viernes, 26 de abril de 2024

Esa gente que va apestando la tierra

 


El Chorrillo, 26 de abril de 2024

Lo que corre desde ayer por las portadas de los periódicos es una consecuencia directa de la infamia que padecemos los españoles por parte de los más miserables personajes de la política y del sistema judicial. No existen palabras en castellano para denostar suficientemente esta lepra que sufre el país por parte de la derecha y la extrema derecha. Nunca en la política del país se dio que un numeroso puñado de miserables sin escrúpulos, aprovechados y pervertidos morales pudieran campar por el Parlamento y por los medios con la impunidad con la que se mueven.

Leo esta mañana un artículo de Pedro Almodóvar que cuenta cómo dejando a un lado la tarea que le absorbe estos días rodando su última película, se hace un hueco, abre el periódico y lo que ve allí le hace llorar. Impotencia, rabia, esa sensación de frustración de un país que empujado por unos miserables sin escrúpulos poco a poco se va hundiendo en la pura mierda, en la inmoralidad más absoluta. La prensa amarilla, los jueces, los meapilas, en resumen, la hez del país, confabulada en pleno para hacer de la democracia un papel mojado en aras de los intereses de unos pocos abanderados de rojo y gualda, de pederasta, de los nostálgicos del más puro y desquiciado franquismo; confabulada, la hez, digo, para usar de cuanta vileza uno pueda echar mano para dar la vuelta a lo que las urnas determinaron al principio de la presente legislatura.

Ser moderado políticamente en circunstancias como éstas considero que es dar la razón a los miserables y proxenetas de este país. La perversión que se hace de las ideas, el uso de las mentiras más soeces con las que se inundan las portadas de los periódicos, y que la prensa amarilla y canallesca airea constantemente queriendo hacer del panorama político del país una tarde de circo, una orquestina para gente dormida que raramente usa su cerebro para lo que la divina providencia le dotó, hace del clima social en que vivimos un hervidero de desánimo e insatisfacción que fácilmente puede derivar en lo que ha derivado, la decisión de Sánchez de cuestionar su persistencia en la presidencia del Gobierno. Y es que hay valores, y personas, y sentimientos… y vida, que no todo es el puto dinero ni la pasión por el poder; esas cosas que ignoran los miserables de toda condición que se lucran con la pandemia o en los aledaños del presupuesto común. Meapilas, amigos de traficantes de drogas, aspirantes a rey Midas, lameculos, solemnes gilipollas que jamás entendieron lo que es vivir y que vegetan, que hacen del país un tristísimo nido de avispas en donde el objetivo político ha dejado de ser el trabajo, la lucha por el bien común para transformarse en una continuada obstacularización de la tarea encomendada al gobierno de la nación para la presente legislatura.

A Pedro Almodóvar le hace llorar la situación, sin embargo qué comedido es en su argumentario. Hay que guardar las formas y vivir en los márgenes de lo políticamente correcto y ello nos obliga por urbanidad y por espíritu cívico a no sobrepasar determinadas líneas; sin embargo a estas alturas es ya difícil contenerse sabiendo cómo esta gente que apesta la tierra, aparentemente defensores de los valores tradicionales, hace de la moral un guiñapo y, envalentonados, como en Madrid, por el voto lelo e irresponsable que los tiene en pie, se convierten en chulos de barrio, asesinos (los miles de muertos de las residencias parece que a los jueces les traen al fresco), arengadores de una población adormilada; se convierten en vulgares manipuladores a los que la prensa aúpa a diario en sus portadas.

Nadie sabe en qué terminará esto, pero los hechos cantan. Hacer de la democracia, del parlamento, de la política un cenagal es algo que la sociedad, los ciudadanos, no debiéramos permitir. Una democracia en donde la barbarie parece hace acto de presencia un día sí y otro también, debería defenderse contra los miserables de toda condición. ¿No tiene la derecha española personas de valía que puedan defender los valores conservadores con dignidad, con el respeto que merecen los ciudadanos y las instituciones? ¿Tan tomadas están las filas del PP y sus socios por gente falta de escrúpulos que no es posible dignificar la política, hacer de ella un instrumento en donde conjugar intereses contrapuestos, fomentar valores de convivencia ajenos a intereses espurios personales o de grupo?   

Me sorprende agradablemente estos días que amigos de las redes que siempre han sido críticos con el PSOE, alcen sus voces apoyando a Pedro Sánchez. La presión que este hombre ha tenido y tiene que soportar para aguantar a toda esta morralla que acosa constantemente las instancias del poder desde los periódicos, los juzgados, la irrupción en la intimidad familiar y la mentira, hace comprensible este interrogante que nos mantiene hoy a todos en vilo. La derecha que fue capaz de llevar a una guerra a todos los españoles, esa misma derecha criminal y desquiciada de hoy cuando no tiene el poder en sus manos, es la que tenemos enfrente.

Termino este post con unas líneas de un artículo de Santiago Alba Rico que considero interesante. Alude a la sinceridad de Sánchez como un elemento esencial que incorporar a nuestra política nacional. "Lo único políticamente relevante de su carta es su sinceridad. Esa sinceridad, sí, es un diagnóstico, una denuncia, una llamada y un programa; en esa sinceridad se basa no solo la supervivencia del gobierno sino la posibilidad de avanzar en muchas reformas pendientes. Sánchez ya no es del PSOE y, por lo tanto, el PSOE no es el centro. Sánchez es de todos los que apoyaron y apoyan su gobierno. Su sinceridad es también nuestra responsabilidad y nuestra oportunidad".


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