
El Chorrillo, 29 de mayo de 2020
¿Vos te fijaste en cómo dicen las cosas los diarios, che…?
Anoche, acabábamos de terminar de ver Barbarroja, una de esas joyas que filmó Kurosawa, cuando se me ocurrió curiosear en FB. En la cabecera de la web me encontré el link de un articulo de El País, en el que el autor, mimetizado en angelicales y resbaladizas consideraciones, diciendo que basta ya de enfrentamientos de unos y otros y que hagamos las paces y empecemos a trabajar por reconstruir el país, venía a colarnos una radiografía del panorama actual en el que el culpable de los enfrentamientos y de la situación de confrontación que se vive en el país no era otro que el gobierno y aquellos que frente a una manifestación de la bazofia de la extrema derecha y los señoritos del barrio Salamanca gritaban el “no pasarán”. Un lector con prisas probablemente no habría reparado en lo que allí se escondía, en definitiva un arma contra el Gobierno que parecía haber centrado su trabajo, según él, en estos meses en buscar una salida antifascista a la crisis. La notoriedad del sectarismo que escondía el articulista bajo la apariencia de ecuanimidad, un artículo que llevaba el título de La farsa que nos enloquece, me invitó enseguida a dar mi opinión en el muro de la persona que lo había posteado.
De entrada el título no me pudo parecer más torticero en cuanto al análisis que hacía de la situación de confrontación que estamos viviendo en nuestro país a raíz del Covid-19. Sí, para el autor estamos viviendo una farsa, una farsa que dentro de poco habrá dejado medio millón de muertos en el planeta Tierra, una farsa que en España la derecha ha aprovechado como si estuviéramos en época de rebajas para sembrar un malestar en el país capaz de derrocar al gobierno de la nación, una confrontación de la que somos líderes mundiales en este mundo mundial en que la miseria humana no se corta un pelo con tal de aumentar entre los ingenuos los favores de su voto creando una confrontación feroz en lugar de ese tan loable “todos a colaborar” con que encabezaba mi amigo su entrada. En España la derecha y la ultraderecha no sólo no han colaborado en la resolución de la crisis sanitaria sino que han aprovechado precisamente esa crisis para rentabilizar políticamente de manera miserable los efectos terribles de la pandemia.
El título del artículo, pues bueno, ya se sabe que la búsqueda de un título para atraer a determinados sectores de lectores es clave para que uno de cada cientos de estos se decida a hacer clic en el link y así engrosar el número de visitas, que en los tiempos que corren parece fundamental en cualquier medio que quiera vender, sea éste la televisión o la prensa diaria. Imagino también que lo periodistas tienen que ganarse el pan tanto con el número de muertes de los lectores como con el de los intereses a los que sirven. En el caso de hoy el autor jugaba a pasar la mano derecha por el hombro del lector llamando a la buena voluntad del encuentro, mientras que con la mano izquierda revolvía entre sus papeles intentando despreciar la labor del gobierno endilgándole intenciones que el autor sacaba evidentemente de ese su trasunto yo donde probablemente el PP y Vox duermen coronados por el aura de la justicia y la benevolencia, frente a una izquierda que, momificada por los logans de décadas pasadas, según él, siguen siendo los malos, los rojos de siempre.
No me animo a seguir dejando constancia aquí de aspectos más concretos del artículo; el que quiera puede encontrarlo completo en el link de más arriba. Lo que sigue es el comentario que hice tras el vínculo que me llevaba al periódico El País.
Me temo que bajo la apariencia de ecuanimidad el autor de este artículo esconde una actitud beligerante que poco o nada ayuda a esclarecer el conflicto, esas buenas intenciones de las que se dice están empedrados los senderos del infierno. No es de España la capacidad para convertir una crisis sanitaria en un conflicto ideológico, esa capacidad tiene nombres y apellidos, responsables que usan los cadáveres de nuestros muertos para rentabilizar sus posiciones políticas, sin ir más lejos. Creo que si el lector del artículo no ve eso con claridad meridiana necesita ir urgentemente al oftalmólogo. Esta crisis sanitaria ha servido a la derecha para aprovechar miserablemente la pandemia para pescar en los caladeros de la gente desinformada a los que en absoluto importa la solución de nuestros contagios y enfermos. Somos la vergüenza del mundo, no lo olvidemos, el único país de este planeta en donde la oposición se ha dedicado constantemente a torpedear la labor sanitaria del gobierno de la nación. ¿Las razones? No hay que tener un cociente de inteligencia muy alto para comprenderlas.
No podemos acercarnos a la realidad, como lo hace el autor de este artículo, manteniendo en la cara o en la pluma esa apariencia bondadosa de, bueno, olvidemos todo y seamos mejores a partir de ahora. El discurso no sólo me parece sesgado, sino de un claro sectarismo que abona la tierra del enfrentamiento con eso de que el gobierno “sólo busca una salida antifascista” a la crisis. Dios santo, ¿de donde ha salido este hombre? No soy votante del PSOE, pero una medalla tendrían que darles por lo que tienen y han tenido que aguantar en medio de la mayor crisis sanitaria y económica de nuestra historia moderna.
Abramos los colegios, salvemos el turismo..., se
decía nada más comenzar a leer el artículo, un encabezamiento que ya de entrada
establece dudosas prioridades en donde no aparece la necesidad de atención
inmediata, y demorada, de familias que están cayendo en manos de la indigencia,
por ejemplo; que no habla de la extrema urgencia de esa renta mínima con la que
poder paliar las penurias de la población más necesitada. Curioso también que
el autor en ese complejo escenario político que la derecha ha estrenado
sembrando de cadáveres
Más, el sectarismo del autor reviste en algunos
momentos un aspecto patético cuando se acuerda de que en la mayoría de los
países europeos se rinde homenaje a los fallecidos en
Hasta aquí mi comentario que terminó demorando mi hora de acostarme sin cuyo cumplimiento me es imposible levantarme al alba para caminar. Total, que me dije, de perdidos al río. Ni madrugar ni leches, mejor acabo de ordenar estas ideas. Terminando estas líneas estaba algo enfadado y como ya había perdido la hora volví al FB. Y mira por donde, me encontré con algo que aliviaba mi ánimo, un link de Santiago F que apuntaba en una línea más halagüeña; bajo el título de La izquierda contraataca, decía: “Somos el movimiento de la vida frente a los necrófilos ‘novios de la muerte’ que desfilan en el Barrio de Salamanca”. Un respiro volver a encontrarme con la hermandad de los amantes de la vida y la justicia, frente a ese mundo que tras las bambalinas lanza torpedos al gobierno a la línea de flotación. En este artículo, frente al de El País, en el que el autor parecía defender la vuelta lo más rápidamente posible a la situación del mes de febrero reactivando el turismo y llenando las aulas de estudiantes, el de CTXT proponía algo sustancialmente más novedoso, la propuesta de una nueva Internacional Progresista que coordinara las estrategias tras la pandemia y que en la situación actual estaba avalada por los hombres y mujeres de mayor reconocida solvencia moral y que se han destacado en el mundo entero por su lucha en pos de la justicia. En ella aparecían nombres como Varoufakis, Noam Chomsky, Noemi Klein y Arundhati Roy entre otros muchos. Tras ver el artículo de El País, me encontraba en la necesidad de leer algo que estimulara mi ánimo en otro sentido. Ante el peligro que corremos de hundirnos en la miseria a que nos aboca la derecha y la extrema derecha, no cabe otra que seguir alimentando de la manera que sea a esa débil criatura que es la esperanza de un mundo menos egoísta y más justo.
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