, prosigamos. Se nos cruzan en el camino, litigamos si esto es de izquierdas o de derechas, si esto o lo otro y mientras la casa sigue sin barrer. ¿Oiga, usted es de izquierdas o de derechas?, ¿qué ideología tiene?, ¿le duelen los juanetes?, ¿tiene problemas de estreñimiento? Y así sucesivamente. Mientras el país arde y la miseria anda rondando las calles.

¿No es transformar la realidad –aquella parte que nuestro sentido moral nos dice que es injusta, insolidaria, terrible para una mayoría– la tarea más importante del hombre? Y si es así, ¿a cuentos de qué viene andarse con historias de buenos y malos, mareando la perdiz de un lado para otro, discutiendo de continuo si la cosa es galgo o podenco? ¿Ser de izquierdas no significa esencialmente estar por la labor de trabajar por una sociedad más justa? ¿A qué entonces tanto discurso vano?

Un momento: Pon a calentar una sartén con aceite, donde vamos a pochar la cebolla picadita durante varios minutos. Cuando esté pochada le agregamos las gambas, ya peladas, y dejamos cocinando unos minutos más hasta que las gambas tomen buen color.

Sigamos: Cuando me acerco a alguna tertulia política de las que están en boga en televisión últimamente miro todo ello con grandísima perplejidad, admirado de lo que está sucediendo delante de mis ojos. ¿De qué habla esta gente?, ¿qué se echan a la cara unos y otros? No, no hablan generalmente de esas prioridades, salvo raras excepciones –ayer en la Sexta Tania Sánchez–, comunmente de lo que discuten es del sexo de los ángeles y de quien mea o ha meado más lejos. Los intereses partidistas, la mentira, lo más soez y burdo que acarrea el ser humano salen como sapos de la boca de muchos contertulios; posiblemente sea esa la clase de discurso que desea el telespectador medio, si no no se entiende que tanta pobreza conceptual, tanta mediocridad inunde estos espacios. Reconocer que somos mediocres, que nuestras luces son escasas parece la premisa necesaria para que dos, tres millones de espectadores asistan abobaos, yo entre ellos, a semejante espectáculo calamitoso.

A continuación añadimos el arroz y seguimos a fuego lento medio cocinando todo junto, hasta que el arroz tome un tono semi-transparente. En ese momento se le añade el vino.

¿Dónde se queda en ellos el dolor de la gente, el sufrimiento, las cláusulas hipotecarias abusivas, el trabajo precario, el paro, el enriquecimiento de unos pocos a costa de la mayoría de la población; su análisis, el desmenuzamiento de los hechos legislativos que hacen que el dinero y los beneficios fluyan exclusivamente en dirección a los que más tienen?

En vez dedicarnos a desenmascarar la trama que hace posible ese enriquecimiento ilícito e injusto, ahí tenemos a los tertulios (tertulianos suena demasiado amable) entretenidos en jugar al juego de la oca. Pero no es eso lo más grave, lo más grave es lo que sucede entre mucha gente de a pie, es decir allí donde se hace efectiva la política de un gobierno corrupto, de un gobierno complaciente con el mangoneo y el trasvase de las rentas de los muchos a unos pocos. Por citar casos que todos conocemos, algo de lo que sucede en las redes sociales. Algunos ejemplos.

Después de añadir el vino se remueve hasta que se evapore el alcohol, para después añadir el caldo de pescado o de verduras si no tenemos. Se cocina removiendo durante unos veinte minutos. Mientras remuevo y remuevo, especialmente al final para que el arroz no se pegue, continúo con mis razonamientos:

Ayer me encuentro en un muro de Facebook una noticia que dice: "Julio Anguita amenaza a Pablo Iglesias: "Podemos será flor de un día". Lo leo extrañado; quien conozca la trayectoria moral y política de Anguita comprende enseguida que ahí hay gato encerrado. Me voy a la noticia y me encuentro que este hombre, además de apoyar explícitamente a Podemos, lo que dice es totalmente diferente a lo que expresa el titular:  "Si Podemos no suma a su lado una inmensa masa social en la que esté IU, las mareas, las marchas por la Dignidad, Equo, el sindicato andaluz y Stop desahucios, entre otros movimientos” y “no se forma un bloque, que aprovechando la brecha que abre la formación de Pablo Iglesias haga fuerza social para defender los programas de cambio, lo de Podemos será flor de un día”.  Esta es la clase de manipulación que nos sirven todos los días en los medios y que muchos repiten sin molestarse en leer la noticia entera.

Bien, como entiendo que hacerse eco de una falsedad es algo que hay que aclarar, me voy a donde he encontrado el vínculo de esta noticia y comento. Durante un rato un comentarista X, que defiende sin más la burla del título y al que me dirijo explicándole las obviedades de la manipulación, en vez de usar argumentos para defender dicha manipulación me cuenta que es católico practicante, perdón, militante de toda la vida quise decir, que está muy bien informado, que... en fin hace gala de tener tantos contactos en las altas esferas como el Pequeño Nicolás y ser amigo además de Pablo Echenique y del otro Pablo, el de la coleta. Antes de la una de la madrugada de ayer ya había llenado un folio con inexactitudes y con parte de un supuesto currículo político como garante de su importancia personal. Total, que esta mañana quise recrearme con las exquisiteces conceptuales del comentarista X, pero cuando fui a leerlas de nuevo, ah, ¡misterio! habían desaparecido. Vaya desgracia la mía. Imaginé que tanta espontaneidad le había traicionado y que después de consultarlo con la almohada lo primero que se le ocurrió fue esconder sus propias vergüenzas.

Si este tipo de bases de nuestras vanguardias políticas, de las cuales el ejemplo anterior creo yo es bastante representativo, gente que lleva muchos años militando a piñón fijo y encerrados en sí mismos, se dedicaran realmente a hacer política en vez de tratar de adivinar a quien le huelen más los pies, acaso todo marcharía mucho mejor.

Tras los veinte minutos el arroz ha espesado y lo único que resta es servir el risotto, poner la mantequilla en la picorota y esparcir el queso parmesano previamente rallado, que no rayado como es el discurso de los que creen que a este país no le cabe la esperanza de un cambio en este año que comienza.

El risotto está listo. No dejéis que se enfríe. Y buen apetito.

Ah, que me disculpe si alguien se ha dado por aludido, pero es que la pasión de la diversión de la escritura me puede. Hoy me entretuve cocinando un risotto de gambas y después del café no encontré un entretenimiento mejor que terminar estas líneas.


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