jueves, 19 de agosto de 2021

Bendita libertad

 

El original lo "robé" del muro un amigo. Gracias, Toti.


El Chorrillo, 19 de agosto de 2021

 

Ayer tropecé en Twitter con una entrada que citaba a Martín Gaite y que ponía su atención sobre un aspecto del feminismo que acaso sea una negación de éste, o de una parte de éste, al menos en aquellos aspectos en que la lucha por la igualdad de derechos de la mujer y el hombre ha venido a convertirse en un pormenorizado trabajo de impostación de la feminidad en la que se atisba cierto clima de enfrentamiento de género y una tendencia a hacer valer los logros femeninos, ahora o en los tiempos históricos, frente a los masculinos como avales de esa igualdad que defienden. La cita de Martín Gaite es ésta: “Cuando una mujer no pretenda demostrar que ni es muy mujer ni que deja de serlo y se entregue a cualquier quehacer o pensamiento desde su condición sin forzarla ni tampoco enorgullecerse de ella, sólo entonces será persona libre”.

Mi convencimiento de que el feminismo, o una parte considerable de él, hace agua por muchos agujeros y necesitaría reconstruirse sobre un ideario en donde ni complejos ni una impostación retadora de género tuvieran lugar, me invita a compartir algunas reflexiones que ha suscitado el haber intercambiado por guasap con dos amigos la cita de Martín Gaite. La primera observación de A, que plantea de entrada la apostilla de un feminismo que actualmente es más inteseccional que nunca y que reconoce por tanto que no sólo existe un eje de opresión, el género, enfatiza la idea de un nuevo feminismo que probablemente se cura de los errores que la lucha feminista anterior ha suscitado en su afán por revertir el proceso de predominio del hombre sobre la mujer, para englobar esa opresión dentro de un problema general que discrimina no sólo a las mujeres frente a los hombres sino a unos seres humanos frente a otros en razón de factores varios como el color de la piel, la extracción social, la situación económica, etc.

Ante un planteamiento de esta especie, si es que el feminismo acepta ser una parte más de esa opresión generalizada de unos seres humanos sobre otros, los argumentos en contra del feminismo obviamente se abren paso con mucha más dificultad. La duda es si ese feminismo “actual” es el feminismo general del que hablamos.

Una objeción es que se ha centrado tanto el problema en el concepto género, la violencia de género sin más, en el hecho de la situación generalizada, realmente dramática, de que son las mujeres las víctimas esenciales de esa violencia, que probablemente se olvida que también es violencia de género cuando el hombre es el sujeto paciente de ésta. ¿Violencia de género o violencia de unos sobre otros sin más? Violencia, ¿la que se da a lo largo de la historia de unos pueblos sobre otros, de unos seres humanos sobre sus vecinos, toda la engendrada por las guerras?

Contestaba yo a mi amiga A que no estoy muy al tanto de eso que ella llamaba nuevos feminismos y por tanto me era difícil opinar, pero lo que sí es cierto es que hay un feminismo muy generalizado que ha desbordado la lógica de la convivencia hombre-mujer para convertirla en un litigio que, siendo de género especialmente, no siempre, olvida que sólo es parte de un problema de convivencia y justicia general. ¿La determinación de un problema que llamamos de género se debe realmente a la confrontación del hombre por ser hombre contra la mujer por ser mujer? El caso de Ángel Hernández, el hombre que ayudo a morir a su mujer con esclerosis múltiple, fue derivado al juzgado de violencia de género. ¿Violencia de género?

B enfocaba el problema desde otro ángulo. Escribía: “A mí este tema de la mujer me recuerda a la brillante idea de Marx: "Un negro es un negro, sólo bajo el sistema capitalista lo convierte en un esclavo. Una máquina de coser es una máquina de  coser, sólo bajo un sistema capitalista se convierte en un medio de producción." Así una es una mujer”. Una consideración que a mí me hacía pensar, volviendo a Martín Gaite, es eso que a mí me llamaba la atención, ese énfasis que ponía ella en no querer demostrar nada, ni siquiera defender esa obviedad de igualdad de consideración de hombres y mujeres como seres humanos de la misma condición, que hacía que se pudieran entregar a cualquier tarea sin que la condición de mujer interfiriera en sus actos. El final de su cita me parecía digno de ser colocado en algún frontispicio para que no se nos olvide, ese "sólo entonces será libre". Libre porque ya no dependerá de lo que determinada gente diga o haga. Se seguirá encontrando problemas y rancios personajes en su camino, pero será libre porque dependerá de ella misma y no de ninguna feligresía machista trasnochada. En consecuencia respondía a B con lo siguiente: Sin embargo a mí no me preocupa demasiado cómo la sociedad o el sistema capitalista ve o deja de ver al negro o a la máquina de coser, lo verdaderamente preocupante es cómo se ve el negro a sí mismo. Y si no leo mal es el razonamiento hacia donde apunta Martín Gaite. Ser libre implica no verse obligado a demostrar que eres negro o máquina de coser, sino saber encontrar y hacer el propio camino "sin forzar o enorgullecerse de ello". Sigue tu camino y olvídate un tanto de los inconvenientes que tiene vivir necesariamente bajo la presión de un entorno tantas veces irracional, interesado o anacrónico.

Y mi amigo insistía: “Una mujer es una mujer, sólo bajo un sistema machista se convierte en un ser subsidiario”. Que de hecho una pequeña parte de la sociedad oprima a una mayoría o ésta sea subsidiaria de la minoría, no merma la valía de la mujer ni de aquellos con menos capacidad de maniobra; son las fuerzas puestas en juego y su capacidad de acción las que determinan el dominio de unos sobre otros. Un asunto que se resolvería si las mayorías ejercieran su capacidad de convocatoria y acción para contrarrestar la injusticia que se perpetra desde siempre de unos sobre otros. Una mujer es una mujer y un negro será siempre un negro por mucho que una parte de la sociedad siga forzando a la mayoría a una condición subsidiaria. Para objetivar hasta donde la valía o no está presente hay otros sistemas de medida, podemos ver quién es capaz de hacer en menos tiempo los cien metros lisos, o crear la mejor música. Las creaciones de Clara Schumann o las de Camille Claudel no son menos creaciones porque sean mujeres, pese a Robert Schumann o Auguste Rodin, es lo que las rodea las que yerran en su apreciación debido a condicionamientos de una época. Galileo no desmerece en la Historia, desmerecen sus coetáneos. Ergo, una mujer es una mujer, un negro, un negro y ni una ni otro necesitan de la sociedad para que los santifique. Es decir, ni hombres ni mujeres tienen necesidad de ser bendecidos por el hisopo de esta santísima sociedad para tener su lugar de igualdad y consideración en el mundo.

El sistema machista, como otros sistemas, constituye un orden de fuerzas cuyos vectores dependen del poder, la lucidez o la torpeza con que sus componentes se mueven. Es cierto que la presión social a veces es terrible, contra las mujeres, los inmigrantes, los negros o lo que sea, pero ello no merma la verdad, sea ésta la que mantiene Giordano Bruno o el hecho de ser mujer.

La conversación vía guasap continuó todavía por un buen rato, pero creo que con lo dicho llego a ese límite tolerable con el que es posible compartir alguna reflexión a vuelapluma.






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