domingo, 30 de noviembre de 2014

En defensa de Podemos y del sentido común



Hoy volví a las andadas de levantarme a las seis de la mañana para darme una larga caminata por los alrededores de mi casa antes del amanecer. Una sana costumbre que dejó de ser hábito y últimamente me cuesta horrores volver a poner en funcionamiento. En esta ocasión el estímulo me vino de una simple fotografía que encontré en el muro de un amigo, una mujer, imposible llamarla anciana, Elisa Forti, que a sus ochenta años participa en trails de montaña como atravesar los Andes en una carrera segmentada en treinta y cinco, treinta y cinco y cuarenta y cinco kilómetros que se realiza en tres días. La imagen de esta mujer trotando por los altos de los Andes tuvo el efecto fulminante de echar por la borda toda la pereza que arrastraba desde semanas atrás y estaba una vez más envuelto por el maravilloso mundo de la noche y su silencio.


Volví a encontrarme con la noche, el campo olía a lluvia, el camino estaba sembrado de charcos que en la oscuridad no eran fáciles de sortear, de tanto en tanto mis botas se hundían en el barro. Magnífico: soledad, silencio, barro y el cielo encapotado e inclemente amenazando lluvia inmediata. Es curioso, cuando uno piensa esta escena desde el calor de bajo el edredón o cómodamente sentado en el lugar preferido de su casa, todo esto aparece como excéntrico, difícil, cosa de gente rara y un tanto decidida, pero cuando uno da el primer paso y se introduce en la noche del invierno dispuesto a darse un largo paseíto, esa subjetividad que observa desde la comodidad se hace trizas y aparece la realidad, la cotidianidad de otro escenario que por demás es sugerente y capaz de desencadenar la concomitancia de otras muchas experiencias que viviste en parecida oscuridad y en parecidas condiciones climáticas en muchas trochas de las tierras de este país. Y entonces se produce el milagro, ya te encuentras fuerte una vez más, ya estás decidido a marcharte mañana mismo y vivir otros caminos en las condiciones climáticas que sean, vivaqueando en tu tienda de costumbre, atravesando arroyos o valles a cualquier hora del día o de la noche. Algo que nos dice de la tremenda dependencia de nuestra voluntad de un estado anímico que si encuentra el calor necesario, a veces en el ejemplo de otros como fue mi caso con Elisa Fonti, puede ponerse el mundo por montera sin demasiada dilación.
¿Cómo decir que el diálogo que el hombre mantiene con el hombre, uno con uno mismo, es un diálogo muy especial cuando también las circunstancias lo son? ¿Cómo no entender que la conversación de uno con sí mismo no es la misma, no tiene su hondura ni su significación cuando el eco de sus pasos en la noche, en el aislamiento del campo son la única compañía que cuando... etc.





Sin embargo, desde que he decidido no huir de lo que sucede en la calle, en  nuestro país y me mantengo en un discreto estado de información de lo que pasa en él, hay algo que inunda con más frecuencia de lo que quisiera mi cerebro incluso en esta situación de aislamiento matinal, de manera que el tiempo que dedico a la meditación, a la contemplación en estos largos paseos se ve abordado por todo tipo de cuestiones políticas, sociales o económicas. Y en el caso de esta mañana, la de ayer, mientras iba sorteando charcos y escuchando el ladrido de algún perro en la lejanía, me venía a la memoria algún asunto muy cotidiano. El día anterior había encontrado en el muro de Pepe Donpepe unas líneas de una mujer tan desabridas, bajo la fotografía de cinco dirigentes de Podemos, que me sentí impulsado a contestarlas. Lo que ocurre en los medios, en el país y, por contraposición, lo que sucede a ras de suelo, en la calle, en los muros de los amigos, asuntos de andar por casa pero que acaso muestren esa parte de la realidad que corre por las calles de nuestras ciudades de la misma manera que lo hace la lluvia, pura espontaneidad de vecinos de esta enorme corrala que se asoma a la ventana por la mañana y grita a los otros vecinos sus dolores de tripas. Esta mujer, bajo la fotografía de estos líderes, decía textualmente: "Quizás es que ha nacido la verídica nueva casta que arrastra a los mas desvalidos y necesitados haciéndoles oir lo que necesitan. No se salva ningún partido, todos son basura, pero estos en concreto, para mis son realmente lo peor que tiene España en lo que mis pobres estudios y mi fragil memoria dan de si". La idea me bailó en la cabeza por un momento. Me preguntaba si serán muchos, muchos en España los de similar parecer, y creía que sí, aunque no expresen como esta mujer tan abiertamente su ignorancia y su frágil memoria. Me quedé con las ganas de preguntarle a esta señora o señorita por los libros que leía, o qué había leído en su vida, por las emisoras de televisión que ve, por el tiempo que dedica a cultivar su inteligencia y sus pensamientos. Es para mí una verdadera incógnita que haya personas que lleguen a determinadas conclusiones sin que no sea a través de la peor bazofia televisiva.
Tras esta madrugada de aislamiento, a la tarde asistiría a la manifestación por la dignidad que se celebraba en Madrid, allí una pancarta cruzaba la calle de parte a parte con este texto: "Unidad de todas las luchas. Por nuestros derechos y libertades". En la algarabía de los centenares de grupos y plataformas de todo tipo, ésta sería para mí la expresión más relevante frente a los intentos de fragmentación y la monopolización de propuestas progresistas por parte de grupos como si ellas fueran la distinción inequívoca de unas siglas. Y vuelvo a los muros de Facebook, en este caso me refiero a dos breves palabras que precedían a la noticia de que "Pablo Iglesias alaba el discurso del Papa en Bruselas mientras IU abandona el hemiciclo". Las dos palabras eran éstas: "Sin comentario". Es obvio el significado que se quiere dar a esas dos palabras en el contexto de la noticia. Sin embargo te vas a la noticia y la coincidencia del IU y Podemos respecto a la intervención del Papa es total. Una primera parte de la intervención, la que se refiere  al atentado contra la dignidad humana que supone el comportamiento de las clases económicamente dominantes en las que ambas formaciones coinciden; y una segunda que ambas denostan, el derecho, negado por el Papa, de la mujer a decidir sobre su cuerpo.

No, no me sucede con frecuencia que mis paseos matinales se vean invadidos, esa es la palabra, por cuestiones de este cariz; no tengo la culpa de ello, acaso me encuentro algo presionado por un desacostumbrado seguimiento de lo que pasa en el país; así que poco después todavía me acordé de algunas líneas que había leído en un enlace en el muro de Cive Pérez, nuestro ilustrado amigo de los tiempos de montaña, José Antonio, en su blog Carnet de paro  en el que encontré algunas palabras que no me cuadraban. En el blog, Cive acusaba a Podemos "de renunciar a empoderar a la gente y de que se conforme ahora con algo tan viejuno como el humillante artefacto del ingreso de inserción". Remito al blog de José Antonio a aquellos que estéis interesados en el asunto. Plantea Cive la poca novedad de algunos planteamientos de Podemos, pero lo hace, a mi juicio, de parecida manera a como Fernando encabeza su muro con un "sin comentarios", desde una perspectiva que invita poco o nada a la suma de fuerzas contra un evidente enemigo, sí, la casta, los que hacen de este país su cortijo privado, una prioridad que en mi opinión debería estar en las mentes de toda persona empeñada en cambiar esta tierra que habitamos para hacerla más habitable. 

Decir que Podemos, le escribía yo a Cive, renuncia a empoderar a la gente y se conforma ahora con algo tan viejuno como el humillante artefacto del ingreso de inserción, cuanto menos me parece demasié. La renta básica que se propone en el borrador no me parece en absoluto humillante y sí un primer paso que tiene en cuenta las condiciones económicas actuales, y que entiendo no olvida una futura renta universal. Estamos en un borrador. Creo que es una buena política continuar haciendo planteamientos posibles y no dedicarse a "vender humo" como hicieron durante décadas los partidos de gobiernos anteriores en sus programas electorales prometiendo de continuo cosas que no cumplieron en absoluto. 
¿Sabes?, añadía en mi comentario, últimamente he llegado a la conclusión de que en este momento ese síndrome de la coleta con el que acusaba el PP en el Parlamento al PSOE, es una herramienta, lo está siendo ya mismo, que hay que aprovechar, cuidar y mimar, y me importa un bledo quien la lidere. ¿Cómo echar a perder esa preciosa oportunidad que jamás hubiéramos pensado podría presentarse antes de que uno se vaya a la tumba? El otro día se me humedecía los ojos oyendo a un anciano en una asamblea dando las gracias a esta gente que estaba haciendo posible en su vejez una nueva ilusión por vivir que se había extraviado para siempre en este mundo de miserias que vivimos.
Como corresponde a un diario que se precie pensé en relatar aquí mi recorrido físico y mental de este veintinueve de noviembre, pero creo que me extendí ya lo suficiente. Sólo decir que después de seguir el ejemplo de los entrenamientos de la octogenaria Elisa Forti, de repasar algún muro y el blog de Cive y de retocar aquí y allá unas foto seleccionadas de mi Camino de Santiago del Norte del pasado año que colgué en mi muro, me largué a la manifestación por la dignidad de Madrid para después, todavía con la emoción en el cuerpo que te da la sensación de compartir con una multitud tus sentimientos y tus reivindicaciones, regalarnos con una cena de acelgas y alitas de pollo en Lavapiés por la módica cantidad de ocho euros, incluido bebida y postre. Cada vez me gusta más este barrio, que es donde viven mis hijos y donde uno puede sentirse a la vez como si estuviera en India, Bangladesh o Senegal.


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