El Chorrillo, 2 de mayo de 2024
Esta mañana mientras bailaba para
deshacerme del sueño que llevaba pegado a los ojos, sonó la entrada de un
guasap. Era del amigo Paco con dos mensajes diferentes, uno que había nevado en
los alrededores de su casa, en Hoyos del Espino, y por supuesto en el Circo, y el
segundo que incluía unas imágenes de sus últimas obras pictóricas. La verdad es
que me dejó algo impactado, especialmente la pintura de su autorretrato, se me
escapó un “¡¡¡Joder...!!! Me encanta... Has descubierto la pasión de tu vida”.
Él me contestaba que siempre había tenido esa vocación, que el problema había
sido no haber sabido explotarla cuando era joven. Le contestaba yo que nunca
podremos saber del todo la riqueza que encierra nuestro yo y sus posibilidades.
Este breve intercambio de mensajes
desencadenó en mí una serie de pensamientos dispares que bien merecían una
reflexión. Paco, amén de escalador, tuvo siempre una prolífica vida profesional, desempeñó
un cargo de alto nivel en una multinacional, se hizo cocinero, levantó un hotel
y un spa en Hoyos del Espino con su mujer Teresa, el Milano Real, es sumiller,
se hizo astrónomo y pocos años después de su jubilación, a los setenta y dos o
setenta y tres ingresó en la universidad de Salamanca para cursar Bellas Artes.
Más cosas no pueden hacerse en la vida. Y ahora, cuando le oigo o me manda
alguno de sus trabajos, tengo la impresión de que necesitaría todavía un siglo
más para seguir explorando lo que lleva dentro.
"Autorretrato". Pintura original de Francisco Sánchez |
Probablemente mi recuerdo de las
pinturas de Reikiavik tenía que ver con la tendencia de P a reflejar también
parte de ese entorno que él conoce tan bien, el universo de las galaxias y las
estrellas, un prodigioso mundo que pinta y que él mismo fotografía desde la
bóveda sobre el Milano Real, donde instaló en tiempos un telescopio.
Pintura original de Francisco Sánchez |
Bueno, a poco que me descuide ya no me da tiempo a escribir sobre el asunto que motivó estas líneas. Quien me lea de vez en cuando habrá comprobado que tengo una especial debilidad por los temas y las personas que van alumbrando mi edad madura en una u otra dirección, pero siempre con la vista puesta en lo que pueda hacer de mi propia vida algo sumamente interesante. Y para ello nada más hay que abrir los ojos, mirar alrededor y no perder ni un minuto en libar de allí donde uno tiene asegurada la miel del futuro. Me admiraran los hombres y las mujeres, y no hago lenguaje inclusivo, que no me gusta, sino que subrayo pensando en una mujer que días atrás, una mujer de noventa y cuatro años, veía escalar en algún lugar de los Alpes; me admiran aquellos que hacen de su vida, sí, un arte o como lo quieras llamar.
No hace mucho Carlos me mandaba un
texto que había escrito; llevaba el título de Cho Oyu
Huir hacia delante, decía Carlos. Y
tanto que huía hacia delante. El otro día contaba Pedro Mateo que entrenando en
Pedriza el reloj de entrenamiento de Carlos se volvía loco, porque después de
recoger su edad, los tiempos, la altitud superada y la dificultad del recorrido,
el reloj le decía que ahora tendría que descansar un mes para recuperarse J. Me partía escuchando a
Pedro… Y mientras, Carlos enfrente dejaba salir de sus labios una de esas
sonrisas picarronas frecuentes en él, algo así como si sonriera a alguien que
le está proponiendo meterle en una residencia de ancianos. Qué bueno.
"El Cosmos", grabado original de Francisco Sánchez |
Yo no sé si se puede decir más,
sacar un corolario, esas cosas que no me gusta hacer, pero sí, hay que decir
que dentro de cada uno existe una mina y que el curro consiste en ir olfateando
las posibles betas que esconden las profundidades de cada uno. A mí me
desahuciaron en el 2003, el traumatólogo me dijo que con esas rodillas ni se me
ocurriera subir montañas y menos todavía cargado con un macuto. Me faltaban dos
años para la jubilación. Aquel mismo verano cogí un avión a Niza y dos meses
después llegaba a Venecia tras atravesar la espina dorsal de los Alpes.
Lo dicho, que no hay que perder de
vista ni a la señora esa de los 93, Kletterin Klettern, que escalaba en Alpes
días atrás, ni a Carlos que prácticamente hizo casi todos sus ochomiles después
de los sesenta, ni a Paco que comenzó la universidad a los 73 y que a punto
está de convertirse en un artista puntero, ni a Eduardo (Martínez de Pisón) que
en otro plano no para de escribir o dar conferencias a lo largo y ancho del
país. Ejemplos no más, que a montones andan por el mundo septuagenarios y
octogenarios (y nonagenarios) que no se cortan un pelo con eso de que vayan
cumpliendo muchos años.
Link al vídeo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario