domingo, 28 de diciembre de 2014

El placer de la conversación



El Chorrillo, lunes, 29 de diciembre de 2014

Estaba a punto de ponerme a escribir sobre una excelente película que acabo de ver, Ida, se titula, pero la página del Facebook que surgió detrás de programa de vídeo tenía una señal roja que indicaba que alguien había enviado un mensaje y allí me fui antes de empezar a ordenar mis ideas sobre la peli. Se trataba del comentarista X, unas cuantas líneas que leí a vuela pluma por encima y que parece hacían referencia a mi intolerancia y a que no admito discrepancias. La persona en cuestión, que afirma severamente "que ha demostrado ha quedado que este tipo de régimen (la república)...trae mas pobreza y corrupción... y que finalmente conducen a la izquierda más radical" (transcribo al pie de la letra, sí; se puede ver en mi entrada que recoge el tuit de Alberto Garzón), esta persona se pone peleona, no deja caer ni un solo argumento y todavía pretende que le dé la razón.



El nunca suficientemente alabado placer de conversar tiene sus límites en el momento en que una de las partes hace afirmaciones gratuitas e inexactas que cualquier alumno de primaria puede rebatir. No cabe seguir hablando con gente así, es perder el tiempo. No obstante me pilló de humor y le escribí lo siguiente:

"Me encantan las discrepancias y la posibilidad de dialogar, uno de los placeres más sofisticados y deliciosos que conozco. También me gusta escribir y tengo que agradecerte que tu comentario haya suscitado en mí de nuevo esas ganas que últimamente tardan en llegar. La vida es una cosa hermosa, pero hacer de ella un arte requiere mucho esfuerzo y la conjunción de los astros, en ocasiones. Trato de divertirme y sacar partido a mis pobres posibilidades, pero cuando encuentro en mi camino algo que me huele a pelma (¿me aceptarás esta apreciación que no es en absoluto despreciativa sino una espontánea sinceridad, esa que sólo se tiene excepcionalmente con los buenos amigos); decía que cuando me huele a pelma pongo los pies en polvorosa y doy la callada por respuesta.

Mira, acabo de terminar de ver una excelente película, Ida, se titula; el fuego de mi chimenea chisporretea alegremente como todos los inviernos en mi cabaña y la hora se presta a la espontaneidad. Cosas mías en las que acaso tú seas sólo una disculpa para que yo pueda expresarme; siempre tener un interlocutor es más eficaz para la escritura, amén de que yo sea una persona que nunca dejé de contestar cartas razonables. Bueno, a lo que iba, no fue el caso que diera la callada por respuesta en tu caso por una razón muy simple, últimamente he dejado de pertenecer al club de los escépticos, de los que creen que no se puede hacer nada en un país gobernado por mangantes y meapilas y en consecuencia cuando me encuentro con alguien que dice barbaridades, y barbaridades y faltas de información son tus arremetidas contra la república, no me callo y me vuelvo litigante; vamos, que hago de buen ciudadano defendiendo lo que yo creo que es una causa justa. En estos momentos tengo una ilusión de la hostia con la esperanza del cambio, de ahí mis merodeos por la política y la defensa que hago de cualquier gato, sea blanco o negro o con coleta, que sea capaz de cambiar todo esto.

Otra cosa. Estoy interesado en dialogar y charlar con gente interesante de todo tipo y si la cosa da para divertirse y aprender, pero con lo muy poco que escribiste en tu primer comentario esa posibilidad quedó descartada, de ahí mi alusión a borrar comentarios en mi muro que siguieran en la misma línea. Quizás deberías haberte expresado con más propiedad teniendo en cuenta que era algo público, y entonces no habríamos dado pie a todas estas palabras.

Es muy posible que estas líneas me sirvan para desarrollar alguna idea para ese cajón de papeles que son mis blogs. Antes guardaba los papeles en un cajón y ahora lo guardo en los compartimentos del Google, donde a veces sirven para tener amigos o gente con ganas de conversar y pasar un rato agradable jugando con las palabras y las ideas.

Espero que no te ofenda mi sinceridad. Buenas noches."

Así las cosas, a este hombre que parece creerse tolerante y conciliador le da fuerte de nuevo y no resiste la tentación de mandarme otra nueva misiva; suelta algún insulto y dice borrarme de la lista de sus contactos. Felizmente no me veré de nuevo, espero, en la aburrida tesitura de volver sobre el manido asunto del "y tú más" que tan en boga está en estos tiempos en la gente de la casta y sus acólitos de la prensa. No hay cosa más tremendamente aburrida que un diálogo de sordos. Ayer al mirar el Twitter y comprobar que Un tiempo nuevo  de Telecinco era TT se me ocurrió acercarme a ver qué había pasado allí con Juan Carlos Monedero y fue decepcionante comprobar cómo cosa tan estúpida podía tener lugar, por Monedero y por la entrevistadora, que fueron incapaces de salir de un bucle de reiteraciones memas durante veinte minutos, algo que prueba hasta qué punto incluso personas inteligentes son arrastradas a veces por el malstrom de una verborrea sin sentido. ¿El asunto? Por qué sí, o por qué no, habían asistido al mismo programa los de Podemos unas semanas atrás: ¡Veinte minutos con este rollo!



Coño, con lo divertido que puede ser conversar inteligentemente, ¿por qué vamos a tener que aguantar la boba palabrería, sea en Telecinco o en el muro de cualquier usuario de las redes sociales? Querer hacer aburrida la vida haciendo comulgar al vecino con ruedas de molino no es de recibo. Conversar es una maravilla, pero tener que aguantar a un pelma metido a hacer de la historia un esperpento puede ser un castigo realmente insoportable.

2 comentarios:

  1. Pues para conversar no tengo tiempo en este momento, pero para piropearte sí: ¡ole, ole y ole, sí señor!

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  2. Vaya, vaya... que se me suben los colores. Gracias.

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