El Chorrillo, 4 de mayo de 2020
Hoy las ventanas de mi cabaña
están abiertas de par en par y la primavera entra por ellas como un chorro
cálido de tiempo nuevo. Frente a mí las rosas levantan la cabeza como niños que
se asomaran sobre el alfeizar de la ventana mirando alegres al exterior con
ganas de darse revolcones en la hierba. Más allá de nuestra valla de alambre hay
un manto en donde sucesivas franjas de violetas, amarillos y blancos forman una
ondulante bandera sobre el campo, el amarillo de los jaramagos, el azul de los
chupamieles y el blanco de las borrajas inundan el paisaje en cuyo lejano horizonte
la silueta de la sierra de Gredos aparece en degradado como en una virgen de
Rafael en que éste hubiera cuidado de armonizar la gracia del rostro de la
madre de Jesús con el vaporoso fondo azulenco de las montañas.
Dicho esto,
y no puedo alargarlo más, pena me da, debería entrar en tema que tanto chirría frente
al espectáculo de la mañana en mi ventana, tan bonita, cálida y agradable, por
demás llena de cantos de pájaros y el lejano zureo de las palomas. Vamos, que a
punto estoy de buscarme otro asunto que no sea ese con el que he encabezado
estas líneas, tan feo, tan hortera, tan desagradable, tan indigno de estos
pobres madrileños que tenemos que soportar las gilipolleces de una tonta el
culo rigiendo estas tierras madrileñas. Pero bueno, ya se sabe que todo no va a
ser bonito en la vida.
La prueba
evidente, por no decir irrefutable, que suena a lenguaje de doctos señores de
la lengua, de que nuestro sistema político es un sistema inhábil para
seleccionar las personas idóneas para gobernar el país, es la proclamación como
presidenta de la señora Ayuso. Si el sistema permite que una persona tan inútil
e incapaz como esta señora acceda a la presidencia de una comunidad, una de dos,
o el sistema de elección es absolutamente inapropiado, o, y aquí habría que
decir algo impopular, quienes son incompetentes son los votantes. Aquí no hay
terceras opciones como podría desprenderse de la canción de Aute (sí, aquello
de una de dos, o me llevo esa mujer…), o falla el sistema de elección que
parece diseñado para que aprovechados e inútiles se hagan cargo de la gestión
de la comunidad, o quienes fallan son los votantes, eso si no es que lo que
fallan son ambas cosas.
Ayer
recogía yo en mi muro una retahíla de adjetivos que una persona del feisbuk
había seleccionado para nombrar a esa que hoy ejerce como presidenta de la Comunidad. Vuelvo
a recogerlas aquí. No tienen desperdicio. De la señora Ayuso decía que era: Incompetente,
negligente, incapaz, ignorante, iletrada, corrupta, imbécil, descerebrada,
inconsciente, falaz, mentirosa, arrogante, soberbia, caprichosa, ególatra,
déspota, peinaovejas, zarrapastrosa, huelecocinas, lameculos, correveidile,
casposa, recalcitrante, gañana, paleta, pueblerina, garbancera, esperpéntica,
dantesca y tonta a las tres. Y la verdad es que nunca, nunca habría imaginado
que a una sola persona le cupiera todo este enjambre de adjetivos con tanto
acierto. Algo que probablemente le cupiera también al señor Casado; pero bueno,
no nos salgamos del tema.
Pero es que date, si es que no pasa día en que
cada vez que abre la boca esta mujer uno se pregunte cómo cosa tan cortita tan
cortita puede estar ahí donde está, no sólo que sea una cómica, como la retrataba
Alba Rico días atrás, con perdón para los cómicos, y todos esos adjetivos que
se le adjudican más arriba, si no que, como afirmaba Elvira Lindo esta mañana
en El País, “exhibe sin pudor el regusto de ostentar el poder en una época en
que la mentira no se envuelve con retórica sino que se ha convertido en el
discurso en sí”. Me admira Elvira Lindo porque en su artículo, que no tiene
desperdicio, escribiendo con la dignidad y la justeza de palabras que debe
vestir a una buena escritora, sin entrar en descalificaciones de taberna y
haciendo uso de un lenguaje elegante pero afilado como un escarpelo, le da un
repaso que a cualquiera con un poco de dignidad que ostentara un cargo público le
debería inclinar a esconderse debajo de la cama. Recojo aquí unas líneas más: “Díaz
Ayuso, presidenta de la
Comunidad de Madrid, no encuentra la necesidad de recurrir al
juego limpio. Le viene más a cuenta optar por ideas simples y brutales, que
sacuden las aguas de la razón como una piedra. Ayuso sonríe, sabedora de que reina
en este estado de confusión que favorece que personas como ella lleguen muy
lejos”.
Son quizás
estas últimas palabras de Elvira Lindo las que introducen esa segunda razón, de
que hablaba más arriba, que es la causante de que gente así esté donde está.
Elvira Lindo utiliza aquí, lo que para mí es vestir con un eufemismo
descomprometido, la razón más evidente de esta irresistible ascensión (Bertolt Brecht,
por cierto) de la vulgaridad y la incompetencia al poder. Lo que para la
articulista es “este estado de confusión” para un servidor no es otra cosa que los
mecanismos que han hecho posible que la señora Ayuso ostente la presidenta de la Comunidad , y ese
mecanismo son los electores que la han votado y los grupos políticos que la han
apoyado. Yo no soy partisano del PSOE, pero hombre, si alguien quisiera
comparar desde el punto humano, cultural y político, digamos por ejemplo, a Ángel
Gabilondo con la señora Ayuso, realmente esta última sería como una hormiga junta
a la recia pata de un elefante.
Ergo, así
las cosas, ¿por qué unos votantes a los que creemos adultos y responsables
votan a esta imbécil de turno en lugar de a otra persona preparada, competente
y humanamente, digamos, buena persona; por qué esta tonta el culo en lugar de
alguien valioso? Bueno, pues a ver quién es el listo que encuentra una
respuesta que no implique a su vez una buena cantidad de idiocia del electorado
que la ha votado. ¿Por qué toda esa gente, inteligentes y loables votantes
votan a alguien incompetente, incapaz, ignorante, iletrada, corrupta, imbécil,
descerebrada, inconsciente, falaz, mentirosa, arrogante, soberbia, caprichosa,
ególatra, déspota, lameculos, esperpéntica y dantesca?
Ah, amigo
Sancho, no con la Iglesia
hemos topado, con el pueblo, con el pueblo llano, sí, señor, una parte de él
para ser más correctos. Sería muy sencillo recurrir a alguno de esos silogismos
que se estudiaban en el bachillerato, Fulano es un incompetente, un corrupto,
un imbécil. Tú votas a Fulano, luego… Me temo que los votantes del PP tienen un
horrible cargo sobre sus espaldas y sus conciencias en esta ocasión, porque en
definitiva la responsabilidad de que una tonta el culo rija los destinos de
nuestra Comunidad es de ellos. Días atrás, un socio del PP de mi pueblo,
alababa la gestión de nuestro ayuntamiento, que no es precisamente del PP, con
sus parabienes; yo le contesté con palabras que no recuerdo ahora pero que
hacían referencia a la elegancia del gesto político aplaudiendo lo que está
bien y denostando lo que está mal. De los representantes del PP en la
corporación decía que eran uno ineptos empeñados exclusivamente en echar abajo
todo lo que proponían los gestores actuales. Valorar a los oponentes políticos
por lo que hacen bien no es un gesto que esté de moda, no.
Me da una
cierta lástima el haber desperdiciado un par de horas de un día tan bonito como
éste para hablar de la tal Ayuso, pero bueno, lo tenía ahí dentro desde esta
mañana y ahora, como ya lo he soltado, puedo dedicarme a otra cosa. En fin, que
si la inteligencia se abriera paso en las mentes de los votantes de este país, quién
sabe, lo mismo hasta podríamos mejorarlo.

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