domingo, 28 de diciembre de 2014

¿Monarquía o república?




El Chorrillo, 28 de diciembre de 2014


Yo sólo había escrito en mi muro que ojalá no se demorara mucho en llegar la Tercera República, y ello en relación a un tuit de Alberto Garzón que había recogido aquella misma mañana... y sin comerlo ni beberlo me encontré con dos comentaristas que tiraban a matar contra el demonio de la república poniendo a la monarquía y a sus reyes tan por las nubes que a punto pensé que de lo que estas personas hablaban era de un cuento de esos con que los niños entran en el reino de los sueños, reyes de mazapán y turrón de almendra. Sí, en las redes sociales en ocasiones la realidad para algunos es un difícil campo de batalla en donde a falta de argumentos uno puede decir cualquier tontería sea para defender a la monarquía, sea para difamar a aquellos que no piensan como ellos. Las argumentaciones de uno de estos comentaristas en pro de la monarquía, y que incluyo más abajo, es algo que no tiene desperdicio. No merecería la pena argumentar nada ante semejante espurio, pero resulta que esta tarde estoy algo ocioso y voy a intentar entretenerme con la cosa.

Así que ¿monarquía o república? Pues mire usted, entre tener a un niñato de jefe de estado que ha sido un estudiante mediocre pese a la pasta que se han gastado con él, que ha pasado su adolescencia y juventud de juerga en juerga en Palma de Mallorca con gente de su clase; entre un niñato y una persona experimentada y competente, formada en materias diversa y que además es elegido y respetado por todos los ciudadanos, pues mire, prefiero quedarme con este último. Podría utilizar un lenguaje más grosero y hacer referencia al hecho ridículo de que la potestad de ejercer la Jefatura del Estado le venga de cierta noche de juerga de sus padres en el lecho matrimonial o tras la caza del algún elefante en una calurosa noche en Botswana, pero lo eludo; también podría poner en cuestión el dudoso derecho que le otorgó un dictador causante directa o indirectamente de la muerte de medio millón de españoles, pero dejémoslo: pelillos a la mar, que dirían todos los que instigaron la guerra última, y que por cierto, tratan contra viento y marea de que se investiguen los crímenes que se cometieron posteriormente.

El caso es que me había encontrado en el Twitter con unas líneas de Alberto Garzón que hacían frente al revuelo monárquico que había levantado el discurso de ese irrelevante personaje que se presenta gracias al maridaje PPSOE como rey de España, con estas palabras: "A mí no me parece que ningún rey esté legitimado para darnos lecciones de nada. El pueblo no necesita tutelaje, y menos de un Borbón." Palabras que yo encabezaba en mi muro con un: "Totalmente de acuerdo. Esperemos que la Tercera República no esté lejos".

Bien, como decía más arriba, inesperadamente al poco tiempo alguien contestó a mis palabras con lo siguiente: "....quizás la república no sea la solución a todos nuestros problemas....demostrado ha quedado que este tipo de régimen...trae mas pobreza y corrupción....menos inversiones y más odio entre las llamadas hoy CASTAS...dominantes....y que finalmente conducen a una dictadura de izquierda radical."  E inmediatamente un amigo de éste comentarista entraba al trapo en el juego redirigiendo los argumentos hacia un panfleto salido de las más rancia raigambre de la España negra, vamos, la España de rosario y devocionario, la España que cubrió de sangre este país, la España que es hoy la del derecho a la vida pero que alienta los suicidios de la gente que se queda sin casa con los desahucios, la España de la insolidaridad y de los privilegiados. Por estos poros respiraba la defensa de la monarquía de éste último. Los "argumentos" que daba el primero, ignorando que en el mundo las monarquías se pueden contar prácticamente con los dedos de las manos, ponen en evidencia esa clase de ciego intoxicamiento que produce la adscripción al Opus Dei o posturas similares y que tomando el rábano por las hojas pretenden la cuadratura del círculo con el simple hecho de dar pábulo a cuatro o cinco patrañas a falta de argumentos reales.

Hay que decir, no obstante, que pese a  que la monarquía ha sido en España desde Felipe II hasta hoy, y principalmente con los Borbones, la ruina de este país y una fuente de prebendas para una clase social siempre medrando al lado de la corona, o al lado del Dictador, plantear en estos días, con los  problemas urgentes que tenemos, la posibilidad de convertir en prioridad a corto plazo el dilema monarquía o república quizás no sea conveniente. Lo que no quita para que tengamos claro que ni los paripés del rey ni la parafernalia que montaron el PPSOE con el asunto de la coronación vayan a empañar la radical realidad de que la forma de Estado de este país no es una cuestión a decidir por unos pocos sino por el país entero. Mientras esto no suceda esta llamada monarquía no puede aspirar a ninguna legitimación.

Vivimos, Dios nos coja confesaos, bajo el estigma de una "cultura" en donde la falsedad, la mentira, los exabruptos –las sesiones del parlamento o las tertulias políticas son un buen ejemplo de ello–, en cuyo ámbito cualquiera puede decir lo primero que se le pase por la cabeza, por más chorra que sea y sin parar mientes en comprobar mínimamente la veracidad de lo que se dice. Difama, que algo queda; esa parece ser la consigna. Miente, no importa, el caso es crear opiniones favorables a esto o lo otro. Igualito que en la tele, telebasura, quiero decir.


Convirtamos las redes sociales en un instrumento de diálogo y aprendizaje, es uno de los mejores instrumentos que tenemos para educarnos y educar a las generaciones futuras, pero para ello nada mejor que usar de la mesura y de argumentos reales y bien construidos; nada de patrañas ni propaganda a ultranzas de la España reaccionaria de siempre. 

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