El Chorrillo, 8 de abril de 2024
Sentimientos encontrados. Esta mañana estuve en
El caso es que llevo un tiempo envuelto en sentimientos
contrapuestos. Hoy sin más me sentía enormemente agradecido, así en general, a
la sociedad en la que vivo. Y ello me venía de considerar que soy un bicho, uno
pequeño entre billones de otros muchos bichos, que sin embargo tiene la fortuna
de vivir el último periodo de su existencia en unas condiciones que yo considero
inigualables, de ánimo, bienestar, salud y atención por parte de los organismos
públicos que cubren mis necesidades creo que óptimamente. Es algo como caerse
del guindo y tener que reconocer que pese a lo izquierdoso que uno pueda ser y
el papel crítico que uno ejerce en esta sociedad, tan a veces de mierda de
hecho, si me comparo con todos esos bichos contemporáneos míos junto a los que
me ha tocado vivir, todos, digo, hormigas, murciélagos, mosquitos, bacterias,
elefantes, etc., etc., soy un privilegiado de excepción. Un privilegiado que
habiendo hecho una vida social normal, habiendo currado, aportado a la sociedad
la contribución necesaria y cumpliendo los deberes elementales de ciudadano,
hoy en la última parte del recorrido vital, puede echar la vista atrás, mirar
alrededor, y comprobar que probablemente vivo en el mejor de los mundos
posibles.
Agradecido a la sociedad en que vivo que en su conjunto hace
posible una existencia así, lo que en otras palabras quiere decir agradecido a todos
los hombres y mujeres que a lo largo de cientos, miles de años se han partido
el alma para que esto fuera así; que todos con nuestro trabajo y maneras (no
todos, dejo aparte a los miserables de siempre…) contribuimos a ello y es esa
contribución común lo que llamamos sociedad. El otro día intentando saber cómo
funciona esto de que yo lleve casi veinte años jubilado y religiosamente cada
mes el Estado ingrese en mi cuenta corriente dinero más que suficiente para
satisfacer todas mis necesidades. No lo entendía bien, porque dado que durante
mi vida laboral yo he ingresado al estado en previsión de una jubilación futura
en torno al siete por ciento de mi sueldo, si echaba cuentas y el Estado me
estuviese devolviendo lo que ya había ingresado mes a mes, lo que me resultaba
es que mi pensión mensual actual debería estar aproximadamente en los
trescientos euros como mucho. Un fatal error de algunos opinadores de las redes
que mantienen que ellos ya han pagado previamente durante su vida laboral las
pensiones que ahora reciben: no es cierto. Me lo tuvo que explicar el amigo
Cive que es un experto en estos y otros muchos asuntos. En realidad el tema se
ventila mediante un procedimiento de solidaridad, durante nuestra vida laboral
aportamos entre todos el importe de las pensiones de la generación que ha
alcanzado la edad de la jubilación; con lo que cuando nos jubilamos quienes
pagan nuestras pensiones son la población activa del momento. Existen tantas
cosas en la sociedad que ayudan a mantener un estado de aceptable bienestar que
no está de más recordarlo para que se nos quite ese tufillo que desprendemos la
mayoría cuando deslenguados e ignorantes, añadimos a nuestra sociedad el
apelativo de puta mierda. Lo leí en la prensa. Le preguntaban hace poco a un
turista alemán que qué era lo mejor y más bonito de nuestro país. Respondió sin
ninguna dilación:
Sentimientos encontrados. Y sin embargo hablaba días atrás
de esta sociedad tomada por la plebe, plebe en el sentido más despectivo que
uno pueda encontrar. Me venía ese arranque de la lectura de El hereje, de Miguel Delibes. La plebe
enfervorizada que acompañaba al cadalso para ser quemados en la hoguera a los
que ellos y
Debe de ser cosa de la edad esto de considerarse cada vez más
una parte infinitamente pequeña del conjunto de la vida latente que puebla el
planeta. Tan mínimo y sin embargo tan bien atendido gracias a una sociedad, sus
instituciones, sus colegios, universidades, medios de comunicación, sanidad,
seguridad, que vela por los intereses de todos nosotros; no una sociedad en
abstracto sino una sociedad concreta, nosotros mismos, que unos con otros hacemos
lo necesario para que el conjunto de los ciudadanos, sólo una gran mayoría
desgraciadamente, pueda vivir aceptablemente.
Y todo ello abriéndose paso continuamente generación tras
generación a través de la barbarie. La barbarie de
Y pese a ello todavía la posibilidad de seguir adelante.
Siempre gracias al trabajo de hombres y mujeres que continúan laborando por un
mundo más justo y solidario. Me lo recuerda algún amigo: ¿Cuántos de nosotros
estaríamos criando malvas bajo tierra si hubiéramos nacido en alguno de tantos
países del Tercer Mundo donde tener a mano un médico es un lujo? La diferencia
entre haber nacido en una u otra parte del planeta determina la calidad de
nuestras vidas y su duración. Eso que llamamos en abstracto sociedad, cultura,
civilización, son bienes que generaciones pasadas han hecho posible con su
trabajo, y en no pocas ocasiones con una lucha descarnada.
Esta mañana recibí una imagen por guasap de un amigo con una
foto de Cabezas de Hierro a la que acompañaba este texto: “Guadarrama resiste,
Cabezas de Hierro no pierde su aspecto alpino. Está nerviosa. Sólo lleva 700
millones de añosss ahí”. No sé si 700 ó 25, pero para el caso es lo mismo,
pensar en la inmensidad de ese tiempo o en los más de dos millones de años que
ha necesitado el hombre común para poder pasar los años de madurez en las
condiciones en que hoy es posible para una mayoría, me mueve hoy a ser
agradecido, muy agradecido. Si además tienes a esos montes amigos del
Guadarrama tan como erigidos ahí en tiempos inmemoriales para recreo y pasión de
tu jubilación, pues eso…
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