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| El original lo "robé" del muro un amigo. Gracias, Toti. |
El Chorrillo, 19 de agosto de 2021
Ayer tropecé en Twitter con una entrada que citaba a
Martín Gaite y que ponía su atención sobre un aspecto del feminismo que acaso sea
una negación de éste, o de una parte de éste, al menos en aquellos aspectos en
que la lucha por la igualdad de derechos de la mujer y el hombre ha venido a
convertirse en un pormenorizado trabajo de impostación de la feminidad en la
que se atisba cierto clima de enfrentamiento de género y una tendencia a hacer
valer los logros femeninos, ahora o en los tiempos históricos, frente a los
masculinos como avales de esa igualdad que defienden. La cita de Martín Gaite
es ésta: “Cuando una mujer no pretenda demostrar que ni es muy mujer ni que
deja de serlo y se entregue a cualquier quehacer o pensamiento desde su
condición sin forzarla ni tampoco enorgullecerse de ella, sólo entonces será
persona libre”.
Mi convencimiento de que el feminismo, o una parte
considerable de él, hace agua por muchos agujeros y necesitaría reconstruirse
sobre un ideario en donde ni complejos ni una impostación retadora de género tuvieran
lugar, me invita a compartir algunas reflexiones que ha suscitado el haber
intercambiado por guasap con dos amigos la cita de Martín Gaite. La primera observación de A,
que plantea de entrada la apostilla de un feminismo que actualmente es más
inteseccional que nunca y que reconoce por tanto que no sólo existe un eje de
opresión, el género, enfatiza la idea de un nuevo feminismo que probablemente se
cura de los errores que la lucha feminista anterior ha suscitado en su afán por
revertir el proceso de predominio del hombre sobre la mujer, para englobar esa
opresión dentro de un problema general que discrimina no sólo a las mujeres
frente a los hombres sino a unos seres humanos frente a otros en razón de
factores varios como el color de la piel, la extracción social, la situación
económica, etc.
Ante un planteamiento de esta especie, si es que el
feminismo acepta ser una parte más de esa opresión generalizada de unos seres
humanos sobre otros, los argumentos en contra del feminismo obviamente se abren
paso con mucha más dificultad. La duda es si ese feminismo “actual” es el
feminismo general del que hablamos.
Una objeción es que se ha centrado tanto el problema en el
concepto género, la violencia de género sin más, en el hecho de la situación
generalizada, realmente dramática, de que son las mujeres las víctimas
esenciales de esa violencia, que probablemente se olvida que también es
violencia de género cuando el hombre es el sujeto paciente de ésta. ¿Violencia
de género o violencia de unos sobre otros sin más? Violencia, ¿la que se da a
lo largo de la historia de unos pueblos sobre otros, de unos seres humanos
sobre sus vecinos, toda la engendrada por las guerras?
Contestaba yo a mi amiga A que no estoy muy al tanto de
eso que ella llamaba nuevos feminismos y por tanto me era difícil opinar, pero
lo que sí es cierto es que hay un feminismo muy generalizado que ha desbordado
la lógica de la convivencia hombre-mujer para convertirla en un litigio que,
siendo de género especialmente, no siempre, olvida que sólo es parte de un
problema de convivencia y justicia general. ¿La determinación de un problema que
llamamos de género se debe realmente a la confrontación del hombre por ser
hombre contra la mujer por ser mujer? El caso de Ángel Hernández, el hombre que
ayudo a morir a su mujer con esclerosis múltiple, fue derivado al juzgado de
violencia de género. ¿Violencia de género?
B enfocaba el problema desde otro ángulo. Escribía: “A mí
este tema de la mujer me recuerda a la brillante idea de Marx: "Un negro
es un negro, sólo bajo el sistema capitalista lo convierte en un esclavo. Una
máquina de coser es una máquina de
coser, sólo bajo un sistema capitalista se convierte en un medio de
producción." Así una es una mujer”. Una consideración que a mí me hacía
pensar, volviendo a Martín Gaite, es eso que a mí me llamaba la atención, ese
énfasis que ponía ella en no querer demostrar nada, ni siquiera defender esa
obviedad de igualdad de consideración de hombres y mujeres como seres humanos
de la misma condición, que hacía que se pudieran entregar a cualquier tarea sin
que la condición de mujer interfiriera en sus actos. El final de su cita me
parecía digno de ser colocado en algún frontispicio para que no se nos olvide,
ese "sólo entonces será libre". Libre porque ya no dependerá de lo
que determinada gente diga o haga. Se seguirá encontrando problemas y rancios
personajes en su camino, pero será libre porque dependerá de ella misma y no de
ninguna feligresía machista trasnochada. En consecuencia respondía a B con lo
siguiente: Sin embargo a mí no me preocupa demasiado cómo la sociedad o el
sistema capitalista ve o deja de ver al negro o a la máquina de coser, lo
verdaderamente preocupante es cómo se ve el negro a sí mismo. Y si no leo mal
es el razonamiento hacia donde apunta Martín Gaite. Ser libre implica no verse
obligado a demostrar que eres negro o máquina de coser, sino saber encontrar y
hacer el propio camino "sin forzar o enorgullecerse de ello". Sigue
tu camino y olvídate un tanto de los inconvenientes que tiene vivir
necesariamente bajo la presión de un entorno tantas veces irracional,
interesado o anacrónico.
Y mi amigo insistía: “Una mujer es una mujer, sólo bajo un
sistema machista se convierte en un ser subsidiario”. Que de hecho una pequeña
parte de la sociedad oprima a una mayoría o ésta sea subsidiaria de la minoría,
no merma la valía de la mujer ni de aquellos con menos capacidad de maniobra; son
las fuerzas puestas en juego y su capacidad de acción las que determinan el
dominio de unos sobre otros. Un asunto que se resolvería si las mayorías
ejercieran su capacidad de convocatoria y acción para contrarrestar la
injusticia que se perpetra desde siempre de unos sobre otros. Una mujer es una
mujer y un negro será siempre un negro por mucho que una parte de la sociedad siga
forzando a la mayoría a una condición subsidiaria. Para objetivar hasta donde
la valía o no está presente hay otros sistemas de medida, podemos ver quién es
capaz de hacer en menos tiempo los cien metros lisos, o crear la mejor música.
Las creaciones de Clara Schumann o las de Camille Claudel no son menos
creaciones porque sean mujeres, pese a Robert Schumann o Auguste Rodin, es lo
que las rodea las que yerran en su apreciación debido a condicionamientos de
una época. Galileo no desmerece en
El sistema machista, como otros sistemas, constituye un orden
de fuerzas cuyos vectores dependen del poder, la lucidez o la torpeza con que sus
componentes se mueven. Es cierto que la presión social a veces es terrible,
contra las mujeres, los inmigrantes, los negros o lo que sea, pero ello no
merma la verdad, sea ésta la que mantiene Giordano Bruno o el hecho de ser
mujer.
La conversación vía guasap continuó todavía por un buen
rato, pero creo que con lo dicho llego a ese límite tolerable con el que es
posible compartir alguna reflexión a vuelapluma.

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