El
Chorrillo, 27 de febrero de 2021
Atardece.
El Sol, desteñido y como falto de humor para despedirse con un poco de gracia
de los terrícolas, se ha envuelto en la bruma del horizonte como diciendo ahí
os quedáis, a ver si mañana os portáis mejor, decís y hacéis menos tonterías y
puedo pasearme por el mundo con un poco de alegría. El Sol se aburre del mundo,
se aburre de la necedad de los sapiens cuando les ve correr de un lado para
otro sin otra finalidad que la que persigue a los galgos corriendo tras la
liebre de un canódromo. Y todo para, se dice, caer de culo al final de la
jornada frente al televisor porque a esa hora están tan cansados que sólo les
quedan fuerzas para apretar las teclas del mando a distancia. Algunos.
En el
cielo han quedado soñolientas nubes vestidas de un grisáceo carmín tirando a
violeta. Me he pasado la tarde arreglando mi tienda de campaña de setecientos
gramos, disponiendo un gran ventanal por el que ver las estrellas y el
amanecer, reforzando con nuevos tiros
los laterales para hacer frente al viento y a alguna tormenta que me pueda
pillar por ahí, y ahora estoy tan descolocado que me resulta difícil volver a
1937 en el momento en que el ejército de Queipo de Llano se dispone a cometer
una de las mayores masacres de nuestra Guerra Civil en la toma de Málaga. Me
causa tanto dolor leer sobre nuestra guerra civil, que sólo con un gran
esfuerzo de voluntad, ese que nace de la obligación como ciudadano de saber de
la historia de tu país, puedo con ello. Hace no mucho me invitó David de
Esteban a hacer un recorrido por Toledo para recrear una parte de la historia
de esta ciudad en los tiempos de la guerra del 36, y no fui capaz de aceptar su
ofrecimiento; tuve que valerme de alguna evasiva. Sin embargo no siempre uno
puede huir o hacer oídos sordos a lo que sucede en el mundo, ese que yo imagino
del que debe de pensar un tanto horrorizado el Sol cuando día tras día a través
de milenios ve la absurda vida que llevan en este planeta los terrícolas. No se
puede huir y no saber de las atrocidades de Auschwitz, de las canalladas,
insensateces y horrores de
Hay
muchas cosas que le descolocan a uno y cuando ello sucede una posibilidad es la
ponerse a escribir. Una opción; otra es hacer nada –hacer nada, porque no hacer
nada a mi entender es hacer algo; según las matemáticas, menos por menos igual
a más o lo que es lo mismo, dos negaciones es igual a una afirmación–; hacer
nada, como me sucedió ayer que me pasé media tarde tan ricamente mirando a las
musarañas, ensoñando, diría mi amigo Antonio, que también a él eso de ensoñar
le pirria.
Bueno,
pues a ver qué coño digo. Hay cosas de las que podría hablar pero que me
aburren de una manera tan soberana que desisto. Sí, todo eso que aparece en las
portadas de los periódicos un día tras otro. Así que me voy con una entrada que
me encontré esta mañana en FB, alguien que después de decir de Pablo Iglesias que
tenía no sé cuantas carreras y másters y tropecientas matrículas de honor, que venía
a decir, digo, que pese a ello ya nos estaba viniendo con un discursito de los
suyos engañando a los ciudadanos con su verborrea, verborrea la reclamación de
la libertad de expresión o la puesta en solfa el hecho de que nos quieran hacer
creer que vivimos en una democracia plena. “Otro discurso de los suyos…”,
apostillaba despectivamente este hombre, que parecía llevar en la frente el
carnet del PSOE. Pero lo que más gracia
me hizo fue que llamaba abducidos a todos aquellos a la izquierda de ese
partido que se niega a investigar al rey junto a sus socios, los otros
encubridores del abanico político. Me quedó sonando como una campanilla esa
palabra: “abducidos”, un término que como tantos otros se nos ha colado en el
diccionario de manos de la modernidad. Es una palabra con la que últimamente me
he tropezado en las redes, una poderosa atracción hacia alguien te ha dejado
fuera de lugar, eres un extraterrestre, te han fagocitado. La tentación en
algunos de usar términos de apariencia ampulosa en un discurso pobre plagado de
lugares comunes y argumentaciones del tres al cuarto, es tan grande que a poco
que se estiren les queda el culo al aire. Abducidos que no sabiéndose sujetos
de abducción llaman, desde su condición de fagocitados, abducidos a los otros. Y
que son plaga y que, como dice el amigo Antonio, con ellos se puede llenar un
estadio.
Me
queda un rato para cenar y no tengo otra cosa que hacer, así que voy a contar
otra de abducidos, también de ese escenario tan particular y variopinto que es el
proscenio de las redes en el que algunos a falta de otros menesteres más productivos desnudan
sin saberlo el alcance de su caletre. Presentación: un cartelón de esos enormes
de copia-pega que un ejército de abducidos reciben sin chistar y reproducen en
su muro. En él se ve a Pablo Iglesias –dale con el señor Iglesias, sí, y es que
el mandato de cortar determinadas cabezas está ahí de parecida manera a como la
palabra Venezuela se usa de ariete contra Podemos en los medios desde hace
años–, se ve a Pablo Iglesias, decía, subido en una enorme limusina oscura
junto a otros coches oficiales. No recuerdo exactamente el texto, pero algo
parecido a esto: “Hasta con cinco coches oficiales se desplaza el
vicepresidente de gobierno por Barcelona estos días”. Y más abajo algo como: “Así
viven los comunistas”. Sólo de ver aquello ya me despeloté de risa; el
individuo debía de tener entre los cincuenta o sesenta, había dejado la
infancia hacía ya tiempo y sin embargo ahí estaba fotografiándose sin ningún
tipo de rubor c0mo si no hubiera salido todavía de la niñez. Le contesté con un
sonoro jajaja y dándole pormenores de cómo se comía eso de usar cinco coches
oficiales a la vez, uno de ellos para los genitales, otro para la coleta y los
tres restantes para el resto el cuerpo. No tardó más que medio minuto en hacer
desaparecer su cartelón supuestamente anticomunista.
Abducidos,
sí… Dios santo, cómo está el mundo. Como dice otro amigo, hay gente pa tó.
Y cuando se acaben los deportes transmitirán una corrida desde la Real Maestranza y to arreglao
ResponderEliminarMachado se quedó corto con aquello de la España de charanga y pandereta.
ResponderEliminarMe ha gustado .
ResponderEliminarAcabo de ver el video que has puesto de Tati Ballesteros
Eliminar: chapeau!