jueves, 30 de abril de 2020

Del señor Iglesias, una oda necesaria.






El Chorrillo, 1 de mayo de 2020

Después de ver ayer un corto vídeo de Pablo Iglesias en el que arremetía contra los parásitos de Vox, haciendo una magnífica defensa del Partido Comunista, de su relevante papel después de la muerte de Franco, la verdad es que volvió a caerme simpático este hombre. Lo compartí enseguida en las redes con una coletilla que decía: “A veces me da pena que este hombre tan valioso se me haya atragantado... De verdad que lo siento”. Se me quedó pendiente del aliento esta breve emoción que hizo surgir dentro de mí su comparecencia en el Parlamento.
Recordar esa historia reciente de España en la que el Partido Comunista tuvo un papel tan relevante; recuerdo que en aquellos tiempos revueltos a la caída de Franco a Felipe González creo que nadie en ningún momento le vio en una manifestación; recuerdo que el PSOE era algo totalmente inexistente en las calles; recuerdo que por entonces teníamos que luchar a brazo partido con los grises en el centro de Madrid; recuerdo que hubo algún muerto por esta razón; recuerdo que semana tras semana nuestra lucha por la amnistía era una lucha encarnizada en donde sólo el Partido Comunista y algunos grupos de izquierdas más minoritarios eran los exclusivos empujadotes de nuestra patria hacia una democracia. Ni PSOE ni leches. El que piense lo contrario es que no vivió aquello. Victoria, mi chica, tenía que correr bajo las balas de goma hacia casa entonces para dar de mamar a nuestro primer hijo. Una, ésta, de las razones entre muchas otras para que aquellos recuerdos queden vivos en mí como llama sobre la piel.
Bueno, que oyendo a Iglesias se me agolparon de repente todas aquellas ganas de cambiar el mundo que me surgieron hace años cuando Podemos empezó a vislumbrarse en el horizonte como una opción  de cambio realmente posible.
Ahora llevo tiempo dándole vueltas a la cabeza a ese asunto, al tema del cuñadismo en Podemos, al acaparamiento de poder, a las triquiñuelas para adelantar distancia en las votaciones internas, al desaforado deseo de poder que alimentan las neuronas de este hombre, Iglesias, a la sofisticadas herramientas para ir deshaciéndose poco a poco de sus oponentes relegándoles al gallinero, a la idea de hacer del partido una extensión de su propia casa de Galapagar en donde el ama de casa del lugar es hoy una señora ministra. En fin, cosas que no me gustan. Ayer, sin embargo, después de verle arremeter contra la hedionda pandilla de Vox, volvió a agarrarme del ánimo como al principio, como cuando aquellas elecciones a la Unión Europea, y quizás la clave la daba el amigo Santiago Fernández ayer en uno de sus acertados comentarios. La perfección no es de este mundo, decía allí. Y entonces yo volvía mi mirada al abanico de los políticos que nos representan hoy en el Parlamento a la búsqueda de alguna cabeza que pudiera alimentar mi esperanza y la verdad es que no la encontraba, una esperanza con posibilidades; en mi búsqueda en el ala izquierda apenas encontraba a Baldoví y poco más. Un Baldoví que por su sencillez y honestidad puede encandilar a cualquiera que estime el valor de estas cualidades en un hombre público.
¿Qué quiere decir que la perfección no es de este mundo? Añadía Santiago lo siguiente: “¿acaso no estaremos pidiendo a los políticos una coherencia que nosotros mismos no somos capaces de mantener?” Sí, como aquello del Evangelio, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra. Recuerdo una vieja discusión de hace años cuando un amigo de esos que tienen moto, coche y un chalet en la sierra despotricaba contra los de Podemos, a razón de algo que no recuerdo bien pero que tenía que ver con los transportes, queriéndoles exigir a los de la formación morada algo así como que fueran en metro. A nosotros, grandes señores de este país, con nuestras comodidades y nuestros bienes de consumo muy propios de todos los que disfrutamos de una vida un tanto holgada, pareciera que se nos subiera los humos de nuestra crítica a la cabeza cuando vemos aparecer por el lateral izquierdo de nuestra política a gente que, sin venir de las alturas de siempre, de acomodo, de abolengo, de la derechona de siempre, se alzan en su liderazgo por encima de los demás.
Es decir, que si consideramos a fondo este aspecto y dejamos de ser tan tiquismiquis en nuestro deseo de tener al frente de nuestra política a individuos vestidos con un determinado grado de perfección, me digo, y consideramos su potencial dialéctico, su liderazgo, su capacidad de gestión, sus conocimientos, en fin, su inteligencia, valga decir aquellas características propias de un líder político que le acercan a la idoneidad, quizás hasta podríamos darnos con un canto en los dientes, y todo ello considerando las muchas meteduras de pata y todo lo no deseable de que hablaba más arriba.
Mucha gente de izquierdas somos en general personas que tendemos a minusvalorar las capacidades de nuestra propia gente; mientras la derecha aglutina todo tipo de codiciosos, cuando no ladrones, o como en el caso de Vox, parásitos que pretenden vivir con el incienso de las banderas y un nacionalismo de baja estopa llenándose los bolsillos, nosotros, mientras tanto no dudamos en degradar con nuestros comentarios a la gente que, saliendo de las filas de quienes defienden la justicia social, se enfrenta al enemigo común representado por los representantes de las grandes fortunas y de todos aquellos que viven espuriamente a costa de la generalidad de la población.
Creo que no estaría de más entonar el mea culpa en lo que ser refiere a la parte que tenemos de responsabilidad cuando, obviando la necesidad de actuar codo con codo como una piña frente a la derecha, lo que hacemos es disgregar fuerzas frente a esa sólida derecha, mucho más inteligente y práctica que la izquierda que no duda en codearse con el demonio con tal de sacar partido de esa unión.
Obviamente hay un punto que sigue siendo espinoso, el hecho de que alguien desde la izquierda, como es y fue el caso de Pablo Iglesias, nos obligue a comulgar con piedras de molino asintiendo a cuantas bravatas y caprichos personales se le ocurran. Entonces, como ahora y como siempre, no habrá más remedio que decir no, no, no, dejándolo lo más claro posible, para que nadie se llame a engaño; te queremos ahí, te valoramos, pero no nos tomes el pelo, no nos trates como si fuéramos gilipollas. La mayoría del equipo fundador de Podemos huyó del partido; sus razones tendrían. Mi amigo Luis, cuando yo afirmaba que me daba pena de que este hombre tan valioso, Iglesias, se me hubiera atragantado, me contestaba diciendo, no, no lo sientas, porque un hombre como tu tendrá sus motivo. Mis motivos tengo, es cierto, pero lo siento porque los hombres valiosos, e Iglesias lo es, no abundan en esta nuestra castigada tierra (hombres valiosos en política, quiero decir).
Por último, para que no quede duda de que nuestra confianza no es una confianza ciega en el líder como la de tantos a los que el carisma de éste ha nublado su sentido crítico, convendría pedir que, aunque Iglesias pueda tener nuestro apoyo y confianza, pienso que somos muchos en mi condición, que sería deseable que igual que todo individuo de a pie busca perfeccionar y adornar su propia persona con los atributos de la sinceridad y la honestidad; sería deseable, repito, que el señor Iglesias hiciera lo mismo. El engreimiento es una cosa que afea el alma y vuelve memos de remate a la gente más inteligente y preparada.

Una observación para los recelosos. Terminado este post, me voy a buscar una imagen conveniente en Google de Pablo Iglesias. Tecleo su nombre y apellido y en la cabecera de la página del Chrome, ocupando media pantalla del PC, aparece la imagen de más arriba. Dos vídeos de OkDiario y uno de ABC; el de OkDiario: “Iglesias plagió una arenga del dictador asesino Fidel Castro…”; en la del ABC: “La frase de Pablo Iglesias que recuerda a la que pronunció Chávez para limitar la libertad… ” (todavía, todavía Venezuela les sirve para dar cuerda a la manivela del organillo. Quién lo diría). Ya lo veis, Google, además de OkDiario y ABC también cobra sus excelentes y buenos servicios con sus Noticias Destacadas. Lo más destacado en noticias del entero mundo mundial es para Google esos trozos de siniestra basura. Los enemigos están por todas partes, la batería de la derecha y de la pasta apunta directamente a los individuos más peligrosos, para ellos, claro. En este caso Pablo Iglesias.
Después de acercarme a esa página de Google me entran unas ganas enormes de hacer proselitismo de Iglesias. No despedacemos nuestras mejores piezas de ajedrez que están al frente de esta salvaje partida contra esas negra y bochornosas derechas que nos acosa por todos los lados.
Por último, quisiera incluir aquí aunque sólo sea de recuerdo y de manera anecdótica, un fragmento de aquella mi época en que como fiel seguidor de Podemos, creamos un círculo en nuestro pueblo y con cuya participación logramos largar, al fin, al PP del pueblo. Incluyo el fragmento del vídeo para recordarme a mí mismo esa necesidad de renovar el fervor perdido por una izquierda necesaria que tanto necesita nuestro mundo para seguir adelante y mejorar. Me miro en el vídeo y me da una envidia tremenda el verme con aquella cándida ilusión con que en aquel año, ahí, a la vuelta de la esquina, nos embarcamos en un proyecto que hoy, seis o siete años después, todavía da sus frutos con un equipo de gobierno municipal, al que nuestro círculo se sumó en minoría, que dudo muy mucho pueda ningún municipio de nuestra península igualar. Hoy me siento orgullosísimo de pertenecer a este pueblo, donde ese equipo de hombres y mujeres arrimaron y arriman el hombro para conseguir dar un giro espectacular a la política de la localidad de la mano de un alcalde ejemplar, Iván Fernández Heras, perteneciente a una agrupación política local. 











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