jueves, 18 de noviembre de 2021

De mis reticencias sobre cierto “arte” moderno

 

Fina Abellán Martínez.  Dibujo realizado con grafito y carbón sobre papel.



El Chorrillo, 18 de noviembre de 2021

 Hace un par de semanas, cuando regresaba de Gredos de una de mis solitarias caminatas, pasé un momento en Hoyos del Espino por casa de Paco. En nuestra conversación, tras relatarle las peripecias de mi ascensión a la Azagaya, enseguida surgió un tema interesante que es, pienso, materia bastante común entre aquellos que aprecian la pintura. Hoy un guasap suyo que venía acompañado con la imagen de más arriba, volvía sobre el mismo tema. Apuntaba Paco en él a abrir los ojos, a otra manera de concebir el arte en donde el “mérito”, que proviene del dominio técnico y del aprendizaje, es rebajado a una condición inferior en razón de la relevancia del genio. En este caso el hiperrealismo de la imagen superior tendría su mérito pero carecería de la genialidad que se atribuye a un artista excepcional que, profundizando en la naturaleza de las cosas, mirando, pensando, desmenuzando, dice él, hasta la última partícula para llegar al Quantum, nos muestra algo de su esencia en una obra de arte. Cosas que no se aprenden y que acaso se llevan dentro o se encuentran en el alma de lo que uno contempla y que el artista sabe mostrarnos.

Sin embargo, y pese a que la obra es un producto totalmente realista al que sólo cabría atribuirle el mérito de un perfecto dominio técnico del grafito y el carbón, Paco añade al final una valoración clave, creo, que podría ayudar a decantarnos sobre el valor o no de una obra de arte. Dice lo siguiente: “Aunque reconozco que en este caso ha logrado reflejar el dolor, el cansancio, la desesperanza”. Y como estoy de acuerdo con ello, esa infinita tristeza que destila la mirada, el gesto impotente de su boca, lo que esta idea me sugiere es que, independientemente del soporte utilizado o la técnica, lo que le da la consideración de arte a cualquier obra, es su capacidad de decirnos algo.

Si alguien recoge un pedazo de realidad, lo pinta, lo fotografía, le pone música, un pedazo realidad que nos impacta, nos emociona, nos produce placer, ¿no llamaremos a eso arte? Quien recoge la esencia de la realidad y nos la transmite a través de un medio plástico o sonoro ¿es o no es un artista? Entiendo que en todo asunto a considerar –analizar acaso fuera en un modesto e improvisado diario demasiada pretensión–, el arte en este caso, antes de perdernos en la multiplicidad de sus manifestaciones, lo que deberíamos comprobar es si lo que oímos o vemos toca alguna de nuestras fibras íntimas. Dos ejemplo: pongamos un cuadro hiperrealista que representa las calles de una ciudad y que puede ser sustituido por una fotografía sin más, y otro cuadro, en este caso un dibujo al carbón como el que precede a estas líneas y que quizás podría sustituirse por una fotografía, que siendo un modelo del hiperrealismo es algo más que eso. Entre el primer ejemplo y el segundo, tanto si es dibujo como si es fotografía ¿no existe algo que pudiera deslindar lo que llamamos arte de lo que no lo es?

Que algunos quieran mantener al margen del concepto arte determinadas obras plásticas de reciente creación, tiene su base en la aceptada idea de que estas obras para ser consideradas arte deben cumplir ciertas condiciones en donde la belleza o su capacidad de emocionar, producir placer o suscitar alguna clase de sensación son determinantes. Algo de que carecen probablemente muchas de las obras de los últimos tiempos. Dos productos tan diferentes como pueden ser la taza de váter de Duchamp y cualquiera de los cuadros de Rembrandt quizás deberían buscar términos diferentes para ser nombrados. Siendo que el lenguaje ha de servir para expresarnos lo más ajustadamente posible a lo que pensamos, a fin de que lo dicho pueda entenderse unívocamente por parte de quien escucha o lee, en este caso el concepto arte debería servir para que cuando oímos o leamos ese término personas diferentes, tengamos en mente una idea lo más precisamente posible de lo que oímos o queremos expresar. Cuando alguien para describir algo, una película, un cuadro, un tema músical, dice de ello que es una obra de arte, generalmente entendemos que se trata de algo bello, que suscita alguna clase de emoción. En este caso estamos utilizando el término arte haciendo alusión al impacto espiritual, a la emoción que suscita en nosotros. En este sentido no podríamos utilizar el término arte para determinadas obras del “arte” más moderno que no cumplen este último requisito, si bien hubiera que tener en cuenta que el espectador pudiera carecer de la formación necesaria para admirar determinada belleza.

Ello pensando en el lenguaje como una herramienta de entendimiento y a fin de evitar la confusión que engendra meter en el mismo saco de obras de arte, otras obras para las que debería buscarse otra nominación, no precisamente la de arte. Ahora, ¿de dónde viene el interés de intentar considerar arte “cualquier cosa” de las que cuelgan de las paredes de tantos museos de arte moderno? ¿Hay una parte notable de los que aprecian las grandes obras clásicas, o modernas hasta cierto punto, cuyos sentidos son totalmente insensibles a “otro tipo de arte”, o es que ese otro tipo de arte se nos está queriendo colar de rondó forzando las costuras del concepto arte hasta convertir éste en algo que ya no nos sirve para comunicarnos adecuadamente, porque en ese término se han introducido tantos elementos dispares que es imposible saber de qué hablamos cuando decimos de algo que es una obra de arte?

Intentar salir de la ambigüedad de los conceptos que utilizamos no parece que sea muy descabellado. Los amantes de ese “arte” moderno abanderados por el váter de Duchamp y por tantas obras que suenan a tomadura de pelo, quizás deberían buscar un sustantivo más adecuado para sus obras a fin de no extorsionar aquel otro concepto que dedicamos a las obras “que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido”.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario