martes, 6 de enero de 2015

De la dificultad de leer sensatamente



El Chorrillo, 6 de enero de 2015

Hablo a continuación de cómo muchos lectores se acercan a los titulares de los periódicos y a las noticias que el día a día les sirve tras el desayuno o en las veladas televisivas, cómo nuestra disposición personal de animadversión o simpatía bulle en nuestro cerebro con una fuerza tal de mediatizar nuestra lectura, haciendo que ésta actúe más como refuerzo inmediato de nuestras ideas preconcebidas que como esclarecimiento de una realidad más objetiva. El caso es que necesitamos que lo que leemos se ajuste a nuestras aspiraciones, a lo que nuestro ánimo está dispuesto a recibir, tanto que si no lo hace nuestro inconsciente, nuestra moral confundida pondrá los medios adecuados para escoger la mentira que más convengan a nuestra ideología o concepción de la realidad a fin de que nuestra cabezota siga persistiendo en la contumacia de su sacrosanta verdad. Se necesita mucho control de uno mismo y un esfuerzo extraordinario de objetividad para salir de este círculo vicioso de querer tragarse evidentes falsedades y ser mínimamente objetivos en la apreciación de la realidad.



Casi se podría afirmar que cada uno lee, saca de lo que lee, lo que desea leer; para unos la necesidad de esclarecer asuntos  y acercarse a la verdad, para otros alimentar instintos de muerte y destrucción. Como en el test de Rorschach de las manchas de tinta, en donde un hambriento puede ver filetes de ternera o grandes muslos de pollo, en las noticias diarias sucede otro tanto de lo mismo. Aparece en Twitter un troll que, escudándose tras un falso círculo de Podemos con el nombre de @PondemosAnchuelo pretende poner en boca de esta formación algunas sandeces y ya tienen algunos lectores materia de reacción para incendiar las redes sociales... tantos deseos tienen de que los rojos ardan, que en unas manchas de tinta ya ven la destrucción del Planeta. ¿Y sabéis, como ejemplo, quién propala a bombo y platillo esta clase de sandeces?, pues una página de Facebook (no daré su nombre para no hacerles propaganda) en cuyo interior, junto a un enaltecimiento de la España de siempre, se cuece una de la más terrible xenofobia que uno creería en un ser humano, y que insta al personal en sus comentarios a cosas tan escalofriantes contra un inmigrante  como ésta: "Ni extradición ni pollas!!! Un cargador vaciado en la cabeza en medio de la Puerta del Sol!!! Así el siguiente mono se lo pensaría mejor!!!!! Basta ya de escoria en España!!!" Tengo que confesar que me consterna que una persona a la que considero bien haya colocado un vistoso "me gusta" en la página de este grupo; ese me gusta fue el que me hizo aterrizar en esta página de "patriotas" (X, si me lees, por favor, reconsidera ese me gusta que me produce escalofríos).

He visto cosas de estas por todos los lados, la sed de sangre es tan grande en algunas almas que basta cualquier diminuta disculpa salida de las mentiras de un periódico o de algún troll escapado recientemente del manicomio para que se les llene la boca de espumarajos. Y la disputa no se hace esperar porque, dispuestos como están a hacer una lectura de la realidad sesgada y no estando dispuestos a comprobar las fuentes o a ser mínimamente críticos, dan rienda suelta a sus bajos instintos, unos, asesinando a emigrantes y otros poniendo a parir a formaciones políticas que ponen en cuestión la honradez de nuestra clase política de la derecha o de las élites económicas.

Sucede algo parecido estos días con las noticias de las elecciones en Grecia. De golpe "Europa" pierde la memoria histórica, se arma contra el ejercicio de la democracia en este país llenando los corredores de la opinión pública de lobos y de miedos contra la formación de Alexis Txipras. El dinero manda. Hoy leía decir a alguien en el periódico: "Desde la unificación, Alemania está volviendo a dialogar con sus monstruos." ¿No deberíamos contextualizar nuestra realidad dentro de la historia reciente de Europa, esa misma historia en la que en el año cincuenta y ocho se perdonó la deuda pública a la misma Alemania, esa que hoy lidera en pro de la miseria de los países de sur de Europa, de Irlanda. Leer con propiedad no es solo interpretar justamente y en su contexto lo que se dice, es también usar de una manera global los sucesos históricos para dejar de utilizar razonamientos de doble rasero e intentar llegar a una comprensión integradora de realidades amplias y complejas.

Junto a esto, que asuntos nimios y sin fundamento de unos pocos euros, caso Errejón sin ir más lejos, sean capaces de levantar más polvo que el despilfarro de millones, incluso miles de millones de euros que salen de nuestros bolsillos, lo que demuestra es que en este país los que son capaces de subvertir la importancia de estos acontecimientos operan con unos lectores, telespectadores nada preparados para discernir si le están dando gato por liebre; y ello para ser galantes y no usar la palabra ignorancia como razón principal que hace posible que nos sigan manejando tan lindamente desde los medios. Uno se atrevería humildemente a aconsejar que usemos nuestros ojos y nuestros oídos adecuadamente (sí, ya sé que todo el mundo no duda en absoluto de que use los ojos y los oídos adecuadamente...). Ante estas situaciones de cinismo y falsa información no cabría más que usar de un sano cinismo, algo que empiezo a observa gratamente en las reacciones de algunos tertulianos acosados de continuo con la misma mandanga de Venezuela o similares.


De nuestro modo de leer la realidad se derivan no sólo pequeños problemas de comunicación; tras ello se esconden intereses muchas veces inconfesables. Intentamos confundir a nuestros interlocutores con titulares falsos, lo hacemos propalando y dando cobertura a los trolls que andan sueltos por las redes, no miramos la inmundicia que puede haber dentro de un perfil de Facebook donde si les valiera serían capaces de devorar vivos a toda esa gente que tan penosamente lucha por supervivir en un mundo tan injusto como éste; esos falsos patriotas, cuya única patria es la demencia ideológica o el dinero.

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